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Abogado, Especializado en Gestión Pública, estudios de Maestría en Administración Pública -ESAP y Maestro en Administración Pública del Instituto Universitario Veracruzano de México, cursante del Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales en el Colegio de Morelos (México), ex-Conjuez del tribunal administrativo del Huila. Docente Universitario (del magisterio), investigador y capacitador. Columnista y conferencista en liderazgo, emprendimiento e innovación y derechos humanos. Conciliador en Derecho. Amplia experiencia en el sector educativo, Administración Pública y liderazgo. Experto en gestión de fortalezas. Apasionado de la psicología positiva. No dude en contactarme y efectuar su consulta que de inmediato se dará respuesta oportuna a su llamado o consulta.

UN NUEVO MODELO DE LIDERAZGO

Los nuevos líderes y trabajadores del futuro deben tener una habilidad que pueda venderse al rededor del mundo. Con esa habilidad; construir una marca personal, idea o un producto. También, colaborar con otras personas que son diferentes a nosotros, de ciudades distintas, de otras nacionalidades, de especialidades y géneros no iguales. Si no tenemos clara esa habilidad, seremos rápidamente reemplazados.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

HACIA UNA NUEVA ORGANIZACIÓN SOCIAL



  Una época distinta, otras concepciones


Obert Alejandro Ortiz Rodríguez[1]

1Escuela Superior de Administración Pública – ESAP, Facultad de Posgrado. Maestría en Administración Pública.    Email: alejandrortizr@gmail.com


RESUMEN

A partir de los cambios y revoluciones surtidas por la humanidad con posterioridad a los años 70s, en todos las áreas del saber por la influencia de la globalización, internacionalización, tecnologías de la información y la comunicación y la denominada sociedad del conocimiento, las concepciones sobre el Estado, gobierno y políticas públicas han sido impactadas por nuevos referentes y una nueva definición del individuo. Una vez revisada la literatura de los autores seleccionados para la presente referenciación, se concluye que en la actualidad coexiste con una revalorización de lo diferente, de la diversidad, de lo nacional, de lo regional y de lo local, reflejándose todo ello en nuevas concepciones sobre lo que ha significado el Estado, la autonomía territorial y de la soberanía que, en general, no ponen en cuestión, sino que complementan, la necesidad de avanzar hacia formas de organización social o política estatal.


Palabras clave: Enfoques, Teoría, Estado, Política, Político, gobierno, gobernanza, políticas públicas.

INTRODUCCIÓN

Estamos en un mundo complejo, donde todo ha revolucionado por las nuevas tecnologías de la información y comunicación y por la sociedad del conocimiento[2]. Es decir, todo ha cambiado a velocidades inimaginables por la globalización, o quienes prefieren denominarla mundialización o internacionalización.  Estos cambios han impactado   no sólo el mismo comportamiento del ser humano consigo mismo sino con la naturaleza y fuera de ella. Constructos del hombre en torno a  sociedad, democracia, gobierno, autoridad, poder, política, dominación, obediencia, fuerza y consenso, políticas públicas, entre otros, están en decadencia o reformulación. En ello, han contribuido autores con  textos o teorías que versan sobre complejidad, caos determinista, dinámica no lineal, fractales, redes complejas, algoritmos evolucionarios, ciencia cognitiva, neurociencia general, neurociencia cognitiva o  neurociencia social y, acción colectiva[3], entre otras.

De esta  coyuntura o encrucijada en la que está la humanidad  que trasciende hasta en la epistemología[4], no se escapa ni siquiera las formas de organización social[5] que ha construido o edificado históricamente la sociedad, en torno a lo que comprende y significa el Estado principalmente. Como lo deja ver claramente Caminal, cuando afirma que cada vez surgen más fenómenos que cuestionan la forma del Estado-nación por los nuevos  procesos que se están dando en el mundo actual y que contribuyen en el desarrollo de organizaciones, por un lado, de ámbito supraestatal, y por otro, a escala subestatal[6].   Con otra visión están  Negri[7], quién cuestiona directamente: ¿para qué sirve aún el Estado? y, luego profundiza este interrogante con otro: ¿qué máquinas de subjetividades libres e iguales de fuerzas sociales cooperativas, se podrían transformar y construir hoy?, y  Santos[8] quien se cuestiona sobre ¿qué tipo de Estado está de vuelta?.

Con estas premisas e interrogantes, no sólo de Negri y Santos, sino también de  otros autores, se contextualiza una crisis del Estado en esta época distinta, y como consecuencia de ello, una nueva concepción o referente se esté gestando.

Esa crisis o referente, tiene como ancla los factores que contribuyeron en la fundamentación de la actual sociedad del conocimiento y que en siglos pasados (el conocimiento) no tuvo el mismo eco porque era limitado y no estaba al alcance de todos dada la inexistencia de las Nueva Tecnologías de la Información y comunicación para que facilitaran su fácil  y libre acceso. No obstante, aún con las advertencias realizadas, ¿será que todavía existen personas o parte de la sociedad que sigan alienadas frente a una nueva concepción de Estado en un mundo que es y se comporta diferente?. No es si quiera probable continuar con el argumento de quienes justifican la existencia del Estado como  un mal necesario, así sea que se comporte como un monstruo y al mismo tiempo verlo como un benefactor o como el que nos salva y luego emancipa, bajo la clara convicción de haber sido la máxima expresión de la alienación por un lado. Por el otro, tampoco es aceptable únicamente el deseo de alejarnos o, incluso,  destronarlo y reconstruirlo con otras manifestaciones que respondan al sentir y actuar de la sociedad actual, la cual ya no será la misma en un futuro no muy lejano al ritmo y velocidad en la que todo está cambiando y cuando ya es distinta. Enfrentar el reto o la tendencia hacia la creación y consolidación de unidades supraestatales, que en parte están sustituyendo los Estados, y que anuncian una creciente mundialización de la política y la tendencia hacia la localización de muchos poderes cerca de las personas, junto con el (re)surgimiento de reivindicaciones derivadas de identidades mucho más localizadas[9].                


NUEVA ORGANIZACIÓN SOCIAL


Al abordar los enfoques sobre el Estado, primero que todo es necesario referenciar la concepción de Weber[10]  en la que concebía el Estado como  “aquella comunidad humana que en el interior de un determinado territorio –el concepto del “territorio” es esencial a la definición- reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción física legítima”.  Así mismo, que “desde el punto de vista de la Sociología, el Estado moderno era como una empresa con el mismo título de una fábrica.  Con estos pensamientos enfatizaba que la dominación por parte del Estado está inserta en todos los sectores o grados de formación de las personas.
   
Entre tanto, Kelsen[11] al cuestionarse si el Estado es una entidad real (sociológica) o una entidad jurídica, concluía en su análisis “que no hay un concepto sociológico del Estado diferente al concepto jurídico…”.  Por lo tanto,  que incluso el “sentido sociológico de Estado supone previamente un concepto jurídico del mismo.  Un órgano del Estado no es otra cosa que un individuo a cargo de una función específica dentro del ordenamiento jurídico. Los llamados elementos clásicos del Estado (poder, territorio, población) no son otra cosa, respectivamente, que la eficacia del orden jurídico y sus ámbitos de validez jurisdiccional”.

 En estos dos enfoques, nótese que la noción de Estado necesariamente tiene como protagonistas por un lado a la comunidad humana en general y por otro, los individuos que tengan algún cargo función. Pero, mientras para Weber, lo destacable era el monopolio de la coacción física en esa comunidad, Kelsen admitía, no esa coacción, sino el mando de esos individuos (en tanto representan órganos del Estado) sobre otros  pero desde la eficacia del orden jurídico entendiendo que siempre existe una relación entre quienes mandan y gobiernan y entre quienes obedecen y son gobernados. Es decir, la concepción sobre dominación pareciera que es distinta.

Con otra mirada, Carnoy[12] al avocar los enfoques propuestos por Marx, Engels, Lenin y Gramsci  sobre el Estado; encuentra en sus análisis que el Estado es el aparato represivo de la burguesía; un órgano del régimen de clase; para que las clases, con intereses económicos en pugna, no se devoren entre sí se hizo necesario un Poder, y este Poder que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado; el Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase; el Estado surge en el sitio en que las contradicciones de clase no pueden conciliarse; mientras el proletariado necesite todavía un Estado no lo necesitará en interés de la libertad sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad el Estado como tal dejará de existir; el Estado es, al mismo tiempo, instrumento primario para la expansión del poder de la clase dominante, y fuerza coercitiva (sociedad política) que mantiene débiles y desorganizados a los grupos subordinados.

A diferencia de Weber y Kelsen, Carnoy decanta en su abordaje conceptual sobre la concepción del  Estado; que el mismo fue creado por voluntad de la sociedad al facultar con un poder extremo y convertirlo en un  aparato represivo para solucionar los conflictos que se originan en el seno de la misma sociedad. Con estos planteamientos aparece un nuevo elemento como es el poder, con el que puede hacerse efectivo el monopolio de la coacción física legítima que explicada por  Weber y la eficacia del orden jurídico manifestada por  Kelsen.    

Desde otra arista, Karl Schmitt[13]  concibió el Estado como el status político de un pueblo organizado en el interior de unas fronteras territoriales.  Por el sentido del término, y por la índole del fenómeno histórico, el Estado representa un determinado modo de estar de un pueblo, es el modo que  contiene en el caso decisivo la pauta concluyente, y por esta razón, frente a los diversos status individuales y colectivos, teóricamente posibles, él es el status por antonomasia.  Por lo menos con este criterio ya no está presente la  coacción  defendida por Weber o eficacia de Kelsen, ni poder que advertía Carnoy. La característica es que representaba la forma de estar un pueblo. Esto implica de todas formas que el pueblo es el que determina la organización social deseada en un momento histórico.   

Al decir de  Torres[14] sobre  el concepto de Estado, deja entrever que su construcción está en la noción de violencia o, si se quiere, en forma más general, lo decisivo está en una teoría sobre la violencia.  En otras palabras, en el momento de generarse un corto-circuito entra a funcionar el Estado para garantizar el proceso de selectividad sistémico  o para operar con la evitación sistémica (violencia). Sin embargo, aquí se manifiesta por legítima el uso de la violencia cuando se considere que se generan hechos que alteren la normal comunicación del Estado que le hable en dicho momento. Bajo esta concepción,  estaría aquí presente, el poder, la coacción y la forma de estar de un pueblo.  

En el caso de Marsh y Stoker[15] al referirse al Estado plantean que ninguna corriente teórica contemporánea lo considera un mero agente de una o varias fuerzas sociales, todos reconocen su autonomía. Al mismo tiempo, la mayoría de los autores no dan su unidad por sentada ni la consideran inevitable sino más bien una construcción política. Así, el análisis tiene que reconocer  que las divisiones que hay entre el Estado y su forma de relacionarse con la sociedad civil tienen repercusiones en esa misma sociedad civil y reflejan también sus divisiones. Además, dicho análisis tiene que determinar en qué medida y cómo se construye la unidad del Estado.

Los anteriores enfoques indican la relación entre el hombre y el Estado y las tensiones (fuerza, poder, autoridad, gobierno, dominación, legitimidad, legalidad y consenso) producidas entre este y los actores de poder y que en la actualidad ya no responden con las mismas lógicas de hace siglos. Esa relación y tensiones han cambiado profundamente, incluso las concepciones anotadas, además de las manifestaciones con las que se presentan. Lo común, es un cuestionamiento frente a la efectividad de los sistemas de organización de la sociedad actual tanto en sus dimensiones económicas como políticas por las demandas que no son solucionadas. La reflexión se expande también en cuanto a si aún las categorías de persona, individuo, ciudadano o sujeto con derechos o desprovistos de estos por los servicios persistirá en las nuevas visiones de la vida y del mundo que se prospecta. De igual forma, la encrucijada entre si estamos ante una sociedad de la razón, de masas, o nueva sociedad civil u otro tipo de sociedad que aún no se haya vislumbrado. Ni qué decir entonces, de la concepción del Estado, su rol o fines.  De este escenario de reflexión o replanteamiento, también se involucra, no sólo el deseo individual de los sujetos para su realización, sino también al gobierno, la técnica, la política y las instituciones existentes.

Ya en el sendero de las transformaciones ubicamos los fundamentos de Jessop[16], cuando contempla que ha llegado el momento necesario para destronar al Estado de su posición superior dentro de la sociedad y considerarlo simplemente como un ordenamiento institucional entre otros más. Incluso, va más allá al advertir que tanto los marxistas ya no consideran al Estado como un capitalista colectivo ideal; que los neoestatistas ya no lo ven como un sujeto legal soberano; Que ha sido deconstruido por los foucaultianos; que las femininistas ya no lo conciben simplemente como el patriarca general; y que los analistas del discurso así como los teóricos de la autopoiesis[17]  consideran que se constituye, sea irónicamente o no, a través de prácticas discursivas contingentes o comunicativas.  En otras palabras, el Estado se percibe como un sistema emergente, parcial, inestable e interdependiente de otros sistemas en un orden social complejo.

En los sustentos de Santos[18] distingue dos vertientes de transformación del Estado; la primera como comunidad ilusoria (conjunto de reformas recientes que buscan devolver alguna centralidad al Estado en la economía y en las políticas sociales) y la segunda, el de las venas cerradas (sintetiza hoy las posibilidades-y también los límites – de la imaginación política del fin del capitalismo y del fin del colonialismo).  Plantea además, la refundación del Estado a partir de un constitucionalismo transformador, el reconocimiento de la plurinacionalidad, su consagración en un proyecto de país consagrado en la Constitución, una nueva institucionalidad en función de los derechos colectivos, con aceptación del pluralismo jurídico, una nueva territorialidad, nueva organización del Estado y nuevas formas de planificación y reconocimiento de la interculturalidad y del mestizaje propios de cada contexto.

Por su parte Moncayo[19]  expresa que la visión del Estado actual y del desplazamiento de sus funciones constitucionales de antes al ámbito del imperio (capitalismo) es definitiva. Sólo teniéndola clara se puede evitar el grave error de albergar nostalgia por los poderes del Estado-nación o resucitar cualquier política que festeje la nación.

Por último, en la necesidad de comprender la transformación del Estado, es importante manifestar que dentro de su funcionamiento de acuerdo con los enfoques mencionados, se presentan ciertos momentos o circunstancias en el que se altera su aparente normal desarrollo; situación que en general se ha denominado, Estados de Excepción. Al respecto, Giorgio[20] indica que el Estado de excepción se presenta como la apertura en el ordenamiento de una laguna ficticia con el objetivo de salvaguardar la existencia de la norma y su aplicabilidad a la situación ordinaria. La laguna no es interna a la Ley, sino que se refiere a su relación con la realidad, a la propia posibilidad de su aplicación. Es como si el derecho contuviera una fractura esencial que se sitúa entre el establecimiento de la norma y su aplicación y que, en el caso extremo, sólo puede componerse por medio del Estado de excepción, es decir, creando una zona en que la aplicación es suspendida, pero la Ley permanece, como tal en vigor.  Este fundamento, prácticamente ha sido, no la excepción, sino la constante en el funcionamiento de los Estados. Constituye una realidad que fractura los Acuerdos de quienes han representado a la Sociedad establecidos en una Constitución. Sin embargo, es la expresión de las tensiones que exigen aplicación o intervención inmediata y luego se legalizan y también quedan legitimados.      


COMENTARIOS GENERALES


Si con el auge o dominio de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación TICs, el fácil acceso a la información, el progreso de la ciencia, la producción y reproducción acelerada del conocimiento, sumado a la consolidación de procesos propios derivados de las dinámicas de internacionalización y globalización por incidencia del mercado o el capitalismo; se ha propiciado un replanteamiento en todos los campos de la humanidad, en el caso de la organización y estructuración del Estado que tanto habrá ocurrido.

La sensación en la percepción de la sociedad sobre la inexistencia de fronteras, barreras  o límites territoriales entre regiones o Estados ha tomado fuerza. El patriarcado del Estado demostrado con el uso de la violencia legítima, del poder y de la coacción física, en cuanto a que contribuye a solucionar los problemas de la comunidad está fracturado así como su concepción histórica por el poder o la facultad que en su momento le entregó la sociedad.

Lo que está claro por ahora, es que definitivamente la tarea está es en entender conjuntamente que el Estado, el gobierno y  políticas públicas sin sujetos no se pueden comprender. No es posible únicamente tener como componente fundamental o protagonista solamente al Estado.  El reto es comprender el nuevo rol de los sujetos en la sociedad del conocimiento o en el marco del pleno desarrollo del capitalismo inmerso también en las nuevas estructuras o superestructuras del Estado (comprende sistema y régimen político) que reclama soluciones democráticas para el logro de calidad de vida o bienestar.  El predominio en esta nueva sociedad es lo económico y lo político (no lo estatal o estructuras de gobierno tradicional).   

Como lo afirma Caminal, “el sujeto es un pueblo, lo hemos identificado como una nacionalidad política- que reivindica ejercer ese derecho colectivo de decisión democrática (autodeterminación) para escoger su propia soberanía o su propio orden social y su forma de gobierno[21].  En este orden de ideas, vale reiterar los interrogantes planteados por Negri[22]: ¿Seremos capaces de seguir la transformación de la intelectualidad en sujeto revolucionario, de enriquecer políticamente la producción de la subjetividad?, ¿Es posible poner en funcionamiento la presencia de la utopía?, ¿El problema de la movilidad subjetiva interna de la intelectualidad de la masa, tiene un sentido?, ¿Qué significa descubrir y determinar el poder constituyente del intelecto general?, ¿qué máquinas de subjetividades libres e iguales, de fuerzas sociales cooperativas, se pueden construir hoy?. Y luego recalcó: “Hoy convendría ir mucho más allá y sospechar, de manera crítica, que allí puede estar la verdad, una utopía que puede construir una nueva máquina”.  

Esta nueva máquina, que en este caso sería una nueva organización social, para una época distinta, que exige soluciones diferentes, requiere indiscutiblemente el despojo de la alienación que se ha padecido por siglos para responder a las novedosas exigencias y comportamientos de esta sociedad también distinta a la de  hace siglos.  En un mundo como el de hoy, en el que no existen las fronteras que anteriormente se profundizaron y que constituyeron por años, el eje fundamental de la soberanía de los Estados como unos de sus elementos constitutivos, también está impactada por las conductas de la sociedad mejor informada y más empoderada conceptualmente y sobre sus derechos fundamentales.   

La sociedad de hoy tiene una valoración más consciente de lo que significa la igualdad de un hombre frente a otro hombre o ser humano. Esta misma sociedad cuestiona con mucha más potencia el hecho o derecho que se abrogan unos hombres de mandar y otros el de obedecer que, finalmente, como se advirtió esta ahora, la razón del Estado (dominación con legitimidad política). También, esa misma sociedad no está ajena ni alienada frente a las grandes transformaciones que están ocurriendo en el planeta tierra en todos los campos o sectores. Por el contrario, se encuentra en una especie de reflexión en torno a la evolución en sí misma del hombre y el cosmos y las etapas que han marcado rupturas y, por lo tanto, modificado comportamientos. En otras palabras, está revaluando lo que significó en sus inicios el descubrimiento de la agricultura, de los metales, la revolución industrial, luego la tecnológica o de las comunicaciones y ahora la revolución de las energías alternativas. Es decir, por lo menos, se tiene la conciencia de estar en un proceso de transición del mundo micro (nano) al mundo macro (necesidades) que ha impactado con mayores efectos en esta era o sociedad del conocimiento o de la información. La preocupación es, no seguir pensando y actuando en forma lineal en un mundo que no está comportándose igual, que es hiperacelerado y en el que la sensación de vivir en tiempos exponenciales y bajo lineamientos adicionales de una revolución genética que está en marcha es su patrón principal.


Si esto está ocurriendo a velocidades incalculables, obliga a indagar en qué medida los políticos, planificadores, actores y promotores de lo que hasta hoy se conoce como “desarrollo y bienestar humano” se han apropiado de esta ola transformadora, o si por el contrario, se quedaron del tren de este mundo en movimiento y en continuo cambio. Y ni qué hablar o pensar de los que se consideran dominantes de los otros hombres  y que se encuentran cobijados bajo la figura del Estado o en su calidad de gobernantes.  ¿Será que estos personajes que se abrogan el derecho de conducir a otros seguirán pensando que el desarrollo económico tiene como objetivo mejorar la renta, el bienestar y capacidad económica de los pueblos únicamente desde la concepción de la renta percápita (calificando entre países pobres y ricos)?,  o ¿que para que haya progreso económico basta con asegurar que haya capital humano cualificado, un progreso técnico a partir de la investigación y que este mismo progreso se mida positivamente si se garantiza que hay aumento de tasas de ahorro y producción?, o desde otra perspectiva  ¿persistirá que aún no tienen la suficiente certeza y conciencia sobre la crisis de energía en la sociedad humana y la necesidad de replantear los cimientos de una cooperación real y eficaz entre el ser humano y la naturaleza?,  o por el contrario ¿no se habrán dado cuenta que con sus acciones adornadas con las que aparentan impulsar el desarrollo desde la concepción económica éste ha llegado al principio del fin?, y finalmente ¿será que aún están con el paradigma en cuanto a que el rol del Estado no tiene por qué cambiar en esta época de transformaciones?, o que no es evidente ¿que el auge de la gobernanza y de las políticas públicas como demostración de la existencia del Estado no es tan convincente?.

Si todo cambió o está transformándose, como se ha reiteredo, ¿por qué la forma o la concepción que se tiene sobre desarrollo aún no se altera? y aún más potente, ¿si la modificación o concepción histórica del Estado, aún se aferra y persiste inmune?.  No es posible continuar ensayando con la sociedad concepciones que son cortas ante los nuevos retos y prioridades de la humanidad. Como lo han planteado algunos investigadores cuando han hecho referencia a la necesidad de una nueva visión que tome holísticamente la naturaleza y el ser humano desde un enfoque sistémico, alternativo, además de ser nuevamente concebida y corregida. A manera de ejemplo, se puede referenciar la concepción de Max Neef Manfred[23] cuando invita a ser herejes para cambiar concepciones o componentes, incluso de teorías económicas y fomentar un cambio, en especial, del concepto de desarrollo con acciones, estrategias, programas y operaciones, hasta hoy desconocidas. Incluso va mucho más allá cuando reconoce que hasta la concepción del tiempo y el espacio hoy es diferente. También el hecho de dar respuesta a esas relaciones entre los sexos que en la actualidad está marcada por otras necesidades y satisfactores distintos y, que tengan como sello en su intervención o fundamento una verdadera teoría del desarrollo a escala humana apropiada para impulsar el bienestar completamente articulado y respetando la diversidad que actualmente impera, lo cual daría respuesta a un nuevo rol de Estado para una época distinta. Si se acogiera este llamado, en cuanto a que se requiere concebir el desarrollo desde el entendimiento o comprensión de otra tecnología, economía, saber, visión de la ciencia, concepción del progreso, de la vida y de la muerte, de la pobreza y la riqueza enmarcado dentro de un cambio radical y profundo con políticas de equidad, pensando exclusivamente en el ser humano y la naturaleza; el reto y trabajo en esta sociedad del conocimiento, estaría enfocado a  transformar la tecnología micro en sistemas macro para superar en parte los problemas del mismo ser humano sin deteriorar el medio ambiente o la naturaleza bajo una marcada obligación moral de orientar todos los asuntos que tienen que ver con la salud, seguridad alimentaria, remediación ambiental y producción de energía bajo un enfoque holístico y no seguir desperdiciando las aún novedosas propiedades que exhibe la materia.  Ello,  implicaría un cambio de chip, o mejor, un cambio en todo orden, por supuesto que el del Estado como es conocido hoy. Con el apoyo de una sociedad vibrante y apropiada de sus necesidades y satisfactores tanto personales como familiares y contextuales de este nuevo mundo que tiene otras connotaciones diferentes a la de hace décadas y siglos. O mejor, por las lógicas que nunca debieron cambiar como las leyes de la naturaleza. En consecuencia, las revoluciones que ha tenido la humanidad son objeto nuevamente de reflexión para entender en qué momento se cambió de norte  y tratar de enmendar en algo lo realizado en el transcurso de la evolución del hombre.

Como gran conclusión, pareciera que el retorno a la época donde no se contaba con la figura del Estado, o mejor de un Estado dominador del ser humano o prójimo constituye el mayor anhelo. No obstante, el verdadero secreto está en la educación de los hombres para entender que otras formas de  organización social son posibles de conseguir  y alcanzar para que no se siga contemplando como una utopía, sino que se haga realidad. Una nueva organización social sembrado en la sociedad, de la sociedad y para la sociedad y no para dominar al ser humano y prójimo sino por lograr acciones colectivas basadas en las necesidades y satisfactores humanos es la meta. El uso de la violencia legítima, de la fuerza, del poder, de la dominación por parte del Estado ya fueron permeadas en estos tiempos de crisis o cambios profundos de civilización que se acentúa en la necesidad de instalarse en la búsqueda de una identidad originaria.
              
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BIBLIOGRAFÍA


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WEBER, Max, (1997) . Economía y Sociedad., Bogotá, F.C.E.  IX. La institución Estatal racional y los partidos políticos y parlamentos modernos (sociología del Estado), pág. 1047-1076.




[1] Abogado, Especialista en Gestión Pública, estudiante de la Maestría en Administración Pública de la ESAP. 
[2] El término ‘sociedad del conocimiento’ ocupa un lugar estelar en la discusión actual en las ciencias sociales así como en la política europea. Se trata de un concepto que aparentemente resume las transformaciones sociales que se están produciendo en la sociedad moderna y sirve para el análisis de estas transformaciones. Al mismo tiempo, ofrece una visión del futuro para guiar normativamente las acciones políticas. Sin embargo, ha tenido una adaptación desigual en las diferentes áreas lingüísticas concurriendo también con otros términos como ‘sociedad de la información’ y ‘sociedad red’. Este artículo tiene como objetivo exponer brevemente el estado de la cuestión de la discusión alemana de la sociedad del conocimiento. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. (Serie documental de Geo Crítica). Universidad de Barcelona. Vol. XI, nº 683, 25 de octubre de 2006.
[3] REYNOSO C. Edgar Morín y la Complejidad: Elemento para una crítica. Universidad de Buenos Aires. Grupo Antropocaos. Versión 1.6- Septiembre de 2007.
[4] JARAMILLO ECHEVERRY, L.G. ¿Qué es Epistemología?. Mi mirar epistemológico y el progreso de la ciencia. Universidad del Cauca. Agosto de 2003. En la mayoría de los textos la palabra epistemología se encuentra relacionada como aquella ciencia, o parte de la ciencia encargada de la teoría del conocimiento; caso de Tamayo (1997) que, al citar a Aristóteles, la reconoce como la ciencia que tiene por objeto conocer las cosas en su esencia y en sus causas. Para Piaget, la epistemología "es el estudio del pasaje de los estados de menor conocimiento a los estados de un conocimiento más avanzado, preguntándose Piaget, por el cómo conoce el sujeto (como se pasa de un nivel de conocimiento a otro); la pregunta es más por el proceso y no por lo "qué es" el conocimiento en sí" (Cortes y Gil 1997).  Para Ceberio y Watzlawick (1998), "el término epistemología deriva del griego episteme que significa conocimiento, y es una rama de la filosofía que se ocupa de todos los elementos que procuran la adquisición de conocimiento e investiga los fundamentos, límites, métodos y validez del mismo".
[5] CAMINAL, M. Manual de Ciencia Política. 2005. En este texto, el Estado como organización social supone: Organización política obligatoria, un ordenamiento jurídico, un aparato de gobierno, una población y un territorio.  
[6] Ibídem. Pág. 499. Aquí explica la doble tendencia del poder de las democracias modernas.
[7] NEGRI, A. ¿Para que sirve aún el Estado?.  Prólogo al libro de Víctor Manuel Moncayo. El leviatán derrotado: Reflexiones sobre la teoría del Estado y el caso colombiano.
[8] SANTOS, Boaventura de Souza, (2010). “La refundación del Estado y os falso positivos” en: La refundación del Estado en América latina, perspectivas desde una epistemología del sur, Lima: IIDS y PDTG, p. 67-111. 
[9] CAMINAL, M. Pág. 499
[10] Weber, Max, (1997) . Economía y Sociedad., Bogotá, F.C.E.  IX. La institución Estatal racional y los partidos políticos y parlamentos modernos (sociología del Estado), pág. 1047-1076.  Además de hacer alusión al Estado, también expresa que:  y  la “política, sería, así, para nosotros: aspiración a la participación en el poder, o la influencia sobre la distribución del poder , ya sea entre Estados, o en el interior de un Estado, entre los grupos humanos que comprende, lo cual corresponde también esencialmente al uso lingüístico”. “El estado, lo mismo que las demás asociaciones políticas que lo han precedido, es una relación de dominio de hombres sobre hombres basada en el medio de la coacción legítima (es decir: considerada legítima)”.  Dominación por la autoridad del pasado, de la costumbre, tradicional. Luego la autoridad del don de gracia personal extraordinario (carisma)  y la dominación en virtud de la legalidad.   “ El Estado moderno es una asociación de dominio de tipo institucional que en el interior de un territorio  ha tratado con éxito de  monopolizar la coacción física legítima como instrumento de dominio, y reúne a dicho objeto los medios materiales de explotación en manos de sus directores pero habiendo expropiado para ello a todos los funcionarios de clase autónomos, que anteriormente disponían de aquéllos por derecho propio, y colocándose a sí mismo, en lugar de ellos, en la cima suprema.  En el Estado moderno, el verdadero  dominio, que no consiste ni en los discursos parlamentarios ni en las proclamas de monarcas sino en el manejo diario de la administración, se encuentra necesariamente en manos de la burocracia, tanto militar como civil.
[11] KELSEN, Hans (1960). Teoría General del Derecho y del Estado, México, UNAM, 1969, Pág. 215-246.  Aquí defiende Kelsen expresa que se debe  hacer alusión al Estado como personificación del orden jurídico nacional, como orden y como comunidad constituida por ese orden, como unidad sociológica (unidad social constituida por acción recíproca o por una voluntad común o por intereses comunes, como organismo, como dominación), y el concepto jurídico y sociológico del Estado, además de sus órganos, sujeto de deberes y derechos, elementos y su relación entre el derecho privado y público. Que por lo tanto, se puede describir la realidad social sin usar el término “Estado”. En cuanto persona, el Estado no es sino la personificación de esa unidad. Decir “órgano del Estado es lo mismo que decir “órgano del derecho”   el Estado no es otra cosa que una personificación metafórica del derecho, no es algo distinto del orden jurídico vigente en una cierta porción del globo.  En realidad, la postulación de una entidad-persona, el Estado, como sujeto previo y preexistente al orden jurídico, es una manifestación más del animismo primitivo. Sin embargo –admite el propio Kelsen– un concepto sociológico de Estado útil para el examen científico. Se trata del Estado como dominación. Así entendido, el Estado es visto como una relación entre quienes mandan y gobiernan, por un lado, y quienes obedecen y son gobernados, por otro lado. Pero la sociología del Estado sólo se interesa por el mando que ciertos individuos ejercen, en tanto “órganos del Estado”, sobre otros. Y sólo puede entenderse la noción de “órgano del Estado” en un sentido jurídico.
[12] CARNOY, Martínn. (1993). El Estado y la teoría política, México, Alianza, 1993, P. 63-113. Al referirse a Marx expresa que  en realidad, el Estado es un medio esencial de la dominación de clase en la sociedad capitalista. No está por encima de la lucha de clases, sino profundamente comprometido en ellas.  El Estado surgiendo de las relaciones de producción, no representa el bien común, sino que es la expresión política de la estructura de clases inherente a la producción. En los mismos términos manifiesta que según Hegel (también coinciden Hobbes, Locke, Rousseau y Smith), el Estado es eterno, no histórico: trasciende la sociedad como una colectividad idealizada. Por ello, es más que unas simples instituciones políticas. Tuvo una visión del Estado como encargado de representar la “colectividad social”  por encima de intereses y clases particulares, asegurando que la competencia  entre individuos y grupos siga siendo ordenada, en tanto que los intereses colectivos del “todo” social se preservan en las acciones del Estado mismo. Afirmó que el Estado tiene sus orígenes en la necesidad de controlar las luchas sociales entre distintos intereses económicos, y que tal control está en manos de la clase económicamente más poderosa de la sociedad. El Estado capitalista es una respuesta a la necesidad de mediar en el conflicto de clases y de mantener el “orden”, y un orden que reproduce el predominio económico de la burguesía.
[13] SCHMITT, Karl. (1991). El concepto de lo político (texto de 1932), Madrid, Editorial Alianza Universidad, p. 49-122.
[14] TORRES NAFARRETE, J. (2004). “El Estado del sistema político”, en: Luhmann: la política como sistema, México: Fondo de Cultura Económica/Universidad Iberoamericana/UNAM, P. 211-242.  
[15] MARSH, David & Stoker, Gerry. (1997), “La convergencia  de las teorías del Estado”, en: Teoría y métodos de la ciencia política.  Alianza Editorial. Madrid, 1997, p.273-291.
[16] JESSOP, Bob. “Desarrollo recientes en la teoría del EstadoE: En: Crísis del Estado de Bienestar. Siglo del Hombre/Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Unal. Bogotá, 1999. Pp.89122.
[17] GALASSI, J.G. y CORREA, B. La teoría de la autopoiesis y su aplicación en las ciencias sociales. El caso de la interacción social. Revista de Epistemología de Ciencias Sociales. Universidad de la Frontera. Chile.  
[18] SANTOS, Boaventura de Souza, (2010). “La refundación del Estado y os falso positivos” en: La refundación del Estado en América latina, perspectivas desde una epistemología del sur, Lima: IIDS y PDTG, p. 67-111. 
[19] MONCAYO C., V.M., “El leviatán derrotado: reflexiones sobre teoría del Estado y el caso colombiano. Editorial Norma. 2004.
[20] GIORGIO, A. (2004). “Estado de Excepción. Homo sacer III, Valencia, Pre-Textos,  p 9-78.
[21] CAMINAL, M. Manual de Ciencia Política. Pág. 498. Aquí hace relación a la Autodeterminación de los pueblos cuando en 1966 las Naciones Unidas en los convenios de derechos internacionales la establecieron a fin de que cada pueblo decidieran libremente su status político y persiguieran libremente su desarrollo económico, social y cultural.
[22] NEGRI, A. ¿Para qué sirve aún el Estado?.  Prólogo al libro de Víctor Manuel Moncayo. El leviatán derrotado: Reflexiones sobre la teoría del Estado y el caso colombiano. Pág. 36-37
[23] MANFRED, A. Max-Neef. “Desarrollo y necesidades humanas.

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