Columna publicada el 01/02/2024 en el Diario la Nación
Pensando en
voz alta, se requieren más y mejores personas formadas en gobierno y
administración pública a nivel de pregrado, maestría y doctorado para que
fomenten e impulsen investigación de punta en todo lo relacionado con esta
ciencia administrativa. Como expresara Edgar Varela, ex rector de la
Universidad del Valle, si de llenar una lista de cientistas y analistas
políticos, ésta se lograría sin problemas. Pero si se hiciera otra lista de
expertos en gobierno y administración pública, la misma no se podría efectuar o
llenar rápido porque son muy pocos los que podríamos identificar y ubicar. En
el sólo hecho de analizar y entender los fenómenos del poder y la política,
toman la delantera los científicos que pertenecen al campo de la ciencia
política. Mas no sucede lo mismo, con expertos en gobierno y administración
pública del cual se espera otro enfoque. Ello obedece a que la administración
pública como carrera, cómo disciplina, desde los pocos programas ofertados en
nuestro país, correspondió a una transferencia que se hiciera de los modelos
instrumentales de las escuelas americanas. Woodrow Wilson, quien fuera
presidente de los EE. UU, académico y un destacado científico y político, de
alguna manera artífice de esa literatura fundacional de la administración
pública americana, la centró en un problema concreto que tenían al final del
siglo XIX en torno a esa dicotomía política y Administración y en la necesidad
de responder a los postulados del management de acuerdo con los principios
impulsados por Taylor y Fayol, como lo reseña claramente Dwight Waldo. En otras
palabras, la administración pública como carrera, como disciplina y como
currículo ha sido pertinente y aterrizada a los problemas que tiene el
federalismo, la separación de los esquemas o estructuras y las autonomías de
los gobiernos locales de ese país. Pero eso, no ocurrió en América Latina, y
tampoco, ha cambiado mucho. Los currículos nuestros y sus contenidos no están
diseñados para analizar nuestros problemas, sino que son la forma como en
América del Norte los enfrenta. Y desde allí, nos ilustran cómo tenemos que
resolver los nuestros. Por lo tanto, ellos resuelven sus problemas, pero
nosotros no los podemos resolver por nuestro contexto particular que tenemos.
El discurso es muy disfuncional con relación a los sistemas de práctica y la
cultura política de la región. En consecuencia, quien estudia gobierno y administración
pública, aprende cosas que sirven en otro lado, pero que no aquí. De ahí la
necesidad en seguir la cadena de formación con la modificación de los
currículos a fin de entender nuestros propios problemas de gobierno y
administración pública. Particularmente, los del poder y la política, para que
los funcionarios entiendan las dinámicas, lógicas y conflictos de interés que
están detrás de las cosas desde esta disciplina. Arriba el estudio del gobierno
y la Administración Pública: el poder y la política.