El sólo hecho de mencionar en cualquier diálogo la palabra
corrupción, ya no causa ni asombro. Prácticamente, en nuestra sociedad
colombiana, ya hizo metástasis. De 180 países medidos (2018), estamos en el
puesto 99. En Latinoamérica, estamos en el primer lugar con este problema,
seguido por Perú con el 19% y Brasil el 16%. En Índice de Competitividad Global
del Foro Económico Mundial (2017), revela que la corrupción es el factor más
problemático para hacer negocios; y según el 82% de los encuestados por LAPOP (2017),
este fenómeno sigue empeorando. En los datos suministrados por el Observatorio
de Transparencia y Anticorrupción entre 2010 y 2017, las sanciones penales han
aumentado un 200%, las disciplinarias un 20%, y el número de fallos con
responsabilidad fiscal un 365%; dejando en evidencia la magnitud del fenómeno.
En el Huila, tenemos un deshonroso lugar. Todos los días, los medios de comunicación y
las redes sociales nos bombardean con casos que ni si quiera imaginamos. Uno ya
no encuentra ni qué explicarles a los niños nativos digitales. Toca decirles
que este fenómeno, ya está inyectado en ellos y en su ADN. Pero que ojalá no le
vayan a dar click, jamás. Pero con los ejemplos, no hay necesidad, ni siquiera,
de indicarles donde se activaría todo. Sin embargo, no todo está perdido. Toca
aprenderle algo a los venezolanos en su lucha. A no desfallecer. A seguir
buscando alternativas. Y una de ellas, es la que ha emprendido la Secretaría de
Transparencia de la Presidencia de la República que ahora ha iniciado una
agenda conjunta de trabajo con las Universidades para el estudio y análisis de
este fenómeno (casos/temas, conceptualizaciones, insumos de política pública,
identificación y explicación de causas y factores que la originan), cuyo
eslogan: “cero tolerancia con la corrupción”, y que le apuesta por poner la “lucha
contra la corrupción en el centro de la agenda política pública”, para
recuperar la “legitimidad de lo público y la confianza entre el Estado y los
ciudadanos” y, que busca, “contrarrestar sus efectos devastadores sobre el
desarrollo de las comunidades y territorios” (contemplado en el nuevo Plan
Nacional de Desarrollo que se tramita en el congreso). Este anhelo, está plasmado en un Plan de
Trabajo cuyo eje estratégico se denomina “comprensión y análisis del fenómeno”;
razón para la realización de alianzas con Universidades y Centros de
Pensamiento a fin de generar una comprensión integral y multidisciplinaria del
fenómeno de la corrupción y las posibles soluciones de política pública que se
requieran para hacer frente al mismo. Además, que responde a una exigencia para
impulsar la implementación de los compromisos derivados de los acuerdos asumidos
por Colombia en el marco de las Convenciones y Compromisos Internacionales de
lucha contra la Corrupción, promoción de la transparencia y Gobierno Abierto.
¿La red de universidades del Huila, ya habrán atendido el llamado?. Sería
inaudito, no hacerlo.
jueves, 7 de marzo de 2019
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