Culminado el proceso electoral, vuelve la aparente calma en
nuestra triste y cruel realidad, agobiada por tantas dificultades que padecemos
en este país. Hace unos días, la ESAP convocó a un Foro sobre el balance del
Marco de Implementación sobre los Acuerdos. Situación preocupante. Lo cierto es
que, tenemos una prioridad que se debe alertar y alentar, y tiene que ver con el
cumplimiento del Plan Marco de Implementación de los Acuerdos de Paz. La
percepción es que se ha relentizado su ejecución y, no es conveniente, para los
intereses relacionados con la paz y transformación de Colombia. No es posible
que la academia, la sociedad civil, y en general, todas las entidades del
Estado manifiesten desconocimiento, contribuyan con las dilaciones, retrasos,
distorsiones, simulaciones, incumplimientos o modificaciones de los mismos;
dado que el reto principal es que estos deben traducirse en una política
pública una vez incorporados en los planes de desarrollo y garantizada su
financiación en los próximos 10 o 15 años. El llamado es para las instituciones
de educación superior a fin de caracterizar los acuerdos, en el entendido que
se escuchen los saberes de la población, para que se entienda y comprenda el
proceso mediado por obstáculos y oportunidades en sus días, meses, años y
décadas de implementación. Que al ser una sociedad democrática, no se deben
entender los Acuerdos como maximalistas, sino desde la óptica de lo
minimalista, es decir, de la complejidad que lo caracteriza. Así mismo, que su
lectura no puede hacerse de manera aislada, sino bajo los enfoques de género,
de derechos humanos, territorial, etc. Que no es posible que en lo que va
corrido de firma de los Acuerdos, el gobierno frente al Plan Marco de
Implementación sólo presente en rendición de cuentas unas bases en power point
sin enfoques, sin líneas base, sin metas, sólo con 100 indicadores de gestión,
más no con indicadores de resultados. Además, de modificar unilateralmente de
10 a 15 años este proceso. Menos, el de aún no iniciar la modificación de la
Ley 152 de 1994 para lograr su incorporación en los planes de desarrollo como
está estipulado en su texto y diseño, lo cual es grave. Pero más, el hecho de
estar desfinanciado. Para algunos actores, manifiestan que costará 5.2%
billones del PIB por año, para otros, que será de 2%, algunos que no llegará ni
al 1% y ello, en un plazo de 15 años. Así mismo, que el plan requería recursos
nuevos para su financiación de al menos uno 47 billones. Pero al realizarse la
simulación, casi 39 billones no son recursos nuevos, sino que eso ya se vienen
trabajando. Eso es mucho más gravísimo. Esto se evidencia en los informes del
Instituto Kroc. No se puede bajar el acelerador en este proceso. Retos del
nuevo gobierno.
jueves, 28 de junio de 2018
miércoles, 13 de junio de 2018
RETOS EN ZONAS DE FRONTERA
Columna publicada en el Diario la Nación el 13/06/2018
Por el proceso electoral vigente, hemos pasado a un segundo plano el
fenómeno migratorio venezolano. Y los que vivimos en el centro del país, menos
preocupación al respeto. No obstante, mínimamente nos habremos cuestionado en
el Huila sobre ¿Cuántos venezolanos ya están en nuestro territorio?, y ¿qué ha
pasado con quienes han llegado?. Al parecer, ese asunto como que se lo dejamos
es a las alcaldías o gobernación para que se encarguen desde el registro
administrativo de migrantes venezolanos (RAMV) y, todo lo demás. Pensar así, es
irresponsable. Ya los efectos los tenemos a la vista: venezolanos de taxistas,
mototaxistas, etc. Quienes hemos tenido la oportunidad de vivir y trabajar en
una zona de frontera, tenemos más conciencia sobre esta situación. Nos compete
a todos involucrarnos en lo que significa la migración, migrantes, refugiados y
su impacto para salirle al paso a la xenofobia, rechazo, hostilidad,
aculturización deculturización, transculturización reculturización,
neoculturización, hibridación cultural,
estigmatización e indiferencia hacia esta población y, más bien, tratar
de evitar al mínimo la vulneración o, más bien, incidir en la garantía de sus
derechos, dignidad, compromiso, comprensión, oportunidades, integración,
asistencia y sensibilización como un ciudadano más de este mundo globalizado
que es. En el caso de Venezuela, por su desequilibrio económico (hiperinflación
en más de 13.000%, su pérdida del poder adquisitivo, escases de recursos y
materias primas), la migración hacia nuestro país en busca de mejores
oportunidades, continuará aumentando. No hay solución a la vista. Es de pleno
conocimiento que la entrada de ciudadanos del país hermano a territorio
colombiano ha causado una serie de problemáticas de alto impacto en aspectos
como seguridad, salud, empleo, registro migratorio, educación, niñez,
comunidades indígenas; que han demandado inversiones no contempladas dentro del
presupuesto nacional y, tampoco existente en los locales. De ahí la
importancia, como lo han reiterado distintos actores, de contar con soluciones
de Estado y no de gobierno de turno o de paños con aguas tibias. Es decir, una
política pública integral de migración. Que contenga una amplia regulación
sobre las dimensiones del tránsito transfronterizo (en Tarjetas de movilidad fronteriza,
permiso especial de permanencia, sistema de registro de información de
extranjeros) y que promueva una amplia pedagogía sobre el particular. También,
herramientas tecnológicas para hacer seguimiento y control de la frontera. Que
impulse el fortalecimiento institucional (desde alcaldías, gobernaciones, red
de instituciones con autoridades nacionales y regionales) y se gestione con la
creación de un fondo para obtener más recursos y efectuar valoraciones
sectoriales de necesidades a fin de solucionar problemáticas puntuales de la
frontera. Poner a andar el registro administrativo de migrantes, así como a la
atención de población migratoria y fronteriza. Un programa completo de
atención, no sólo a los connacionales que retornan, sino a las comunidades
receptoras. Es decir, que impacte en políticas sociales, económicas educativas
y sociales de estas zonas en particular. No al desarraigo.
martes, 5 de junio de 2018
NO A DISCIPLINA PARA PERROS
Columna publicada en el Diario la Nación el 30/05/18
Cuando nos encontramos reflexionando sobre los
resultados electorales (perdedores, ganadores) del pasado domingo, así como,
sobre las distintas estrategias para orientar o conquistar el posible voto de
las personas que llegaron hasta esta instancia directa con sus propios
candidatos para que se una a cualquiera de los dos extremos (derecha –
izquierda); no la tendrán fácil, pues la disciplina para perros en otros
tiempos implementada a los seguidores de un partido, ya no se podrán aplicar
hoy. El acceso a la información, el cambio de generaciones, la definición de
prioridades tanto personales como de lo que debe ser el rol del Estado, entre
otros factores, ha permitido que el votante no siga lineamientos de un partido,
sino unos ideales propios y que los vea reflejados en el candidato. No pueden
los dirigentes que perdieron en estas elecciones, abrogarse el derecho de
endosar o limitar la actuación de sus seguidores o votantes. Así que pierden el
año, quienes piensen que con el sólo hecho de lograr una alianza con los
candidatos ganadores y los que no pasaron a la segunda vuelta, ya tendrán
asegurados esos votos y procedan matemáticamente a hacer cuentas alegres. Lo
único es que quedarían endosados, con este tipo de acuerdos. Así que pierden el
tiempo, al hacer coqueteos de una campaña con la otra para asegurar esos votos.
Incluso, eso generaría rechazo. Es vergonzoso observar el actual panorama,
cuando ciertos candidatos, quienes en su momento expresaron que jamás se
unirían a ciertos candidatos, ya han doblado la mano y, hasta la cabeza, para
sumarse a las que antes denigraron. Es decir, en política, parece que el todo
sí vale. Ese aparente tridilema del grupo de Fajardo, cambio radical y del
partido liberal de si se van para donde Duque o Petro, o si dejan en libertad a
sus votantes, no es complicado de resolver. Como están las cosas, lo mejor que
pueden hacer los dirigentes de esos partidos, es manifestar que sus votantes
decidan con autonomía su inclinación por una u otra campaña dado que la
disciplina para perros ya no les aplica. Quedó demostrado en las elecciones
anteriores, cuando los mismos líderes políticos escogieron tolda como se le dio
la gana. El sólo hecho de analizar lo de Humberto de la Calle, donde los
congresistas hicieron como aquellos que tiran la piedra y luego esconden la
mano, es triste. Luego salen a lavarse las manos, para decir, que si ayudaron
cuando por debajo de cuerda ya estaban en las campañas ganadoras. Ni que decir,
con los de cambio radical, que sí tenía toda la maquinaria y, ni eso funcionó.
Fiel reflejo de la realidad. “Interés
cuánto vales”. Sin embargo, como estamos en una democracia, y necesariamente
debemos elegir un gobernante, tomemos partido en ello. Pero de manera libre.
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