Actualmente la sociedad está más preocupada y enfocada en el hacer y en el estar que en el ser. A cada uno de nosotros nos cuesta aceptar ciertos valores que no pueden satisfacernos instantáneamente y, por ello, se ha dejado de pedir el derecho a la felicidad, para solicitar el "derecho a la diversión”.
Como ejemplo, analicemos las características de las conductas que evidencian los jóvenes al ser consumistas, rebeldes, inmediatistas, independientes, egoístas, con poco sentido del deber y a veces del sacrificio, no obstante ser solidarios, trabajadores, tolerantes, generosos, maduros y leales en la amistad.
Al reflexionar, evidenciamos dos grandes órdenes de tendencias en materia de valores sociales: En primer lugar, que estamos pasando del monismo moral (un código dominante) al politeísmo moral (diversidad de códigos morales), con la consiguiente fragmentación de proyectos morales. Como segundo, que nos encontramos ante una pluralidad (diversidad de ideales de vida) sin pluralismo social (armonización de diferentes proyectos de vida); es decir, ante una diversidad sin armonización. En otras palabras: de la indignación por la injusticia al consentimiento del relativismo moral (in-diferentismo).
En esto han contribuido, por un lado, la globalización que no crea barreras ni limita la interacción de las comunidades a sólo escenarios locales o nacionales, sino que ha producido su deslocalización con la consiguiente multiculturalización tanto en su interior como fuera de ella dándole cabida, incluso, al excluido extranjero; y por otro, la informatización porque cada vez la información es más creciente, abundante y disponible en cualquier momento sin importar su origen; lo cual masifica, abarata, permite su accesibilidad, manejo, procesamiento y explotación hasta lograr el conocimiento. De ahí que cuanta más información tenemos más conocimiento necesitamos, pero que en el mayor de los casos se vuelve más escaso, jerárquico y se revaloriza.
Es oportuno, realizar una profunda reflexividad individual y colectivo por el cual la sociedad misma, y la individualidad, están permanentemente puestas en esta cuestión tecnológica pero decadente en la cimentación de valores; lo cual nos hace mucho más libres pero a la vez más inseguros, haciendo así más difícil el papel de las instituciones que gestionan la información y el conocimiento, particularmente las educativas. Esto, desde luego, sin dejar de lado la responsabilidad en la reconstrucción de una sociedad más justa. ¿Que valores necesitamos en esta época?.
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