Columna publicada en el Diario La Nación el 31/03/2021
En el marco de la semana Santa, todo el compromiso debe centrarse en el fortalecimiento de nuestra vida espiritual. Quiero en este espacio tan importante, compartir con mis lectores el cambio del que he sido objeto en el transcurso de más de 2 años, al haber aceptado que el camino que nos trae verdadero cambio y transformación personal, es el cultivo de la espiritualidad. Después de, aparentemente, contar con una vida exitosa a nivel personal y profesional, mi parte espiritual no era la prioridad. Por muchos años, no entendí el llamado a cambiar de estilo de vida. Siempre estaba presente el obtener un mejor puesto de trabajo, las cosas de valor, los viajes, restaurantes, es decir, el consumismo que nos atrapa. Eso como si el status, poder y reconocimiento es lo que importara y, por ello, uno siente que es reconocido. Pero uno tiene que recibir los golpes que da la vida, para que medianamente se pueda digerir, que ese no es el camino. Que está equivocado. Digamos, que ese proceso de transitar por el mundo fantasioso estuvo presente hasta el año 2006. En esa época, mi vida dio un giro cuando tuve que renunciar forzosamente al último cargo que ostentaba. Desde ese año, arrancó mi proceso de supervivencia. Casi 15 años. Más de una dura década donde fui hasta atracado y herido en mi integridad física y que me dejó en incapacidad por varios meses. Luego un grave accidente de tránsito con nefastas consecuencias (incluso de pérdida de vida humana). Incontables entrevistas y pruebas sin concretar empleo formal alguno. Siempre manifiesto en las conferencias, que solo me ingresaba lo de garantizar la comida y el arriendo. Los interrogantes no faltaban. ¿Qué me ocurre?, ¿qué me está atando?, ¿por qué lejos de progresar retrocedo?, entre otros. Pero nada que entendía el llamado que me decía, pilas que el problema es que Usted está descuidando su espiritualidad. El detonante, una cita médica. Allí, me pronosticaron: “has llegado al límite y lo cruzaste”. Sus consecuencias, no se harán esperar en su salud. Incluso me entregó mi fórmula. Al cual respondí con contundencia: “no puede ser, tengo sólo 48 años”. Por gracia de Dios, inicié con un retiro espiritual de tres días. Previamente había organizado mi vida en matrimonio. Lo más maravilloso que me ha ocurrido (sanación, liberación y perdón). Paralelamente, lectura de la palabra de Dios todos los días en familia. Supremamente transformador. Innumerables sesiones de curso de biblia para aprender a leerla (error creer que únicamente es leer y ya). Múltiples sesiones de misas de sanación para liberarnos de todo aquello que implicó abuso, abandono y agresión desde antes de nuestra concepción. Realizar el rosario, como un regalo maravilloso. Comprender el verdadero sentido de la santa Eucaristía. Efectuar las lecturas y salmo del día que van guiando todo ese aprendizaje. ¡Cuánta transformación lograda! a nivel personal y familiar. Cosas maravillosas empezaron a llegar a mi vida. Además de la paz, gozo y alegría por las cosas que uno obtiene del altísimo. Gracias a Dios. Ahora sí entiendo y comprendo un poco más el significado de la semana santa.