Columna publicada en el Diario la Nación el 19/01/2022
Todos con
ansiedad y expectativa por el regreso a las aulas de manera presencial. Algunos
con una crítica feroz a los docentes como los responsables por no promover ni
querer la presencialidad. Otros, escudados en slogan o memes que daban cuenta
de autorizaciones de aglomeraciones en centros comerciales o eventos públicos,
pero no para la escuela o universidad. Otro tanto, con escepticismo aún de
enviar a los hijos a la presencialidad por todo lo ocurrido. No obstante, la
institucionalidad, responsable de lo que pueda ocurrir, continúa en su proceso
de adecuación de protocolos de bioseguridad, espacios educativos y preparación
del regreso a las clases de una forma que se minimice el riesgo en esta fase.
En general, no es ni será fácil este retorno. Por ello, las dos semanas de
desarrollo institucional que se autorizaron en las distintas instituciones
educativas del país, para que tanto los docentes, directivos e
institucionalidad adopten las medidas necesarias para ese regreso a clases en
una nueva normalidad que todavía no vislumbramos. Todos los ciudadanos deben
conocer las distintas agendas que desarrolla cada institución educativa para
este propósito. Debieran estar publicadas en las páginas web institucionales
para que tantos los estudiantes como padres de familia tengan pleno
conocimiento de lo que está ocurriendo. No se está perdiendo el tiempo. Al
contrario, son arduas jornadas de trabajo para repensar el rol educativo con
todas las experiencias traumáticas que ha dejado esta pandemia. No en vano, se
están revisando metas institucionales, sistema de evaluación, compromisos por
áreas académicas, reformulación del componente teleológico y plan estratégico
institucional, nuevo rol del docente, qué se enseñará y cómo y a quienes. Así
mismo, en preparación de actividades para el recibimiento de los estudiantes en
la primera semana de regreso a estudiar. Es decir, todo un proceso para lograr
que cuando los estudiantes lleguen a la escuela, no lo hagan directamente a la
jaula de clases, a los muros de encierro, sino a una transición que permita el
reconocimiento del otro, integración, comunicación y felicidad por el retorno-aula
abierta. Son casi dos años de privaciones con el compañero, con el parce, con
los amigos. Diversas conductas se han modificado, las cuales deben ser
previstas para un reencuentro con unas restricciones de bioseguridad rigurosas.
Proceso en el que los padres de familia deben cooperar y apoyar. Es decir, casi
que a los padres de familia también les incumbe esta preparación que se esta
trabajando al interior de cada institución educativa por estos días. No se
regresará al aula a hacer lo mismo, aunque se llegue a la misma aula. En todos
estos meses, los docentes son los que más han repensado el rol de la educación.
Esto se ha enfatizado en los procesos de formación que se han tenido en estas
dos semanas. Que la misma debe estar enmarcada dentro del “pensamiento crítico”
promovido por Newmann, pero principalmente como lo señala De Roux, en la “acción
de cultivar” o en el llamado a gritos de “enseñar en contexto” en palabras de Rodolfo
Llinas. Bienvenidos pacientemente a la presencialidad.