Columna publicada en el Diario la Nación el 05/08/2020
El pasado 24 de junio se
realizó el Foro: “Acelerar los PDET para reactivar la economía”, con el fin de
vislumbrar alternativas en la creación de oportunidades que beneficien a todos
los sectores de la sociedad en el escenario de post Covid-19 y el impulso del
crecimiento económico del país, a partir de la dinamización de los Programas de
Desarrollo con Enfoque Territorial. En este escenario, se debatió sobre lo que
la Colombia de hoy necesita para estabilizar las zonas del conflicto, la
inversión pública requerida en las mismas, la consolidación de la paz, su
estabilización y la intervención pública requerida como uno de los aspectos
claves del Acuerdo de paz y de la reforma rural integral. En otras palabras,
impulsar la reactivación de la economía y pagar la deuda histórica que tiene el
Estado colombiano con la ruralidad y, en especial, con estas zonas donde se
concentró la violencia, el narcotráfico y la ilegalidad. Pero paradójicamente,
donde se concentra también la mayor fuente de biodiversidad que tiene nuestro
país. Los PDET se construyen en 170 municipios (un tercio del territorio
colombiano distribuido en 16 zonas) sobre la base de unos indicadores, a una confluencia
de factores, su nivel de pobreza que excede en más del 50% de la población, afectación
por el conflicto armado, presencia de economías ilícitas, debilidad
institucional y que congrega alrededor de siete millones de personas que allí
habitan. El tema coyuntural que se presenta, es por el poco avance que ha
tenido este compromiso derivado de los Acuerdos de Paz y que va a manejar una
alta cantidad de dinero en los próximos 10 años. En las ideas gruesas de este
foro, se destacó los ejercicios de construcción como una iniciativa detonante
dentro del proceso de desarrollo de los territorios que impone un gran reto y
oportunidad a las comunidades y que desean ser actores y líderes de su propio
desarrollo. Avanzar en seguridad y conectividad, consolidación de la paz, emprendimientos
exitosos, generación de comercio, proyectos productivos, atracción de inversión
pública y privada. No obstante, la evaluación de esos territorios es un hito
fundamental. Porque una cosa está pensando el gobierno y otras las comunidades.
El tema está en la adaptación de su población. En el entendido de identificar
su gran potencial. Qué aprendan procesos de diferenciación. Que detecten cómo
las ve el mundo. Qué logren saber lo que quiere el mundo. Cómo le vende al
mundo. Y, adaptar su capacidad para responderle al mundo. No es lo contrario.
Es decir, a esperar que el mundo se adapte a estas regiones. La crisis de estas zonas es tan profunda, pues
no tienen infraestructura básica ni recursos suficientes sumado a las
problemáticas ya enunciadas. Lo principal es su reactivación. Los colombianos
desconocemos todos los esfuerzos que se están haciendo en estas regiones. Pero
más, las tareas difíciles y complejas que se deben realizar. No solo por la
ventilación de diferentes puntos de vista, sino por el punto de quiebre que se
debe marcar dado el problema que se remonta a más de 500 años de historia y
varias raíces profundas. Una Hoja de Ruta clara y una implementación efectiva es
lo que se requiere.