Columna publicada en el Diario la Nación el 09/11/2021
Después de
un segundo año turbulento por la pandemia, que siguió afectando todas las áreas
de la vida, en especial, el desarrollo de las actividades en las instituciones
educativas; como docentes tenemos que entregar balances, puesto que estamos
culminando el año escolar. Uno de esos balances tiene que ver con el
seguimiento del retorno a la presencialidad, modalidad alternancia. Es
necesario referenciar fortalezas, debilidades y acciones de mejora a cada una
de las estrategias implementadas. Cómo no pronunciarnos sobre el aprendizaje obtenido
en cuanto a distribución de grupos; cumplimiento del aforo permitido,
convivencia de los estudiantes en sus descansos; acompañamiento del docente en
esos descansos; cumplimiento de los protocolos de bioseguridad tanto por estudiantes
y docentes como de directivos docentes y el apoyo de los padres de familia; receptividad
por parte de los estudiantes en el momento de regresar a la Institución
Educativa, apoyo logístico y tecnológico por parte de la institución educativa
(equipos, accesorios); nivel porcentual de asistencia a la presencialidad según
el número de estudiantes que se atienden; disposición por parte de los docentes
frente al regreso de la presencialidad; afianzamiento por parte de los docentes
y directivos docentes frente al manejo de la tecnología en esta coyuntura de
pandemia, entre otros aspectos. Cada institución es una realidad diferente. Las
Secretarías de Educación, deben canalizar estas situaciones y consolidar un
informe general que debe ser transmitido al Ministerio de Educación Nacional.
Las Secretarías de Educación de Neiva y Pitalito como municipios certificados,
así como la del Departamento del Huila, consolidar un solo informe de público
conocimiento para adoptar las medidas correspondientes. Desde otro punto de
vista, se debe poner de presente a nivel de diálogo, conversación regional o
foro, las discusiones y avances dadas entorno a las variaciones presentadas en
lo pedagógico, gestión curricular flexible, prácticas pedagógicas innovadores
surgidas, la incidencia de la salud mental o bienestar de la comunidad
educativa, grado de vinculación familia-escuela, capacidad creativa y
responsabilidad del autocuidado, el aporte de las TICs en esta situación
pandémica, así como las buenas prácticas educativas que surgieron y sacaron a
flote los docentes. En una tercera mirada, es pertinente reflexionar sobre el
rendimiento escolar, la no asistencia (intermitencia) de los estudiantes por
conectividad, equipos, problemas familiares y otros. De la misma forma, cómo
impactó la pandemia en las pruebas ICFES de los grados once (11) o en la
estrategia evaluar para avanzar desplegada por el ministerio de educación. Como
cuarto, el porcentaje de los niños y asignaturas aprobadas y reprobadas, así
como los estudiantes que requieren refuerzo para salvar su año escolar. Sin
embargo, no es sólo los docentes al tablero, es la institucionalidad encabezada
por las Secretarías de Educación. Con este escenario, creo que está de vuelta
Bruno Bettelheim en su texto Psiconálisis de los cuentos de hadas donde
sentencia que en la actualidad como en otros tiempos, la tarea más importante
y, al mismo tiempo, la más difícil en la educación de un niño es la de ayudarle
a encontrar sentido en la vida. En realidad, ¿se habrá ayudado a dar sentido a
la vida de los niños en esta pandemia desde el sistema educativo?.