Columna publicada en el Diario la Nación el 11/05/2022
Por estos
momentos cuando estamos saturados, aunque también preocupados, para otros
polarizados, sobre la actual campaña presidencial, nada mejor que dejarse
llevar por la lectura de la reciente publicación de monseñor Libardo Ramírez
Gómez titulada: Huellas de visitas a Tierra Santa en Obispos Huilenses”.
No constituye un libro que haya sido best seller en la última feria del libro
de Bogotá, pero sí un texto único, el cual es necesario que todos los
intelectuales de este departamento, por su especificidad, lo adquieran y se
deleiten con su contenido, pues da cuenta de las experiencias vividas,
apreciaciones sentidas y luego consignadas tanto por monseñor Esteban Rojas
Tovar (1907) como de Monseñor Ramírez (1959) en sus visitas efectuadas a Tierra
Santa. Emocionante, por no decir apasionante, la humildad con la que Monseñor Ramírez,
presenta su obra: “Pasados
los años, en esta época de mis avanzados noviembre y año jubilar de mi
episcopado, libre de cargos administrativos he tenido la posibilidad de hacer
publicación de estos escritos. Reconozco, de una vez, la superioridad de las
páginas de mi predecesor en el episcopado, pero mi aporte es de feliz
perseverancia en similar anhelo de seguir a Jesús, y difundir el significado y
grandeza de su infinito amor hacia los humanos, en su vida, pasión muerte y
resurrección en Palestina”. No sólo ilustra la vida tanto de Monseñor Rojas, sino del
mismo Monseñor Ramírez. Ello, despierta admiración sobre sus vidas consagradas
en el sacerdocio. Indiscutiblemente, unos ejemplos de templanza para los
actuales tiempos, de debilidad. Al entrar en la lectura, es devolverse casi 120
años en la visita de Monseñor Rojas que partió de Mesina (Italia) el 27 de
junio de 1907 y culminó sus 28 días en Roma. La narración de esos detalles de
interés, personajes, lugares, piadosas tradiciones, reflexiones espirituales y
teológicas lo hace a uno emocionar y sumergir, no sólo en el tiempo, sino en la
imaginación de sentirse viviéndolas en el presente. Al menos, soñar en hacer
este recorrido. Por su parte, Monseñor Ramírez, nos recuerda esa inigualable
experiencia consignada de los detalles especiales, lugares santificados visitados
alusivos a la adorable presencia del hijo de Dios hecho hombre, su gestación en
el seno de la Virgen María hasta su despedida de los discípulos en la ascensión
y en envío a llevar la buena nueva a todas las naciones, con la fuerza del
espíritu santo, habiéndolo recibido el día de pentecostés cuando con fervor y
entusiasmo salen a presentar esta historia y mensaje de salvación y que han
sido acogidos por gran parte de los humanos a través de los siglos. Su gran reflexión:
“Fueron estos nuevos
viajes un revivir de mi visita a los Sagrados Lugares en 1959, algo siempre
emocionante y de grande fruto espiritual. Un honor este regalo allegado a mi casa y
mensaje de quien llamo siempre mi padrino: “Que estas huellas complementen sus recuerdos de este
padrino que se alegra de su bienestar con toda su familia. Los llamados y
testimonios de Jesús, María y José nos lleven a culminar nuestras vidas según
su voluntad.” Gracias
Mons. Ramírez