Una vez superada esta campaña política y elegidos
nuestros mandatarios locales, así como los Diputados, Concejales y Ediles, se
viene un reto muy importante. No se trata de solamente designar los equipos para
que realicen los empalmes con la administración saliente, sino a repensar por
parte de los elegidos y su equipo, el énfasis que le darán a su propuesta
programática para que sirva como faro orientador en la construcción del Plan de
Desarrollo que se fundamente en una gobernanza para la paz. Por lo menos, el Plan Nacional de Desarrollo,
ya tiene esa estructura. No en vano quedarán los aprendizajes por el cambio
presentado entre Cuba y Estados Unidos y, el apretón de manos del Presidente de
Colombia, como producto de la negociación en la Habana con las FARC y la
promesa efectuada en el encuentro de las Naciones Unidas.
En estos planes de desarrollo deben quedar estipuladas
las bases para una cultura de paz, de
esa paz territorial que queremos, pues el Post-Acuerdo (que al firmarse y
validarse) estará minado de otros tipos de problemáticas, ya que tendremos que
superar muchas barreas como delincuencia común, microtráfico, contrabando, etc.
Por ello, es que se debe fortalecer institucionalmente a los municipios. Ya el
gobierno nacional tiene identificados los primeros 100 municipios que tienen
debilidad institucional para su intervención en el marco del posacuerdo.
Entonces, ¿cómo hacerlo?, y ¿con cuáles propuestas?. Indiscutiblemente que se
debe iniciar con las capacidades administrativas que se tienen pero que se
deben cambiar, a través del desarrollo de unas prácticas de buen gobierno
(ciudadanías digitales, transparencia, participación, colaboración y rendición
de cuentas), pero sobre todo, con una idea clara de gobernanza para la paz con
la totalidad de los 1102 alcaldes del país para que estos sean provocadores de
desarrollo, de equidad e inclusión.
De acuerdo con las
directrices del Alto comisionado para la paz, los próximos gobernantes locales deberán
enfocarse en hacer ajustes institucionales en los territorios, generar
capacidades y hacer innovación en la arquitectura institucional. Esa
arquitectura que existe no le sirve al país, deben ser flexibles, adecuadas, en
especial en los casi 900 municipios con menos de 20.000 habitantes que es donde
más se percibe esta falencia. En estos pequeños gobiernos locales es donde más
se debe trabajar con la presencia de gobiernos emprendedores, prácticas
innovadoras y ciudadanías digitales empoderadas.
Así que todos los Araucanos y colombianos, tendremos las ideas,
intereses y palabras contundentes para
colaborar con nuestra fuerza y el liderazgo en que nuestras instituciones le
apunten en el “deber ser de la Administración Pública”. Es necesario, que nuestros
conocimientos profundos en cuanto a la administración pública, se congreguen
con una adecuada utilización de la política y, ésta haga parte del engranaje
con el derecho administrativo, constitucional y la gestión como dispositivos necesarios
en la formación de políticas y su implementación en los diferentes territorios
para generar equidad y bienestar. Todos “tenemos que hacer acontecer”. Nuestro
compromiso no es solo de sueños e ideales. Es hacer acontecer a través de la
burocracia del Estado, que hoy está cada vez más integrada con el empresariado,
grupos sociales, con la arquitectura reseñada y modelada para vislumbrar hechos
reales en beneficio de la comunidad. No debemos cerrar una perspectiva
gerencialista y tratar múltiples labores como la eficiencia, eficacia y
efectividad, pues debemos agregar principios como la transparencia, ética,
ubicuidad, valores y el interés público que es de difícil operacionalización.
Señores gobernantes, el reto es inmenso en esta nueva etapa que nos proponemos frente
al posconflicto o pos Acuerdo, con una ambiciosa Gobernanza para la paz. No hay otra coyuntura en Colombia, tan
valiosa como la que tenemos, para empezar el cambio que nos permita doblar la
página de dolor y empecemos la de la reconstrucción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario