Escrito por Obert Alejandro Ortiz y publicado en el Diario la Nación
Con la promesa incumplida del 23 de marzo, ya uno no sabe que esperar. Lo único cierto es que no podemos bajar de guardia sobre el cambio que debe darse en nuestro país. Es necesario seguir con las discusiones que permitan prever los escenarios que queremos en las próximas tres décadas. Somos conscientes que en ese nuevo país que deseamos debe estar cimentando en un modelo de economía básica y productiva completamente distinta al vigente; con un sistema de propiedad diferente; con una estructura tributaria incomparable; sin inequidad salarial; con un verdadero reordenamiento territorial que promueva la descentralización espacial con autonomía y, surtirse entre otras cosas, una modificación en el sistema de participación política y, una profunda reforma en la administración pública, para que ésta se dé, incluso, dentro del mismo territorio.
Sobre todo, hacer de cada ciudadano uncambio de revolución cultural, donde se respete la Ley, la Constitución y la autoridad y a nosotros mismos ya que no lo hacemos. Esto implicará una reconstrucción de la ética y del servicio público centrado en el mérito. El núcleo de todo es que nosotros tenemos que construir una nueva institucionalidad pública, en la cual el mérito y la igual dad de acceso sea el principio a partir del cual funcione todo el aparato administrativo y organizativo de la organización social que tenemos (Estado). Que esa nueva organización o estructura pública requerida sea capaz de construir o deba responder a necesidades territoriales y poblacionales a través de una gobernanza que implique consensos, concertaciones y diálogos propios de una acción social fortalecida. Nada de esto se dará sin la acción social.
Los ciudadanos de Colombia (obreros, campesinos, indígenas, barriadas, etc.,) no están debidamente organizados, no saben protestar, no saben concertar, ni interlocutar y mucho menos ni dialogar con el Estado. Como tampoco, se tiene el lenguaje técnico para dialogar con los servidores públicos. Impera el desconocimiento para manejar los formatos dispuestos por laadministración pública y sus diferentes dispositivos para dialogar con burócratas. Mientras no nos organicemos, mientras no nos eduquemos, sino cambiamos la mente y las instituciones para responder a la complejidad de las relaciones, no tendremos cambios a la vista pronto. Necesitamos educación, organización, Acción social. Cambiamos y construimos una nueva gestión pública sólo si los ciudadanos tenemos el valor para trabajar en ese cambio social. No puede haber organización social ni acción social sino estamos educados, incluso políticamente. No puede haber participación o interlocución con el Estado si este no ayuda, sino es el motor del desarrollo, sino ayuda con recursos, sino capacita. Ese debe ser el nuevo rol del Estado en los próximos años o décadas. Nos más deseos, retórica, sueños, anhelos. Iniciemos con la acción ya. Entendida esta como “Acción Social”.
Sobre todo, hacer de cada ciudadano un
Los ciudadanos de Colombia (obreros, campesinos, indígenas, barriadas, etc.,) no están debidamente organizados, no saben protestar, no saben concertar, ni interlocutar y mucho menos ni dialogar con el Estado. Como tampoco, se tiene el lenguaje técnico para dialogar con los servidores públicos. Impera el desconocimiento para manejar los formatos dispuestos por la
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