Columna escrita en el Periódico Panorama Araucano, Mayo 2016
Ahora
que salió a flote los diálogos entre el ELN y el gobierno a los ya adelantados
en Cuba con las FARC; indispensablemente no podemos seguir pensando cómo será
el país en paz (terminación conflicto armado), sino en la agenda que tiene que
implementarse una vez se firmen los Acuerdos para ponerle fin a estos
enfrentamientos (Posacuerdo). Es indiscutible que la vida cambiará para todos
(Estado, Mercado, Sociedad Civil, Administración Pública, etc), con el nuevo
lenguaje de la paz. Se tendrá que trabajar en la construcción de la democracia,
en especial de la población del campo, de las zonas rurales y urbes de
territorios más golpeados con la violencia, dado que tendrá que hacerse política
sin armas. Se tendrá la oportunidad de pedir rendición de cuentas y trabajar
para eliminar el flagelo de la corrupción. Hacer esfuerzos institucionales y
financieros, para que al pasar las semanas, meses y años no nos decepcionemos
tan rápido entorno a lo que deseábamos que ocurriera con la firma de los
Acuerdos. Se requiere construcción de vías de comunicación, acciones propias
para el mejoramiento del servicio de salud, mejoras en la calidad de vida,
entre otros. Es decir, ya debemos tener la “Agenda Necesidades de Colombia-ANC o, Agenda Posconflicto
de Colombia-APC, que recoja todas las demandas de los diferentes sectores de la
sociedad colombiana. Ello implica, un esfuerzo casi espiritual, dada la tarea
inaplazable de formación de identidad que no ha existido por la distancia
geográfica (ciudades, zonas rurales, caseríos, pueblos, veredas, corregimientos)
del país que lo que han hecho es aumentar las brechas de la desigualdad. Así
mismo, acciones para trabajar en seguridad frente a otros grupos y bandas
criminales que seguirán actuando. En otras palabras, no tenemos que pedirle
tanto al Estado Colombiano, sino más bien ciudadanos con más conciencia y decididos
en cumplir con su aporte y tarea. Poner en práctica el posconflicto, con la
presencia del Estado, mantener la institucionalidad, el no de la violencia de
las guerrillas, impedir que aumente el de las pandillas o bandas criminales; no
será tarea fácil. El Posacuerdo, reviste una importancia suprema puesto que
debemos lograr que la fuerza militar legal y legítima esté presente en todo el
territorio. Debemos lograr que los congresistas aprueben la “creación del
servicio civil” con los estudiantes a graduarse de bachilleres, el trabajo
social con los que se graduarán de cualquier carrera profesional o tecnológica
y de los programas de formación del SENA, por el término de 10 meses; los
cuales podrían ser un ejército de personas que ayudarían en esta transición del
posconflicto. La misma gente de las FARC tendría que hacer servicio civil
obligatorio. Ni qué decir del tema de la justicia. Vamos a tener que garantizar
que no se tome justicia con las propias manos. En las zonas de
desconcentración, que los exguerrilleros no se presten para ajusticiar con sus
propias manos. Es necesario el lema de “Reconciliación y Perdón”. Todas estas
premisas, implican asumir la paz como un compromiso personal. No sólo del
Estado. Somos
conscientes que existe en la actualidad una cierta apatía de un gran número de
colombianos por la paz. Hay desconfianza, no se sienten involucrados, tienen
miedo, se desconfía del proceso. No obstante, hasta los jóvenes deben ayudar.
Toda la sociedad tiene que trabajar en el fortalecimiento de la confianza, en
el nuevo rol del Estado. Desde luego, que no es lo mismo el que ha vivido la
guerra, al que vive en la ciudad sin haber estado en los campos de batalla de
las zonas afectadas por el conflicto. Sin embargo, en Colombia, todos
terminamos involucrados en el conflicto. Se ha evidenciado una ganancia, y es
que ya no se presentan tantos atentados por acción de la guerrilla, secuestros,
reclutamiento, narcotráfico, etc. Por eso, el día que se firme el acuerdo, más
gente se subirá al carro del ganador, pues la paz se dará con actos simbólicos,
con la entrega de armas, no se deberán guardar, como muy seguramente ocurrirá. Promover
la cátedra de la paz, es una buena iniciativa y alternativa. Por otro lado,
también somos conscientes de la polarización del país en torno a la paz. Ha
subido y bajado y depende de la coyuntura. Colombia no es la excepción. Hay un
aumento de polarización en todo el mundo, pero más en nuestro país. En
consecuencia, este es un desafío en la cruzada por la paz para superar las diferencias
pero sin armas. Se tendrá que trabajar en el autoestima de los colombianos mismos
(Colombia es un país rico). Debemos sentirnos que Colombia vale la pena, que no
es sólo droga, males, terrorismo, pobreza, desigualdad. Trabajar en esto, nos
ayudaría a despolarizar, porque ganaríamos al sentirnos que sí valemos, que
todo vale la pena. Venimos históricamente en luchas. Todo esto se solucionará
con un cambio generacional. Seríamos o somos un ejemplo de paz en un mundo en
guerra. ¿Yo en que contribuiré?.