Una época distinta, otras concepciones
Obert Alejandro Ortiz Rodríguez[1]
1Escuela Superior de
Administración Pública – ESAP, Facultad de Posgrado. Maestría en Administración
Pública. Email: alejandrortizr@gmail.com
RESUMEN
A partir de los
cambios y revoluciones surtidas por la humanidad con posterioridad a los años
70s, en todos las áreas del saber por la influencia de la globalización,
internacionalización, tecnologías de la información y la comunicación y la denominada
sociedad del conocimiento, las concepciones sobre el Estado, gobierno y
políticas públicas han sido impactadas por nuevos referentes y una nueva
definición del individuo. Una vez revisada la literatura de los autores
seleccionados para la presente referenciación, se concluye que en la actualidad
coexiste con una revalorización de lo diferente, de la diversidad, de lo
nacional, de lo regional y de lo local, reflejándose todo ello en nuevas
concepciones sobre lo que ha significado el Estado, la autonomía territorial y
de la soberanía que, en general, no ponen en cuestión, sino que complementan,
la necesidad de avanzar hacia formas de organización social o política estatal.
Palabras clave: Enfoques,
Teoría, Estado, Política, Político, gobierno, gobernanza, políticas públicas.
INTRODUCCIÓN
Estamos en un mundo complejo,
donde todo ha revolucionado por las nuevas tecnologías de la información y
comunicación y por la sociedad del conocimiento[2].
Es decir, todo ha cambiado a velocidades inimaginables por la globalización, o
quienes prefieren denominarla mundialización o internacionalización. Estos cambios han impactado no sólo el mismo comportamiento del ser
humano consigo mismo sino con la naturaleza y fuera de ella. Constructos del
hombre en torno a sociedad, democracia, gobierno,
autoridad, poder, política, dominación, obediencia, fuerza y consenso, políticas
públicas, entre otros, están en decadencia o reformulación. En ello, han
contribuido autores con textos o teorías
que versan sobre complejidad, caos determinista, dinámica no lineal, fractales,
redes complejas, algoritmos evolucionarios, ciencia cognitiva, neurociencia
general, neurociencia cognitiva o
neurociencia social y, acción colectiva[3],
entre otras.
De esta coyuntura o encrucijada en la que está la
humanidad que trasciende hasta en la
epistemología[4], no se escapa ni siquiera
las formas de organización social[5]
que ha construido o edificado históricamente la sociedad, en torno a lo que
comprende y significa el Estado principalmente. Como lo deja ver claramente
Caminal, cuando afirma que cada vez surgen más fenómenos que cuestionan la
forma del Estado-nación por los nuevos
procesos que se están dando en el mundo actual y que contribuyen en el
desarrollo de organizaciones, por un lado, de ámbito supraestatal, y por otro,
a escala subestatal[6]. Con otra visión están Negri[7],
quién cuestiona directamente: ¿para qué sirve aún el Estado? y, luego
profundiza este interrogante con otro: ¿qué máquinas de subjetividades libres e
iguales de fuerzas sociales cooperativas, se podrían transformar y construir
hoy?, y Santos[8]
quien se cuestiona sobre ¿qué tipo de Estado está de vuelta?.
Con estas premisas e
interrogantes, no sólo de Negri y Santos, sino también de otros autores, se contextualiza una crisis
del Estado en esta época distinta, y como consecuencia de ello, una nueva
concepción o referente se esté gestando.
Esa crisis o referente, tiene
como ancla los factores que contribuyeron en la fundamentación de la actual
sociedad del conocimiento y que en siglos pasados (el conocimiento) no tuvo el
mismo eco porque era limitado y no estaba al alcance de todos dada la
inexistencia de las Nueva Tecnologías de la Información y comunicación para que
facilitaran su fácil y libre acceso. No
obstante, aún con las advertencias realizadas, ¿será que todavía existen personas
o parte de la sociedad que sigan alienadas frente a una nueva concepción de
Estado en un mundo que es y se comporta diferente?. No es si quiera probable continuar
con el argumento de quienes justifican la existencia del Estado como un mal necesario, así sea que se comporte como
un monstruo y al mismo tiempo verlo como un benefactor o como el que nos salva
y luego emancipa, bajo la clara convicción de haber sido la máxima expresión de
la alienación por un lado. Por el otro, tampoco es aceptable únicamente el
deseo de alejarnos o, incluso,
destronarlo y reconstruirlo con otras manifestaciones que respondan al
sentir y actuar de la sociedad actual, la cual ya no será la misma en un futuro
no muy lejano al ritmo y velocidad en la que todo está cambiando y cuando ya es
distinta. Enfrentar el reto o la tendencia hacia la creación y consolidación de
unidades supraestatales, que en parte están sustituyendo los Estados, y que
anuncian una creciente mundialización de la política y la tendencia hacia la
localización de muchos poderes cerca de las personas, junto con el
(re)surgimiento de reivindicaciones derivadas de identidades mucho más
localizadas[9].
NUEVA ORGANIZACIÓN SOCIAL
Al abordar los
enfoques sobre el Estado, primero que todo es necesario referenciar la
concepción de Weber[10]
en la que concebía el Estado como “aquella comunidad humana que en el interior
de un determinado territorio –el concepto del “territorio” es esencial a la
definición- reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción física
legítima”. Así mismo, que “desde el
punto de vista de la Sociología, el Estado moderno era como una empresa con el
mismo título de una fábrica. Con estos
pensamientos enfatizaba que la dominación por parte del Estado está inserta en
todos los sectores o grados de formación de las personas.
Entre tanto, Kelsen[11]
al cuestionarse si el Estado es una entidad real (sociológica) o una entidad
jurídica, concluía en su análisis “que no hay un concepto sociológico del
Estado diferente al concepto jurídico…”. Por lo tanto,
que incluso el “sentido sociológico de Estado supone previamente un
concepto jurídico del mismo. Un órgano
del Estado no es otra cosa que un individuo a cargo de una función específica
dentro del ordenamiento jurídico. Los llamados elementos clásicos del Estado
(poder, territorio, población) no son otra cosa, respectivamente, que la
eficacia del orden jurídico y sus ámbitos de validez jurisdiccional”.
En estos dos enfoques, nótese que la noción de
Estado necesariamente tiene como protagonistas por un lado a la comunidad
humana en general y por otro, los individuos que tengan algún cargo función.
Pero, mientras para Weber, lo destacable era el monopolio de la coacción física
en esa comunidad, Kelsen admitía, no esa coacción, sino el mando de esos
individuos (en tanto representan órganos del Estado) sobre otros pero desde la eficacia del orden jurídico
entendiendo que siempre existe una relación entre quienes mandan y gobiernan y
entre quienes obedecen y son gobernados. Es decir, la concepción sobre
dominación pareciera que es distinta.
Con otra mirada, Carnoy[12]
al avocar los enfoques propuestos por Marx, Engels, Lenin y Gramsci sobre el Estado; encuentra en sus análisis
que el Estado es el aparato represivo de la burguesía; un órgano del régimen de
clase; para que las clases, con intereses económicos en pugna, no se devoren
entre sí se hizo necesario un Poder, y este Poder que brota de la sociedad,
pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella,
es el Estado; el Estado es el producto y la manifestación del carácter
irreconciliable de las contradicciones de clase; el Estado surge en el sitio en
que las contradicciones de clase no pueden conciliarse; mientras el
proletariado necesite todavía un Estado no lo
necesitará en interés de la libertad sino para someter a sus adversarios, y tan
pronto como pueda hablarse de libertad el Estado como tal dejará de existir; el Estado es,
al mismo tiempo, instrumento primario para la expansión del poder de la clase
dominante, y fuerza coercitiva (sociedad política) que mantiene débiles y
desorganizados a los grupos subordinados.
A diferencia de Weber
y Kelsen, Carnoy decanta en su abordaje conceptual sobre la concepción del Estado; que el mismo fue creado por voluntad
de la sociedad al facultar con un poder extremo y convertirlo en un aparato represivo para solucionar los
conflictos que se originan en el seno de la misma sociedad. Con estos planteamientos
aparece un nuevo elemento como es el poder, con el que puede hacerse efectivo
el monopolio de la coacción física legítima que explicada por Weber y la eficacia del orden jurídico
manifestada por Kelsen.
Desde otra arista, Karl
Schmitt[13]
concibió el Estado como el status
político de un pueblo organizado en el interior de unas fronteras
territoriales. Por el sentido del
término, y por la índole del fenómeno histórico, el Estado representa un
determinado modo de estar de un pueblo, es el modo que contiene en el caso decisivo la pauta
concluyente, y por esta razón, frente a los diversos status individuales y
colectivos, teóricamente posibles, él es el status por antonomasia. Por lo menos con este criterio ya no está
presente la coacción defendida por Weber o eficacia de Kelsen, ni
poder que advertía Carnoy. La característica es que representaba la forma de
estar un pueblo. Esto implica de todas formas que el pueblo es el que determina
la organización social deseada en un momento histórico.
Al decir de Torres[14]
sobre el concepto de Estado, deja
entrever que su construcción está en la noción de violencia o, si se quiere, en
forma más general, lo decisivo está en una teoría sobre la violencia. En otras palabras, en el momento de generarse
un corto-circuito entra a funcionar el Estado para garantizar el proceso de
selectividad sistémico o para operar con
la evitación sistémica (violencia). Sin embargo, aquí se manifiesta por legítima
el uso de la violencia cuando se considere que se generan hechos que alteren la
normal comunicación del Estado que le hable en dicho momento. Bajo esta
concepción, estaría aquí presente, el
poder, la coacción y la forma de estar de un pueblo.
En el caso de Marsh
y Stoker[15] al referirse al Estado
plantean que ninguna corriente teórica contemporánea lo considera un mero
agente de una o varias fuerzas sociales, todos reconocen su autonomía. Al mismo
tiempo, la mayoría de los autores no dan su unidad por sentada ni la consideran
inevitable sino más bien una construcción política. Así, el análisis tiene que
reconocer que las divisiones que hay
entre el Estado y su forma de relacionarse con la sociedad civil tienen
repercusiones en esa misma sociedad civil y reflejan también sus divisiones. Además,
dicho análisis tiene que determinar en qué medida y cómo se construye la unidad
del Estado.
Los anteriores
enfoques indican la relación entre el hombre y el Estado y las tensiones
(fuerza, poder, autoridad, gobierno, dominación, legitimidad, legalidad y
consenso) producidas entre este y los actores de poder y que en la actualidad
ya no responden con las mismas lógicas de hace siglos. Esa relación y tensiones
han cambiado profundamente, incluso las concepciones anotadas, además de las
manifestaciones con las que se presentan. Lo común, es un cuestionamiento
frente a la efectividad de los sistemas de organización de la sociedad actual tanto
en sus dimensiones económicas como políticas por las demandas que no son
solucionadas. La reflexión se expande también en cuanto a si aún las categorías
de persona, individuo, ciudadano o sujeto con derechos o desprovistos de estos
por los servicios persistirá en las nuevas visiones de la vida y del mundo que
se prospecta. De igual forma, la encrucijada entre si estamos ante una sociedad
de la razón, de masas, o nueva sociedad civil u otro tipo de sociedad que aún
no se haya vislumbrado. Ni qué decir entonces, de la concepción del Estado, su
rol o fines. De este escenario de
reflexión o replanteamiento, también se involucra, no sólo el deseo individual de los sujetos
para su realización, sino también al gobierno, la técnica, la política y las
instituciones existentes.
Ya en el sendero de
las transformaciones ubicamos los fundamentos de Jessop[16],
cuando contempla que ha llegado el momento necesario para destronar al Estado
de su posición superior dentro de la sociedad y considerarlo simplemente como
un ordenamiento institucional entre otros más. Incluso, va más allá al advertir
que tanto los marxistas ya no consideran al Estado como un capitalista
colectivo ideal; que los neoestatistas ya no lo ven como un sujeto legal
soberano; Que ha sido deconstruido por los foucaultianos; que las femininistas
ya no lo conciben simplemente como el patriarca general; y que los analistas
del discurso así como los teóricos de la autopoiesis[17] consideran que se constituye, sea
irónicamente o no, a través de prácticas discursivas contingentes o
comunicativas. En otras palabras, el
Estado se percibe como un sistema emergente, parcial, inestable e
interdependiente de otros sistemas en un orden social complejo.
En los sustentos de
Santos[18]
distingue dos vertientes de transformación del Estado; la primera como
comunidad ilusoria (conjunto de reformas recientes que buscan devolver alguna
centralidad al Estado en la economía y en las políticas sociales) y la segunda,
el de las venas cerradas (sintetiza hoy las posibilidades-y también los límites
– de la imaginación política del fin del capitalismo y del fin del
colonialismo). Plantea además, la
refundación del Estado a partir de un constitucionalismo transformador, el
reconocimiento de la plurinacionalidad, su consagración en un proyecto de país
consagrado en la Constitución, una nueva institucionalidad en función de los
derechos colectivos, con aceptación del pluralismo jurídico, una nueva
territorialidad, nueva organización del Estado y nuevas formas de planificación
y reconocimiento de la interculturalidad y del mestizaje propios de cada
contexto.
Por su parte Moncayo[19] expresa que la visión del Estado actual y del
desplazamiento de sus funciones constitucionales de antes al ámbito del imperio
(capitalismo) es definitiva. Sólo teniéndola clara se puede evitar el grave
error de albergar nostalgia por los poderes del Estado-nación o resucitar
cualquier política que festeje la nación.
Por último, en la
necesidad de comprender la transformación del Estado, es importante manifestar
que dentro de su funcionamiento de acuerdo con los enfoques mencionados, se
presentan ciertos momentos o circunstancias en el que se altera su aparente
normal desarrollo; situación que en general se ha denominado, Estados de
Excepción. Al respecto, Giorgio[20]
indica que el Estado de excepción se presenta como la apertura en el
ordenamiento de una laguna ficticia con el objetivo de salvaguardar la
existencia de la norma y su aplicabilidad a la situación ordinaria. La laguna
no es interna a la Ley, sino que se refiere a su relación con la realidad, a la
propia posibilidad de su aplicación. Es como si el derecho contuviera una
fractura esencial que se sitúa entre el establecimiento de la norma y su
aplicación y que, en el caso extremo, sólo puede componerse por medio del
Estado de excepción, es decir, creando una zona en que la aplicación es
suspendida, pero la Ley permanece, como tal en vigor. Este fundamento, prácticamente ha sido, no la
excepción, sino la constante en el funcionamiento de los Estados. Constituye
una realidad que fractura los Acuerdos de quienes han representado a la
Sociedad establecidos en una Constitución. Sin embargo, es la expresión de las
tensiones que exigen aplicación o intervención inmediata y luego se legalizan y
también quedan legitimados.
COMENTARIOS GENERALES
Si con el auge o dominio de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación TICs, el fácil acceso a la
información, el progreso de la ciencia, la producción y reproducción acelerada
del conocimiento, sumado a la consolidación de procesos propios derivados de
las dinámicas de internacionalización y globalización por incidencia del
mercado o el capitalismo; se ha propiciado un replanteamiento en todos los
campos de la humanidad, en el caso de la organización y estructuración del
Estado que tanto habrá ocurrido.
La sensación en la percepción de la
sociedad sobre la inexistencia de fronteras, barreras o límites territoriales entre regiones o
Estados ha tomado fuerza. El patriarcado del Estado demostrado con el uso de la
violencia legítima, del poder y de la coacción física, en cuanto a que
contribuye a solucionar los problemas de la comunidad está fracturado así como
su concepción histórica por el poder o la facultad que en su momento le entregó
la sociedad.
Lo que está claro por ahora, es que definitivamente
la tarea está es en entender conjuntamente que el Estado, el gobierno y políticas públicas sin sujetos no se pueden
comprender. No es posible únicamente tener como componente fundamental o
protagonista solamente al Estado. El
reto es comprender el nuevo rol de los sujetos en la sociedad del conocimiento
o en el marco del pleno desarrollo del capitalismo inmerso también en las
nuevas estructuras o superestructuras del Estado (comprende sistema y régimen
político) que reclama soluciones democráticas para el logro de calidad de vida
o bienestar. El predominio en esta nueva
sociedad es lo económico y lo político (no lo estatal o estructuras de gobierno
tradicional).
Como lo afirma
Caminal, “el sujeto es un pueblo, lo hemos identificado como una nacionalidad
política- que reivindica ejercer ese derecho colectivo de decisión democrática
(autodeterminación) para escoger su propia soberanía o su propio orden social y
su forma de gobierno[21]. En este orden de ideas, vale reiterar los
interrogantes planteados por Negri[22]:
¿Seremos capaces de seguir la transformación de la intelectualidad en sujeto revolucionario,
de enriquecer políticamente la producción de la subjetividad?, ¿Es posible
poner en funcionamiento la presencia de la utopía?, ¿El problema de la
movilidad subjetiva interna de la intelectualidad de la masa, tiene un
sentido?, ¿Qué significa descubrir y determinar el poder constituyente del
intelecto general?, ¿qué máquinas de subjetividades libres e iguales, de
fuerzas sociales cooperativas, se pueden construir hoy?. Y luego recalcó: “Hoy
convendría ir mucho más allá y sospechar, de manera crítica, que allí puede
estar la verdad, una utopía que puede construir una nueva máquina”.
Esta nueva máquina,
que en este caso sería una nueva organización social, para una época distinta, que
exige soluciones diferentes, requiere indiscutiblemente el despojo de la
alienación que se ha padecido por siglos para responder a las novedosas
exigencias y comportamientos de esta sociedad también distinta a la de hace siglos. En un mundo como el de hoy, en el que no
existen las fronteras que anteriormente se profundizaron y que constituyeron
por años, el eje fundamental de la soberanía de los Estados como unos de sus
elementos constitutivos, también está impactada por las conductas de la
sociedad mejor informada y más empoderada conceptualmente y sobre sus derechos
fundamentales.
La sociedad de hoy
tiene una valoración más consciente de lo que significa la igualdad de un
hombre frente a otro hombre o ser humano. Esta misma sociedad cuestiona con
mucha más potencia el hecho o derecho que se abrogan unos hombres de mandar y
otros el de obedecer que, finalmente, como se advirtió esta ahora, la razón del
Estado (dominación con legitimidad política). También, esa misma sociedad no
está ajena ni alienada frente a las grandes transformaciones que están
ocurriendo en el planeta tierra en todos los campos o sectores. Por el
contrario, se encuentra en una especie de reflexión en torno a la evolución en
sí misma del hombre y el cosmos y las etapas que han marcado rupturas y, por lo
tanto, modificado comportamientos. En otras palabras, está revaluando lo que
significó en sus inicios el descubrimiento de la agricultura, de los metales,
la revolución industrial, luego la tecnológica o de las comunicaciones y ahora
la revolución de las energías alternativas. Es decir, por lo menos, se tiene la
conciencia de estar en un proceso de transición del mundo micro (nano) al mundo
macro (necesidades) que ha impactado con mayores efectos en esta era o sociedad
del conocimiento o de la información. La preocupación es, no seguir pensando y
actuando en forma lineal en un mundo que no está comportándose igual, que es
hiperacelerado y en el que la sensación de vivir en tiempos exponenciales y
bajo lineamientos adicionales de una revolución genética que está en marcha es
su patrón principal.
Si esto está
ocurriendo a velocidades incalculables, obliga a indagar en qué medida los
políticos, planificadores, actores y promotores de lo que hasta hoy se conoce
como “desarrollo y bienestar humano” se han apropiado de esta ola
transformadora, o si por el contrario, se quedaron del tren de este mundo en
movimiento y en continuo cambio. Y ni qué hablar o pensar de los que se
consideran dominantes de los otros hombres
y que se encuentran cobijados bajo la figura del Estado o en su calidad
de gobernantes. ¿Será que estos
personajes que se abrogan el derecho de conducir a otros seguirán pensando que
el desarrollo económico tiene como objetivo mejorar la renta, el bienestar y
capacidad económica de los pueblos únicamente desde la concepción de la renta
percápita (calificando entre países pobres y ricos)?, o ¿que para que haya progreso económico basta
con asegurar que haya capital humano cualificado, un progreso técnico a partir
de la investigación y que este mismo progreso se mida positivamente si se garantiza
que hay aumento de tasas de ahorro y producción?, o desde otra perspectiva ¿persistirá que aún no tienen la suficiente
certeza y conciencia sobre la crisis de energía en la sociedad humana y la
necesidad de replantear los cimientos de una cooperación real y eficaz entre el
ser humano y la naturaleza?, o por el
contrario ¿no se habrán dado cuenta que con sus acciones adornadas con las que
aparentan impulsar el desarrollo desde la concepción económica éste ha llegado
al principio del fin?, y finalmente ¿será que aún están con el paradigma en
cuanto a que el rol del Estado no tiene por qué cambiar en esta época de
transformaciones?, o que no es evidente ¿que el auge de la gobernanza y de las
políticas públicas como demostración de la existencia del Estado no es tan
convincente?.
Si todo cambió o
está transformándose, como se ha reiteredo, ¿por qué la forma o la concepción
que se tiene sobre desarrollo aún no se altera? y aún más potente, ¿si la modificación
o concepción histórica del Estado, aún se aferra y persiste inmune?. No es posible continuar ensayando con la sociedad
concepciones que son cortas ante los nuevos retos y prioridades de la
humanidad. Como lo han planteado algunos investigadores cuando han hecho
referencia a la necesidad de una nueva visión que tome holísticamente la
naturaleza y el ser humano desde un enfoque sistémico, alternativo, además de
ser nuevamente concebida y corregida. A manera de ejemplo, se puede referenciar
la concepción de Max Neef Manfred[23]
cuando invita a ser herejes para cambiar concepciones o componentes, incluso de
teorías económicas y fomentar un cambio, en especial, del concepto de
desarrollo con acciones, estrategias, programas y operaciones, hasta hoy
desconocidas. Incluso va mucho más allá cuando reconoce que hasta la concepción
del tiempo y el espacio hoy es diferente. También el hecho de dar respuesta a
esas relaciones entre los sexos que en la actualidad está marcada por otras
necesidades y satisfactores distintos y, que tengan como sello en su
intervención o fundamento una verdadera teoría del desarrollo a escala humana
apropiada para impulsar el bienestar completamente articulado y respetando la
diversidad que actualmente impera, lo cual daría respuesta a un nuevo rol de Estado
para una época distinta. Si se acogiera este llamado, en cuanto a que se
requiere concebir el desarrollo desde el entendimiento o comprensión de otra
tecnología, economía, saber, visión de la ciencia, concepción del progreso, de
la vida y de la muerte, de la pobreza y la riqueza enmarcado dentro de un
cambio radical y profundo con políticas de equidad, pensando exclusivamente en
el ser humano y la naturaleza; el reto y trabajo en esta sociedad del
conocimiento, estaría enfocado a
transformar la tecnología micro en sistemas macro para superar en parte
los problemas del mismo ser humano sin deteriorar el medio ambiente o la
naturaleza bajo una marcada obligación moral de orientar todos los asuntos que
tienen que ver con la salud, seguridad alimentaria, remediación ambiental y
producción de energía bajo un enfoque holístico y no seguir desperdiciando las
aún novedosas propiedades que exhibe la materia. Ello, implicaría un cambio de chip, o mejor, un
cambio en todo orden, por supuesto que el del Estado como es conocido hoy. Con
el apoyo de una sociedad vibrante y apropiada de sus necesidades y
satisfactores tanto personales como familiares y contextuales de este nuevo
mundo que tiene otras connotaciones diferentes a la de hace décadas y siglos. O
mejor, por las lógicas que nunca debieron cambiar como las leyes de la
naturaleza. En consecuencia, las revoluciones que ha tenido la humanidad son
objeto nuevamente de reflexión para entender en qué momento se cambió de norte y tratar de enmendar en algo lo realizado en
el transcurso de la evolución del hombre.
Como gran
conclusión, pareciera que el retorno a la época donde no se contaba con la
figura del Estado, o mejor de un Estado dominador del ser humano o prójimo
constituye el mayor anhelo. No obstante, el verdadero secreto está en la
educación de los hombres para entender que otras formas de organización social son posibles de conseguir y alcanzar para que no se siga contemplando
como una utopía, sino que se haga realidad. Una nueva organización social sembrado
en la sociedad, de la sociedad y para la sociedad y no para dominar al ser
humano y prójimo sino por lograr acciones colectivas basadas en las necesidades
y satisfactores humanos es la meta. El uso de la violencia legítima, de la
fuerza, del poder, de la dominación por parte del Estado ya fueron permeadas en
estos tiempos de crisis o cambios profundos de civilización que se acentúa en
la necesidad de instalarse en la búsqueda de una identidad originaria.
.
BIBLIOGRAFÍA
CAMINAL, M. Manual de Ciencia
Política. 2005
CARNOY, Martín. (1993). El
Estado y la teoría política, México, Alianza, 1993, P. 63-113.
GALASSI, J.G. y CORREA, B. La
teoría de la autopoiesis y su aplicación en las ciencias sociales. El caso de
la interacción social. Revista de Epistemología de Ciencias Sociales.
Universidad de la Frontera. Chile.
GIORGIO, A.
(2004). “Estado de Excepción. Homo sacer III, Valencia, Pre-Textos, p 9-78.
JARAMILLO ECHEVERRY, L.G. ¿Qué
es Epistemología?. Mi mirar epistemológico y el progreso de la ciencia.
Universidad del Cauca. Agosto de 2003
JESSOP, Bob.
“Desarrollo recientes en la teoría del EstadoE: En: Crísis del Estado de
Bienestar. Siglo del Hombre/Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Unal.
Bogotá, 1999. Pp.89122.
KELSEN, Hans
(1960). Teoría General del Derecho y del Estado, México, UNAM, 1969, Pág.
215-246.
MARSH, David
& Stoker, Gerry. (1997), “La convergencia
de las teorías del Estado”, en: Teoría y métodos de la ciencia
política. Alianza Editorial. Madrid,
1997, p.273-291.
MONCAYO C.,
V.M., “El leviatán derrotado: reflexiones sobre teoría del Estado y el caso
colombiano. Editorial Norma. 2004.
NEGRI, A. ¿Para que sirve aún
el Estado?. Prólogo al libro de Víctor
Manuel Moncayo. El leviatán derrotado: Reflexiones sobre la teoría del Estado y
el caso colombiano.
REYNOSO C. Edgar Morín y la
Complejidad: Elemento para una crítica. Universidad de Buenos Aires. Grupo
Antropocaos. Versión 1.6- Septiembre de 2007.
SANTOS,
Boaventura de Souza, (2010). “La refundación del Estado y os falso positivos”
en: La refundación del Estado en América latina, perspectivas desde una
epistemología del sur, Lima: IIDS y PDTG, p. 67-111.
SCHMITT, Karl.
(1991). El concepto de lo político (texto de 1932), Madrid, Editorial Alianza
Universidad, p. 49-122.
TORRES NAFARRETE, J. (2004). “El
Estado del sistema político”, en: Luhmann: la política como sistema, México:
Fondo de Cultura Económica/Universidad Iberoamericana/UNAM, P. 211-242.
WEBER, Max,
(1997) . Economía y Sociedad., Bogotá, F.C.E.
IX. La institución Estatal racional y los partidos políticos y
parlamentos modernos (sociología del Estado), pág. 1047-1076.
[1] Abogado, Especialista en Gestión Pública, estudiante de la Maestría en
Administración Pública de la ESAP.
[2] El término ‘sociedad del conocimiento’ ocupa un lugar estelar en la
discusión actual en las ciencias sociales así como en la política europea. Se
trata de un concepto que aparentemente resume las transformaciones sociales que
se están produciendo en la sociedad moderna y sirve para el análisis de estas
transformaciones. Al mismo tiempo, ofrece una visión del futuro para guiar
normativamente las acciones políticas. Sin embargo, ha tenido una adaptación
desigual en las diferentes áreas lingüísticas concurriendo también con otros
términos como ‘sociedad de la información’ y ‘sociedad red’. Este artículo
tiene como objetivo exponer brevemente el estado de la cuestión de la discusión
alemana de la sociedad del conocimiento. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de
Geografía y Ciencias Sociales. (Serie documental de Geo Crítica). Universidad
de Barcelona. Vol. XI, nº 683, 25 de octubre de 2006.
[3] REYNOSO C. Edgar Morín y
la Complejidad: Elemento para una crítica. Universidad de Buenos Aires. Grupo
Antropocaos. Versión 1.6- Septiembre de 2007.
[4] JARAMILLO ECHEVERRY, L.G. ¿Qué es Epistemología?. Mi mirar
epistemológico y el progreso de la ciencia. Universidad del Cauca. Agosto de
2003. En la mayoría de los textos la palabra epistemología se encuentra
relacionada como aquella ciencia, o parte de la ciencia encargada de la teoría
del conocimiento; caso de Tamayo (1997) que, al citar a Aristóteles, la
reconoce como la ciencia que tiene por objeto conocer las cosas en su esencia y
en sus causas. Para Piaget, la epistemología "es el estudio del pasaje de
los estados de menor conocimiento a los estados de un conocimiento más
avanzado, preguntándose Piaget, por el cómo conoce el sujeto (como se pasa de
un nivel de conocimiento a otro); la pregunta es más por el proceso y no por lo
"qué es" el conocimiento en sí" (Cortes y Gil 1997). Para Ceberio y Watzlawick (1998), "el
término epistemología deriva del griego episteme que significa conocimiento, y
es una rama de la filosofía que se ocupa de todos los elementos que procuran la
adquisición de conocimiento e investiga los fundamentos, límites, métodos y
validez del mismo".
[5] CAMINAL, M. Manual de Ciencia Política. 2005. En este texto, el Estado como organización social supone:
Organización política obligatoria, un ordenamiento jurídico, un aparato de
gobierno, una población y un territorio.
[7] NEGRI, A. ¿Para que sirve
aún el Estado?. Prólogo al libro de Víctor
Manuel Moncayo. El leviatán derrotado: Reflexiones sobre la teoría del Estado y
el caso colombiano.
[8] SANTOS, Boaventura de
Souza, (2010). “La refundación del Estado y os falso positivos” en: La
refundación del Estado en América latina, perspectivas desde una epistemología
del sur, Lima: IIDS y PDTG, p. 67-111.
[9] CAMINAL, M. Pág. 499
[10] Weber, Max, (1997) .
Economía y Sociedad., Bogotá, F.C.E. IX.
La institución Estatal racional y los partidos políticos y parlamentos modernos
(sociología del Estado), pág. 1047-1076.
Además de hacer alusión al Estado, también expresa que: y la “política, sería, así, para nosotros:
aspiración a la participación en el poder, o la influencia sobre la
distribución del poder , ya sea entre Estados, o en el interior de un Estado,
entre los grupos humanos que comprende, lo cual corresponde también
esencialmente al uso lingüístico”. “El estado, lo mismo que las demás
asociaciones políticas que lo han precedido, es una relación de dominio de
hombres sobre hombres basada en el medio de la coacción legítima (es decir:
considerada legítima)”. Dominación por
la autoridad del pasado, de la costumbre, tradicional. Luego la autoridad del
don de gracia personal extraordinario (carisma)
y la dominación en virtud de la legalidad. “ El Estado moderno es una asociación de
dominio de tipo institucional que en el interior de un territorio ha tratado con éxito de monopolizar la coacción física legítima como
instrumento de dominio, y reúne a dicho objeto los medios materiales de
explotación en manos de sus directores pero habiendo expropiado para ello a
todos los funcionarios de clase autónomos, que anteriormente disponían de
aquéllos por derecho propio, y colocándose a sí mismo, en lugar de ellos, en la
cima suprema. En el Estado moderno, el
verdadero dominio, que no consiste ni en
los discursos parlamentarios ni en las proclamas de monarcas sino en el manejo
diario de la administración, se encuentra necesariamente en manos de la
burocracia, tanto militar como civil.
[11] KELSEN, Hans (1960).
Teoría General del Derecho y del Estado, México, UNAM, 1969, Pág. 215-246. Aquí defiende Kelsen expresa que se debe hacer alusión al Estado como
personificación del orden jurídico nacional, como orden y como comunidad
constituida por ese orden, como unidad sociológica (unidad social constituida
por acción recíproca o por una voluntad común o por intereses comunes, como
organismo, como dominación), y el concepto jurídico y sociológico del Estado,
además de sus órganos, sujeto de deberes y derechos, elementos y su relación
entre el derecho privado y público. Que por lo tanto, se puede describir la
realidad social sin usar el término “Estado”. En cuanto persona, el Estado no
es sino la personificación de esa unidad. Decir “órgano del Estado es lo mismo
que decir “órgano del derecho” el
Estado no es otra cosa que una personificación metafórica del derecho, no es
algo distinto del orden jurídico vigente en una cierta porción del globo. En realidad, la postulación de una
entidad-persona, el Estado, como sujeto previo y preexistente al orden
jurídico, es una manifestación más del animismo primitivo. Sin embargo –admite
el propio Kelsen– un concepto sociológico de Estado útil para el examen
científico. Se trata del Estado como dominación. Así entendido, el Estado es
visto como una relación entre quienes mandan y gobiernan, por un lado, y
quienes obedecen y son gobernados, por otro lado. Pero la sociología del Estado
sólo se interesa por el mando que ciertos individuos ejercen, en tanto “órganos
del Estado”, sobre otros. Y sólo puede entenderse la noción de “órgano del
Estado” en un sentido jurídico.
[12] CARNOY, Martínn. (1993). El Estado y la teoría política, México,
Alianza, 1993, P. 63-113. Al referirse a Marx expresa que en realidad, el Estado es un medio esencial
de la dominación de clase en la sociedad capitalista. No está por encima de la
lucha de clases, sino profundamente comprometido en ellas. El Estado surgiendo de las relaciones de
producción, no representa el bien común, sino que es la expresión política de
la estructura de clases inherente a la producción. En los mismos términos
manifiesta que según Hegel (también coinciden Hobbes, Locke, Rousseau y Smith),
el Estado es eterno, no histórico: trasciende la sociedad como una colectividad
idealizada. Por ello, es más que unas simples instituciones políticas. Tuvo una
visión del Estado como encargado de representar la “colectividad social” por encima de intereses y clases
particulares, asegurando que la competencia
entre individuos y grupos siga siendo ordenada, en tanto que los
intereses colectivos del “todo” social se preservan en las acciones del Estado
mismo. Afirmó que el Estado tiene sus orígenes en la necesidad de controlar las
luchas sociales entre distintos intereses económicos, y que tal control está en
manos de la clase económicamente más poderosa de la sociedad. El Estado
capitalista es una respuesta a la necesidad de mediar en el conflicto de clases
y de mantener el “orden”, y un orden que reproduce el predominio económico de
la burguesía.
[13] SCHMITT, Karl. (1991). El
concepto de lo político (texto de 1932), Madrid, Editorial Alianza Universidad,
p. 49-122.
[14] TORRES NAFARRETE, J.
(2004). “El Estado del sistema político”, en: Luhmann: la política como
sistema, México: Fondo de Cultura Económica/Universidad Iberoamericana/UNAM, P.
211-242.
[15] MARSH, David &
Stoker, Gerry. (1997), “La convergencia
de las teorías del Estado”, en: Teoría y métodos de la ciencia
política. Alianza Editorial. Madrid,
1997, p.273-291.
[16] JESSOP, Bob. “Desarrollo
recientes en la teoría del EstadoE: En: Crísis del Estado de Bienestar. Siglo
del Hombre/Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Unal. Bogotá, 1999.
Pp.89122.
[17] GALASSI, J.G. y CORREA,
B. La teoría de la autopoiesis y su aplicación en las ciencias sociales. El
caso de la interacción social. Revista de Epistemología de Ciencias Sociales. Universidad
de la Frontera. Chile.
[18] SANTOS, Boaventura de
Souza, (2010). “La refundación del Estado y os falso positivos” en: La
refundación del Estado en América latina, perspectivas desde una epistemología
del sur, Lima: IIDS y PDTG, p. 67-111.
[19] MONCAYO C., V.M., “El
leviatán derrotado: reflexiones sobre teoría del Estado y el caso colombiano.
Editorial Norma. 2004.
[21] CAMINAL, M. Manual de
Ciencia Política. Pág. 498. Aquí hace relación a la Autodeterminación de los
pueblos cuando en 1966 las Naciones Unidas en los convenios de derechos
internacionales la establecieron a fin de que cada pueblo decidieran libremente
su status político y persiguieran libremente su desarrollo económico, social y
cultural.
[22] NEGRI, A. ¿Para qué sirve aún el Estado?. Prólogo al libro de Víctor Manuel Moncayo. El
leviatán derrotado: Reflexiones sobre la teoría del Estado y el caso
colombiano. Pág. 36-37
[23] MANFRED, A. Max-Neef. “Desarrollo y necesidades humanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario