Definitivamente nos encontramos en un mundo en transición. En
una nueva geopolítica internacional. Y en unas relaciones entre Estados
fragmentadas. Incluso, mayor al
provocado después de la segunda guerra mundial y, mucho más potente que, el
fundamentado con la caída del muro de Berlín, como para referenciar dos fechas
o puntos de partida recientes con relación al Estado, gobierno y la democracia.
En esta coyuntura, es donde más necesitamos la visión de los expertos en
ciencia política y disciplinas sociales para que nos ayuden en la comprensión
sobre una mirada crítica en los fenómenos de este cambio acelerado en el que
estamos atrapados. Uno no puede desentenderse de los retos actuales de los
gobiernos democráticos en la crisis del neoliberalismo y, determinar si lo que
existe es un vaciamiento de la democracia, o crisis de la democracia liberal, o
hasta donde puede medirse la democracia, por un lado. Por otro, si lo que está
ocurriendo es un desbordamiento del Estado como consecuencia de la gobernanza
participativa que cada día es más fuerte, del feminismo en marcha que ha ganado
bastante terreno, de la constitucionalización de los derechos humanos y la implementación
de políticas públicas con énfasis en los social. Mucho menos, dejar de
cuestionar cómo opera hoy el Estado, si aún sigue vigente la división de
poderes en el actual Estado de partidos y, si existe un sector público no
estatal que hace contrapeso. Significativo verificar las definiciones de hace
unos cuantos años sobre el Estado como “relación social”, “máquina al servicio
de la burguesía”, “instrumento de dominación”, “producto de la construcción
histórico social”, entre otras, si aún persisten en este ambiente de cambios
profundos. De igual forma, la reflexión del por qué los movimientos de
izquierda ganan el gobierno pero no el poder, sus posibles errores cometidos y,
cuáles son los elementos (el Lawfare) sobre los que se ha reconstruido la derecha.
Importante traer a colación, para el proceso de cuestionamiento al que aquí se
invita, el análisis sobre lo que fue la llegada al poder de Hugo Chávez en
Venezuela en 1998, que nos genera el reto de saber cuánto de lo logrado en este
ciclo se mantiene, qué va a perderse y qué elementos emancipadores pueden
ganarse en el nuevo ciclo. Estamos en la coyuntura ideal para analizar si la lucha
por el control de la comunicación hegemónica instaurada por la derecha
tradicional latinoamericana en las tecnologías de la información, las emplea
para desinformar a la población, tergiversar los proyectos políticos
progresistas regionales e influir o no en las campañas electorales locales. Y a
este ejercicio intelectual, agregar las connotaciones sobre la inserción
internacional, el acceso a las nuevas tecnologías, el auge de las redes
sociales o los desafíos globales (cambio climático, ataques cibernéticos,
empeoramiento del nivel de vida de los ciudadanos, peligros de los patógenos
biológicos), y su incidencia frente al Estado, gobierno y democracia. El debate
está abierto y es urgente.
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