TENDENCIA
O ENFOQUE SOCIOLOGICO DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA[1]
Obert Alejandro Ortiz
Rodríguez[2]
Escuela
Superior de Administración Pública – ESAP, Facultad de Posgrado. Maestría en
Administración Pública. Email: alejandrortizr@gmail.com
Al
efectuar el análisis de la Administración Pública a fin de establecer las posturas teóricas y
conceptuales en torno a los problemas o
a las posibles relaciones y límites con
otras disciplinas, se enfrenta también el reto de identificar las concepciones
epistemológicas de las que ha sido objeto y al ser humano como su epicentro en
cuanto su desarrollo y fundamentación. El hecho de efectuar la comparación con
otras ciencias sociales como la sociología, psicología, antropología, ciencia
política, derecho, economía, incluso, con la
física, química, biología, entre
otras por un lado; y por el otro,
cuestionar si es una disciplina interdisciplinaria o multidisciplinaria o que sea
una ciencia con primacía de una disciplina o que constituye una disciplina con una sola teoría central u objeto y
autónoma; resulta complejo para cualquier investigador que pretenda conocer con
certeza su tradición y rol en la actual sociedad del conocimiento. Sin embargo,
esta complejidad se debe al perfil (teórico, filosófico, predisposiciones,
inclinaciones personales) y contexto y
época histórica en la que los diferentes tratadistas o gestores han abordado
sus estudios, razón por la que podemos encontrar diferentes tendencias o
enfoques que pueden ser enmarcados en lo político, gestiológico o
administrativo, sociopsicológico, jurídico y económico.
Al
respecto, se destaca que el enfoque o tendencia con más incidencia para
fundamentar la razón de ser de la Administración Pública por el hecho de ser
los servidores públicos la esencia de la acción pública dentro de la sociedad,
lo constituye el sociopsicológico. No en
vano, Dahl, Barnard, Simon, Michels, Weber, Mayo, Merton Crozer, Etzioni,
Freud, Kast y kahn, entre otros se han referido en sus aportes conceptuales
sobre esta tendencia o enfoque al mostrar su interés en cuanto a la forma como
se han cumplido las actividades y la organización conformada con los diferentes
individuos (servidores públicos o burocracia) al servicio de la sociedad
revestidos de la autoridad del Estado como organización social creada para
ello.
Lo
anterior, también es respaldado por los enfoques sobre el Estado, cuando en la
concepción de Weber[3] era concebido como “aquella comunidad humana que en el interior
de un determinado territorio –el concepto del “territorio” es esencial a la
definición- reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción física
legítima”. Así mismo, que “desde el
punto de vista de la Sociología, el Estado moderno era como una empresa con el
mismo título de una fábrica. Con estos
pensamientos enfatizaba que la dominación por parte del Estado está inserta en
todos los sectores o grados de formación de las personas.
Entre
tanto, Kelsen[4] al cuestionarse si el
Estado es una entidad real (sociológica) o una entidad jurídica, concluía en su
análisis “que no hay un concepto sociológico del Estado diferente al concepto
jurídico…”. Por lo tanto, que incluso el “sentido sociológico de Estado
supone previamente un concepto jurídico del mismo. Un órgano del Estado no es otra cosa que un
individuo a cargo de una función específica dentro del ordenamiento jurídico.
Los llamados elementos clásicos del Estado (poder, territorio, población) no
son otra cosa, respectivamente, que la eficacia del orden jurídico y sus
ámbitos de validez jurisdiccional”.
En estos dos enfoques, nótese que la noción de
Estado necesariamente tiene como protagonistas por un lado a la comunidad
humana en general y por otro, los individuos que tengan algún cargo función.
Pero, mientras para Weber, lo destacable era el monopolio de la coacción física
en esa comunidad, Kelsen admitía, no esa coacción, sino el mando de esos
individuos (en tanto representan órganos del Estado) sobre otros pero desde la eficacia del orden jurídico
entendiendo que siempre existe una relación entre quienes mandan y gobiernan y
entre quienes obedecen y son gobernados. Es decir, la concepción sobre
dominación pareciera que es distinta.
Con
otra mirada, Carnoy[5] al avocar los enfoques
propuestos por Marx, Engels, Lenin y Gramsci
sobre el Estado; encuentra en sus análisis que el Estado es el aparato
represivo de la burguesía; un órgano del régimen de clase; para que las clases,
con intereses económicos en pugna, no se devoren entre sí se hizo necesario un
Poder, y este Poder que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de
ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado; el Estado es el
producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones
de clase; el Estado surge en el sitio en que las contradicciones de clase no
pueden conciliarse; mientras el proletariado necesite todavía un Estado no lo necesitará en interés de la libertad
sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de
libertad el
Estado como tal dejará de existir; el Estado es, al mismo
tiempo, instrumento primario para la expansión del poder de la clase dominante,
y fuerza coercitiva (sociedad política) que mantiene débiles y desorganizados a
los grupos subordinados.
A
diferencia de Weber y Kelsen, Carnoy decanta en su abordaje conceptual sobre la
concepción del Estado; que el mismo fue
creado por voluntad de la sociedad al facultar con un poder extremo y
convertirlo en un aparato represivo para
solucionar los conflictos que se originan en el seno de la misma sociedad. Con
estos planteamientos aparece un nuevo elemento como es el poder, con el que
puede hacerse efectivo el monopolio de la coacción física legítima que explicada
por Weber y la eficacia del orden
jurídico manifestada por Kelsen.
Desde
otra arista, Karl Schmitt[6] concibió el Estado como el status político de
un pueblo organizado en el interior de unas fronteras territoriales. Por el sentido del término, y por la índole
del fenómeno histórico, el Estado representa un determinado modo de estar de un
pueblo, es el modo que contiene en el
caso decisivo la pauta concluyente, y por esta razón, frente a los diversos
status individuales y colectivos, teóricamente posibles, él es el status por
antonomasia. Por lo menos con este
criterio ya no está presente la
coacción defendida por Weber o
eficacia de Kelsen, ni poder que advertía Carnoy. La característica es que
representaba la forma de estar un pueblo. Esto implica de todas formas que el
pueblo es el que determina la organización social deseada en un momento
histórico.
Al
decir de Torres[7]
sobre el concepto de Estado, deja
entrever que su construcción está en la noción de violencia o, si se quiere, en
forma más general, lo decisivo está en una teoría sobre la violencia. En otras palabras, en el momento de generarse
un corto-circuito entra a funcionar el Estado para garantizar el proceso de
selectividad sistémico o para operar con
la evitación sistémica (violencia). Sin embargo, aquí se manifiesta por
legítima el uso de la violencia cuando se considere que se generan hechos que
alteren la normal comunicación del Estado que le hable en dicho momento. Bajo
esta concepción, estaría aquí presente,
el poder, la coacción y la forma de estar de un pueblo.
En
el caso de Marsh y Stoker[8]
al referirse al Estado plantean que ninguna corriente teórica contemporánea lo
considera un mero agente de una o varias fuerzas sociales, todos reconocen su
autonomía. Al mismo tiempo, la mayoría de los autores no dan su unidad por
sentada ni la consideran inevitable sino más bien una construcción política.
Así, el análisis tiene que reconocer que
las divisiones que hay entre el Estado y su forma de relacionarse con la
sociedad civil tienen repercusiones en esa misma sociedad civil y reflejan
también sus divisiones. Además, dicho análisis tiene que determinar en qué
medida y cómo se construye la unidad del Estado.
Los
anteriores enfoques, indican la relación entre el hombre y el Estado a través
de las tensiones (fuerza, poder, autoridad, gobierno, dominación, legitimidad,
legalidad y consenso) producidas en calidad de actores y el poder revestido por
cada uno, por un lado, y por el otro, la presencia del enfoque o tendencia
sociopsicológico en el caso de la Administración Pública.
Así
las cosas, es propio de la Administración Pública abordar a diario temas entre
otros relacionados con la teoría de la de la organización; toma de decisiones
óptimas a los problemas públicos; comportamiento de los seres humanos
(servidores públicos y sociedad) frente a sus deberes, obligaciones y derechos;
rendimiento, organización y formación del Estado como resultado de los
intereses sociales; compromiso y vocación de quienes le sirven al Estado; formación
de partidos o movimientos políticos; relaciones humanas; cultura organizacional;
modelos gerenciales; y todo lo que tiene que ver con las dimensiones y perfil
de competencias del servidor público a nivel organizativo institucional,
interrelación y servicio, motivacional y ética, autorregulación y cognitivo
para el cabal cumplimiento de los fines tanto del Estado como de la
Administración Pública.
Estos
aspectos justifican la importancia y vigencia plena del enfoque o tendencia
sociopsicológico, aún en esta época mediada por la sociedad del conocimiento
donde la organización social creada por el mismo ser humano tiende a
transformarse, pero donde los problemas públicos no desaparecen y se fortalece
lo público con presencia permanente del ser humano como epicentro que debe
entenderse y comprenderse.
[1] RINCON
PACHON, J. Análisis epistemológico de la Administración Pública, la gerencia y
la gestión pública y la gerencia social. Colombia. 2011.
[2] Abogado, Especialista
en Gestión Pública, estudiante de la Maestría en Administración Pública de la
ESAP.
[3] Weber, Max, (1997) .
Economía y Sociedad., Bogotá, F.C.E. IX.
La institución Estatal racional y los partidos políticos y parlamentos modernos
(sociología del Estado), pág. 1047-1076.
Además de hacer alusión al Estado, también expresa que: y la “política, sería, así, para nosotros:
aspiración a la participación en el poder, o la influencia sobre la
distribución del poder , ya sea entre Estados, o en el interior de un Estado,
entre los grupos humanos que comprende, lo cual corresponde también
esencialmente al uso lingüístico”. “El estado, lo mismo que las demás
asociaciones políticas que lo han precedido, es una relación de dominio de
hombres sobre hombres basada en el medio de la coacción legítima (es decir:
considerada legítima)”. Dominación por
la autoridad del pasado, de la costumbre, tradicional. Luego la autoridad del
don de gracia personal extraordinario (carisma)
y la dominación en virtud de la legalidad. “ El Estado moderno es una asociación de dominio
de tipo institucional que en el interior de un territorio ha tratado con éxito de monopolizar la coacción física legítima como
instrumento de dominio, y reúne a dicho objeto los medios materiales de
explotación en manos de sus directores pero habiendo expropiado para ello a
todos los funcionarios de clase autónomos, que anteriormente disponían de
aquéllos por derecho propio, y colocándose a sí mismo, en lugar de ellos, en la
cima suprema. En el Estado moderno, el
verdadero dominio, que no consiste ni en
los discursos parlamentarios ni en las proclamas de monarcas sino en el manejo
diario de la administración, se encuentra necesariamente en manos de la
burocracia, tanto militar como civil.
[4] KELSEN, Hans (1960).
Teoría General del Derecho y del Estado, México, UNAM, 1969, Pág. 215-246. Aquí defiende Kelsen expresa que se debe hacer alusión al Estado como
personificación del orden jurídico nacional, como orden y como comunidad
constituida por ese orden, como unidad sociológica (unidad social constituida
por acción recíproca o por una voluntad común o por intereses comunes, como
organismo, como dominación), y el concepto jurídico y sociológico del Estado,
además de sus órganos, sujeto de deberes y derechos, elementos y su relación
entre el derecho privado y público. Que por lo tanto, se puede describir la
realidad social sin usar el término “Estado”. En cuanto persona, el Estado no
es sino la personificación de esa unidad. Decir “órgano del Estado es lo mismo
que decir “órgano del derecho” el
Estado no es otra cosa que una personificación metafórica del derecho, no es
algo distinto del orden jurídico vigente en una cierta porción del globo. En realidad, la postulación de una
entidad-persona, el Estado, como sujeto previo y preexistente al orden jurídico,
es una manifestación más del animismo primitivo. Sin embargo –admite el propio
Kelsen– un concepto sociológico de Estado útil para el examen científico. Se
trata del Estado como dominación. Así entendido, el Estado es visto como una
relación entre quienes mandan y gobiernan, por un lado, y quienes obedecen y
son gobernados, por otro lado. Pero la sociología del Estado sólo se interesa
por el mando que ciertos individuos ejercen, en tanto “órganos del Estado”,
sobre otros. Y sólo puede entenderse la noción de “órgano del Estado” en un
sentido jurídico.
[5] CARNOY, Martínn. (1993). El Estado y la teoría política, México,
Alianza, 1993, P. 63-113. Al referirse a Marx expresa que en realidad, el Estado es un medio esencial
de la dominación de clase en la sociedad capitalista. No está por encima de la
lucha de clases, sino profundamente comprometido en ellas. El Estado surgiendo de las relaciones de
producción, no representa el bien común, sino que es la expresión política de
la estructura de clases inherente a la producción. En los mismos términos
manifiesta que según Hegel (también coinciden Hobbes, Locke, Rousseau y Smith),
el Estado es eterno, no histórico: trasciende la sociedad como una colectividad
idealizada. Por ello, es más que unas simples instituciones políticas. Tuvo una
visión del Estado como encargado de representar la “colectividad social” por encima de intereses y clases
particulares, asegurando que la competencia
entre individuos y grupos siga siendo ordenada, en tanto que los
intereses colectivos del “todo” social se preservan en las acciones del Estado
mismo. Afirmó que el Estado tiene sus orígenes en la necesidad de controlar las
luchas sociales entre distintos intereses económicos, y que tal control está en
manos de la clase económicamente más poderosa de la sociedad. El Estado
capitalista es una respuesta a la necesidad de mediar en el conflicto de clases
y de mantener el “orden”, y un orden que reproduce el predominio económico de
la burguesía.
[6] SCHMITT, Karl. (1991). El
concepto de lo político (texto de 1932), Madrid, Editorial Alianza Universidad,
p. 49-122.
[7] TORRES NAFARRETE, J.
(2004). “El Estado del sistema político”, en: Luhmann: la política como
sistema, México: Fondo de Cultura Económica/Universidad Iberoamericana/UNAM, P.
211-242.
[8] MARSH, David &
Stoker, Gerry. (1997), “La convergencia
de las teorías del Estado”, en: Teoría y métodos de la ciencia
política. Alianza Editorial. Madrid,
1997, p.273-291.
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