Definitivamente en esta contienda electoral, uno quisiera escuchar
alguno que otro candidato, al menos eso, de los tantos que pululan por estos
días como rascaculero alboratado, que esté matriculado o se identifique o
promueva discurso propio del pensamiento crítico. Entiéndase, de la teoría
crítica. ¡Pero qué va!. No podemos pedir peras al Olmos. Seguimos escuchando
banalidades que ni siquiera pertenecen a planteamientos de la teoría
tradicional de hace unos cuantos años. Por no decir, trivialidades. Todos (los
candidatos) dejan entrever las ansias de llegar a caramelear las relaciones de
poder, y en su gran mayoría, sin conocimiento de lo público. O con poco, por no
ir al extremo. Esto lo que conducirá, es a seguir repitiendo las artimañas más
odiadas por estos tiempos (corrupción). Por supuesto, que si no plantean las
bases de un pensamiento crítico en sus programas de gobierno, en el que tienen
la posibilidad de ser construidos con el apoyo de expertos, como debiera serlo,
al menos para la evidencia escrita, difícilmente se dejará ver que esto sea
posible en sus posibles argumentaciones en público. A gritos la ciudadanía o la
sociedad está urgida de encontrar líderes que promuevan alternativas donde se
pudieran dar respuesta a las necesidades y esperanzas (dolor acumulado a lo
largo de la historia) de nuestros pueblos. Me refiero a todas aquellas acciones
en la que por años, se ha conducido a procesos de silenciamiento, explotación,
marginación, subordinación, dominación, injusticia, opresión, negación del ser
humano, pobreza, exclusión, desigualdad, situaciones de indignidad,
invisibilización, clasificación de la población, estratificación de razas,
racismo, patriarcado, mercantilización, demandas y derechos postergados y luego negados, ofertas
modernizantes engañosas y frustradas, entre otros aspectos; que han conducido
es al malestar, la indignación y el inconformismo ciudadano. No es en vano,
ciertos movimientos sociales. Las bases del pensamiento crítico, está edificado
en la convicción de que es posible transformar las condiciones sociales por
estos procesos que aquejan a nuestro mundo. Transformación social que no acepta
la realidad que tenemos y que estamos padeciendo, como tampoco acepta de manera
pasiva a la injusticia que nos carcome. Es decir, su reto principal es la
emancipación humana. Esos anhelos por condiciones de vida digna (no
vulneración), de lucha por la dignidad, de justicia- incluso cognitiva-, de un
nuevo proyecto de sociedad, de una verdadera aproximación a la compleja
realidad social, de desestabilizar y transformar las actuales relaciones de
poder, de un aproximación teórica-crítica de la economía política, de la
verdadera riqueza humana, del fomento del principio de la agencia humana-que le
permita reaccionar-, de repensar el Estado frente a su poder cooptado, de controvertir
el universalismo que ya es de otra época dado que estamos es con la
interculturalidad emergente de nuestros pueblos; exigen una respuesta (dialogo)
ética, política y epistémica en la lectura de las actuales circunstancias para
reinventar ese nuevo mundo que necesitamos. Es decir, no hay propuestas (discursos)
ambiciosas en los miles de candidatos, que les permitiera soñar a los más
desprotegidos (pobres), que se suponen son los que representan, a fin de
alimentar los discursos de los que sí están en el poder. ¿Hasta cuando?. No se
ve horizonte.
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