En la coyuntura que nos encontramos (zozobra, miedo,
desilusión, rabia, odio...) por el acto terrorista perpetrado la semana
anterior y que no sólo cegó los sueños e ilusiones de unos jóvenes
excepcionales para el futuro de nuestro país, sino que también, desactivó la
calma (confianza) que se había tenido en estos tres últimos años de disminución
de hechos violentos derivados del proceso de paz con las FARC; las medidas y acciones a seguir, tanto
por el gobierno como de la sociedad en general, deben superar el deseo o sed de
venganza únicamente. Eso lo entendemos perfectamente, quienes hemos perdido
familiares o sufrido producto de estos hechos en décadas pasadas. De algo debe
servirnos la pedagogía que se ha emprendido con ciertas instituciones de
educación superior, sobre lo que significa la construcción de una paz estable y
duradera, una paz territorial, la apropiación de los derechos humanos y derecho
internacional humanitario, la participación ciudadana y la comprensión en
cuanto a que los conflictos en el mundo se menguan bajo procesos de negociación
política (solución negociada). No vale la pena desgastarnos en estos momentos,
en cuanto si la misma policía tuvo la culpa por fallas en su propia seguridad.
Algunos dicen que sí hubiese ocurrido en Ecuador, como mínimo tanto el ministro
de defensa y el director nacional y el de la Escuela General Santander ya
debían haber renunciado o retirados de sus cargos. Tampoco, en falaces
especulaciones sobre ciertas imágenes divulgadas para endilgar que no fue un
atentado sino un autoatentado. Ni menos, si debieron o no salir a la marcha
convocada contra el terrorismo. Ni el tema de debate frente a si se deben o no
cumplir o aplicar por parte del gobierno de Cuba los protocolos con relación a
la cúpula del ELN por encontrarse allí. De la misma manera, poca importancia
reviste si los partidos políticos exigen más dureza del gobierno o que prosiga
en favor de la negociación. Lo único cierto de todo esto, es el rechazo
generalizado a esta infamia del terrorismo tanto por la comunidad nacional como
internacional, lo que permite indicar que todos estamos con una sola voz, bien
a gritos o en silencio: “no más”, “nunca
jamás que se repitan estos hechos”. El mundo sigue azotado por conflictos armados que castigan
especialmente a la población civil –víctima directa de ataques deliberados e
indiscriminados e incluso de crímenes de guerra y/o contra la humanidad– y que
dejan detrás un terrible saldo de muertes, destrucción y desplazamientos
masivos. Aún persisten 33 conflictos armados (13 en África, 10 en Asia, 6 en
Oriente Medio, 3 en Europa y 1 en América). No podemos permitir que el de
América (Colombia), reaparezca. La negociación política negociada debe
continuar. Máxime, cuando se conoció por el propio Alvaro Leyva que los
Acuerdos sobre cese bilateral al fuego con el ELN estuvo a punto de firmarse.
Una idea audaz: el gobierno debería incluir a Timochenko como mediador ante el
ELN ya que ha cumplido con los Acuerdos, ha mostrado decisión de diálogo con el
gobierno nacional y, éste, participó en dos reuniones con este grupo armado. No
descartarlo. Se deben agotar todas las instancias. Pero la única forma es una
solución política negociada para lograr la paz. Así se está entendiendo en el
mundo entero. Desde luego, sin descuidar la seguridad por parte del gobierno.
miércoles, 23 de enero de 2019
sábado, 12 de enero de 2019
EL FUTURO DE NUESTRA ESPECIE
Columna publicada en el Diario la Nación el 26/12/2018
Qué mejor momento, para reflexionar sobre nuestra misma
existencia y, lo que nos deparará en el futuro inmediato que este. Caería muy
bien, en este espacio de encuentro a solas y de cuestionamiento conjunto o
familiar (vacaciones), leer previamente el ensayo de Yuval Noah Hariari: “De animales a Dioses. Una breve historia de
la humanidad”, quién explica lo que podría llegar a ser el futuro de
nuestra especie humana. Aunque no es
la verdad absoluta de lo que pasará, ni mucho menos de un vaticinio, sí es un
referente inquietante lo planteado en este texto. Lo único cierto en estos
tiempos aparentemente modernos, es que las prioridades para la supervivencia
como especie han cambiado ante los problemas de distinta estirpe, en especial,
los manifestados por la propia naturaleza y los generados por los avances
tecnológicos. Temas relacionados con la lucha contra el envejecimiento,
búsqueda de la inmortalidad, conquista de la felicidad y, la posibilidad de intervenir
de manera activa en el futuro a través de los desarrollos tecnológicos, son los
que principalmente nos inquietan según lo planteado por el autor. Entonces, la
reflexión, no es sólo individual ni de interés o beneficio personal. No podemos
substraernos o alienarnos con relación a las implicaciones sociales de estas
temáticas. No sólo es función de los detentadores (élites) del poder (económico
y político) ya que estos los manejan o desarrollan a su antojo. Nos compete a
todos. Por ello, es interesante la información proporcionada por este libro de
apoyo reflexivo, para entender cómo hemos llegado a estos tiempos, qué nos
diferencia a los humanos de otras especies, y porqué el ser humano, al tiempo
que conquista el mundo, lo dota de un significado particular y, luego, qué
elementos o factores relucirán o repercutirán en el futuro. Interesante recordar
que, hace setenta mil años se dio la revolución cognitiva (1ª). Que hace doce
mil años se presentó la revolución agrícola (2ª). Luego, el surgimiento de las
religiones, el comercio, las epidemias, los primeros imperios y las guerras a
gran escala y, que apenas hace unos quinientos años, se inició la revolución
científica (3ª), la cual dio paso a la revolución industrial (4ª) en el siglo
XIX, encontrándonos hoy en pleno auge de la revolución de las tecnologías de la
información y la comunicación (5ª). Así mismo, tener la capacidad de cuestionar
el porqué, las élites ahora la tienen difícil ante las crisis y fenómenos de
las personas pertenecientes a la base de la pirámide donde se observan movimientos
migratorios masivos, baja tasa de natalidad, nacionalismos en marcha, resistencia
a no copiar mandatos de dichas élites y, esto, influirá en el cambio del
panorama sociopolítico a futuro. Gracias 2018. ¿Cuál es nuestra apuesta de
futuro?.
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