Cuando nos encontramos reflexionando sobre los
resultados electorales (perdedores, ganadores) del pasado domingo, así como,
sobre las distintas estrategias para orientar o conquistar el posible voto de
las personas que llegaron hasta esta instancia directa con sus propios
candidatos para que se una a cualquiera de los dos extremos (derecha –
izquierda); no la tendrán fácil, pues la disciplina para perros en otros
tiempos implementada a los seguidores de un partido, ya no se podrán aplicar
hoy. El acceso a la información, el cambio de generaciones, la definición de
prioridades tanto personales como de lo que debe ser el rol del Estado, entre
otros factores, ha permitido que el votante no siga lineamientos de un partido,
sino unos ideales propios y que los vea reflejados en el candidato. No pueden
los dirigentes que perdieron en estas elecciones, abrogarse el derecho de
endosar o limitar la actuación de sus seguidores o votantes. Así que pierden el
año, quienes piensen que con el sólo hecho de lograr una alianza con los
candidatos ganadores y los que no pasaron a la segunda vuelta, ya tendrán
asegurados esos votos y procedan matemáticamente a hacer cuentas alegres. Lo
único es que quedarían endosados, con este tipo de acuerdos. Así que pierden el
tiempo, al hacer coqueteos de una campaña con la otra para asegurar esos votos.
Incluso, eso generaría rechazo. Es vergonzoso observar el actual panorama,
cuando ciertos candidatos, quienes en su momento expresaron que jamás se
unirían a ciertos candidatos, ya han doblado la mano y, hasta la cabeza, para
sumarse a las que antes denigraron. Es decir, en política, parece que el todo
sí vale. Ese aparente tridilema del grupo de Fajardo, cambio radical y del
partido liberal de si se van para donde Duque o Petro, o si dejan en libertad a
sus votantes, no es complicado de resolver. Como están las cosas, lo mejor que
pueden hacer los dirigentes de esos partidos, es manifestar que sus votantes
decidan con autonomía su inclinación por una u otra campaña dado que la
disciplina para perros ya no les aplica. Quedó demostrado en las elecciones
anteriores, cuando los mismos líderes políticos escogieron tolda como se le dio
la gana. El sólo hecho de analizar lo de Humberto de la Calle, donde los
congresistas hicieron como aquellos que tiran la piedra y luego esconden la
mano, es triste. Luego salen a lavarse las manos, para decir, que si ayudaron
cuando por debajo de cuerda ya estaban en las campañas ganadoras. Ni que decir,
con los de cambio radical, que sí tenía toda la maquinaria y, ni eso funcionó.
Fiel reflejo de la realidad. “Interés
cuánto vales”. Sin embargo, como estamos en una democracia, y necesariamente
debemos elegir un gobernante, tomemos partido en ello. Pero de manera libre.
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