En su discurso de posesión, el Presidente Santos mencionó la palabra “paz” en doce (12) oportunidades; lo que nos pone a reflexionar nuevamente sobre su contenido, significado, alcance, evolución, reconocimiento oficial como derecho humano y su efectividad como atributo inherente a la persona humana.
Cabe decir que el concepto de paz ha evolucionado, pues las formas de concebirla no han sido siempre las mismas. Finalizada la II Guerra Mundial surgieron investigaciones sobre su alcance amplio y dinámico. No significa simplemente la ausencia de conflicto armado, sino que también implica un estado de justicia, de bienestar, de satisfacción de las necesidades básicas; lo cual se resume en la ausencia de violencia directa e indirecta, que implica la presencia infaltable de los derechos humanos.
Pero también, comenzó a contemplarse en instrumentos jurídicos internacionales (Declaración sobre la preparación de las sociedades para vivir en paz, Declaración sobre el derecho de los pueblos a la paz y la Carta Africana sobre derechos humanos y de los pueblos) el debate sobre los derechos de solidaridad, categoría dentro de los cuales se encuentra “el derecho a la paz” sin definirse estrictamente su contenido. Tampoco se han establecido de manera expresa, los caracteres y su naturaleza, ni la determinación, con precisión, quiénes son los titulares y, mucho menos, se ha logrado plasmarlos en normas jurídicas universales tal como los Pactos Internacionales de Derechos Humanos con compromisos sustanciales y mecanismos efectivos para su protección.
Entendemos que los derechos humanos están llamados a formar parte del contenido de la noción amplia de paz, toda vez que está llamada a constituir un valor alcanzable mediante la plena vigencia de los derechos humanos, pues la observancia de estos, permitirá el desarrollo, justicia y bienestar, aspectos integrantes de su contenido.
En Colombia, debemos iniciar a construir el verdadero concepto de lo que entendemos por derecho a la paz, como aquel “derecho de todas las personas, consideradas individual y/o colectivamente, a contribuir en los esfuerzos de pacificación, a oponerse a todo acto de violencia y a gozar de un ambiente de armonía que le permita la satisfacción plena de sus necesidades y el total respecto de los derechos humanos individuales y colectivos”.
El mensaje presidencial, debe entenderse como un mandato a las Instituciones de todo orden a fin de iniciar acciones concretas para un contexto propio del “postconflicto”, y no sólo el de seguir añorando vivir en paz, sino que debemos prepararnos para navegar dentro de una sociedad inmersa en “el derecho a la paz”.
1 comentario:
si que no digan queremos la paz queremos la paz" sino que busquen la manera de pagar los impuestos y asi contribuiran al desarrollo del pais y tendria paz con sigo mismo y con el estado, no a las trampas.
ante todo la verdad. y la verdad oz hara libres.
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