Columna publicada en el Diario la Nación el 23/06/2021
La alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle
Bachelet, en su reciente intervención ante el Consejo de Derechos Humanos de
Naciones Unidas, entorno a la violación de derechos humanos en Colombia,
expreso que “se están presentando los mayores y más graves retrocesos de
derechos humanos en el mundo que ha visto en su vida y que para recuperarse de
eso se necesita una visión conjunta con una acción concertada”. No sólo trajo a
colación los 56 muertos y las 49 víctimas de violencia sexual ocurridos en el
marco del paro nacional, sino que también hizo alusión a la necesidad del
cumplimiento de la implementación del Acuerdo de Paz para superar los
conflictos en nuestro país y, de paso, generar confianza en la población. No me
imagino el informe entonces de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
sobre la visita recientemente efectuada. Supongamos que convocáramos un proceso
de rendición de cuentas de los observatorios de derechos humanos, de todas las
personerías, defensorías, fiscalía, procuraduría, bienestar familiar, juzgados
y de todos los promotores y defensores de derechos humanos y sus colectivos,
como a las altas consejerías presidenciales para los derechos humanos y la
equidad de la mujer para conocer la situación real sobre violación y negación
de derecho humanos y derecho internacional humanitario en Colombia; y el
panorama no sería alentador. Sólo basta el hallazgo de la cabeza de un joven en
una bolsa negra arrojada desde una moto el domingo anterior en el callejón el
Delirio, corregimiento de Aguaclara en Tulúa, Valle como símbolo de la
degradación que estamos presenciando. Para no ir tan lejos, el asesinato de la
hija de uno de nuestros concejales del Municipio del Pital. Podríamos seguir
sin terminar los hechos abominables que comprometen la vida y la dignidad de
las personas de todas las edades, género y localidades y de los diferentes
sectores de la sociedad y que están relacionados con un terrible panorama de los
derechos humanos. ¿Qué nos está pasando?. ¿Nos está ganando la descomposición
del cuerpo o la autodestrucción de todas las escalas de valores y normas
construidos en este mundo social?. No se entiende, que a pesar de numerosos
programas en temas de la dignidad humana, derechos humanos, derecho
internacional humanitario, sistema nacional de derechos humanos,
institucionalidad de derechos humanos, aumento de penas, incluso el
establecimiento de la cadena perpetua, no se observe la disminución de las
estadísticas de personas lesionadas, asesinadas, desaparecidas, violadas,
mutiladas, etc. Cómo no recordar el caso del joven que venía del Perú y, unos
sinvergüenzas los cogieron y lo tiraron del puente, sólo por verlo caer. Algo enfermizo
ocurre en esta sociedad. No le estamos prestando la mayor atención a las
enfermedades mentales (psicosociales), problemas económicos, entre otros, que
están dejando al descubierto nuestra vulnerabilidad en la convivencia en
colectivo. Esta pandemia, al parecer, ha puesto al descubierto con mayor visibilidad
la afectación de derecho humanos en todos los órdenes. ¿Cómo trabajar esa
visión conjunta y acción concertada para recuperarnos de esa autodegradación y
autodestrucción?.