Viernes, 27 Junio 2014 03:5
Columna Escrita en el Diario la Nación.
Por fin en Colombia se toma la decisión de reconocer y celebrar la labor de los servidores públicos (1.200.000), situación adoptada de manera tardía mediante Decreto No. 2865 del 10 de diciembre de 2013 (ni siquiera fue por ley como en otros países), y cuyo único artículo estipula: “Declárese el 27 de junio de cada año, como día nacional del servidor público.
En este día las entidades deberán programar actividades de capacitación y jornadas de reflexión institucional dirigidas a fortalecer su sentido de pertenencia, la eficiencia, la adecuada prestación del servicio, los valores y la ética del servicio en lo público y el buen gobierno.
Asimismo, las entidades deberán adelantar actividades que exalten la labor del servidor público. El día 27 de junio de cada año, no se constituirá como de vacancia”. Este propósito había sido impulsado por la OIT en sus convenciones 151 y 157 de 1978 que se han ido incorporando en las Constituciones de cada país.
Incluso, Estados como Brasil, lo celebran desde 1937, Perú desde 1950, Ecuador desde 1966, República Dominicana desde 1981 y, así por todo Iberoamérica. Lo importante de todo esto, es la posibilidad de destinar un día para reflexionar sobre la labor que se cumple como servidor público, sus competencias, habilidades, destrezas, perfiles, principios, valores y su profundo reencuentro o revalorización de su vocación frente al servicio público. Cada país lo celebra a su manera.
Mejor, cada entidad lo reconoce o exalta de acuerdo a sus posibilidades y al talente de sus líderes, gerentes, directores o gobernantes. Pero digamos que lo que menos se frecuenta en este “viva a los servidores públicos”, son fiestas y menos con licor. Se impulsan son reconocimientos a los mejores, a los antiguos y a quienes han escalado meritocráticamente e impulsado innovaciones en la gestión pública. También, se la juegan con capacitaciones de alto valor agregado (Coaching), en fundamentación de valores que promuevan la eficiencia, responsabilidad, imparcialidad, legalidad, ética, transparencia, buena fe y vocación de servicio.
Se adorna, con actividades lúdicas, deportivas, recreativas, educativas y conferencias sobre motivación y crecimiento personal (son seres humanos).
La finalidad, estamos ante un nuevo renacer de la administración pública (management) y de un Estado moderno, eficiente y cercano al ciudadano. Por lo tanto, la exigencia en la modificación del comportamiento o ciertos antivalores que empañan al servidor público. Viva la burocracia.