Ahora en pleno cumpleaños de la ciudad, es necesario abordar
qué nociones construidas o por construir tenemos sobre la comprensión de la
justicia comunitaria, pues considero que aún no ha contado con los suficientes encuentros,
deliberaciones o generación de acciones concretas por parte de la comunidad
Neivana. No es suficiente una Dirección de Justicia como dependencia de la
Alcaldía ante la creciente demanda ciudadana para solucionar sus diferencias o
conflictos, así como hechos delincuenciales. Medellín y Bogotá hace años entendieron este
asunto y ya nos llevan una delantera enorme, de la cual habríamos podido
aprender urgentemente. No sé si se contemple en el nuevo plan de desarrollo este
tema. No sólo para fortalecer esta Dependencia, sino todo el sistema a fin de
contar con la institucionalidad que representa una casa de justicia. Aún estamos arraigados en los preceptos de la
justicia formal, restaurativa y alternativa a pesar de que los tiempos han
cambiado y los roles de las comunidades que desean más seguridad pública y
calidad de vida ante las diferentes manifestaciones del crimen, también. La
comunidad o la ciudadanía a través de sus diferentes organizaciones en el
contexto mundial ha tomado la delantera para desarrollar estrategias que
permitan controlar el crimen y el desorden social a fin de reducir la
desigualdad en la calidad de vida de sus zonas marginales, la indignidad del
desorden, la agonía en la victimización criminal y la parálisis del miedo al
convertir su protagonismo comunitario en la resolución de sus propios problemas
o conflictos, la restauración de comunidades víctimas, el refuerzo de estándares
normativos y la reintegración efectiva de los delincuentes. Aquí podríamos
analizar los distintos modelos, redes o movimientos que propugnan por una
justicia comunitaria y su pertinencia para la ciudad. La Justicia Comunitaria donde
se ha implementado ha contribuido en tareas de prevención penal, mas no a sustituir
el sistema de justicia vigente ni a invalidar derechos procesales de
delincuentes y víctimas. Importante que adoptáramos el lenguaje propio de la
prevención comunitaria del crimen, de policía de proximidad, defensa
comunitaria, fiscalía comunitaria, tribunales comunitarios, sistemas
sancionadores de justicia restaurativa, accesibilidad al sistema de justicia,
compromiso comunitario, procesos reparadores, de reintegración, restauración e
integración como resultado de la capacidad organizativa de la comunidad para
satisfacer sus necesidades y generar calidad de vida. La comunidad tiene la
palabra.
lunes, 23 de abril de 2012
jueves, 19 de abril de 2012
NO MAS AGASAJOS A PRESIDENTES
Sin caer en la falta de actualidad en el análisis de las conclusiones de la cumbre de las Américas, quiero transmitir las ideas de más de 80 estudiantes de Derecho Internacional público, a quienes durante estos primeros meses del año les asigne la tarea de analizar las agendas que se desarrollarían así como el compromiso de generar ensayos o reflexiones con posterioridad a su celebración frente a resultados que aparentemente se concretarían en la declaración final. Al debatir lo ocurrido, especialmente si la cumbre deja un balance positivo para la región, la respuesta sin asomo de duda es, muy pocas acciones concretas.
Más bien, las intervenciones se centraron en lo siguiente: que deberíamos hacer una cumbre de estas en Neiva para ver si salimos de varios líos que tenemos en la ciudad, máxime a escasos días de sus 400 años, y que ojalá un Presidente (particularmente Obama) se le ocurriera pedir como obsequio o sueño a cumplir, la posibilidad de dar un paseo por el Quimbo o al cruce de la Plata y saber que estrategias desplegarían las autoridades departamentales y el alto gobierno. Que la verdadera cumbre la hicieron los Presidentes Correa, Ortega, Chávez y Castro pues le dieron un tiro de gracia a este evento continental. Que se evidenció fue un afán de atender a unos personajes con alfombra roja, obsequios, incluido declamaciones de Fonseca y Carlos Vives, fotos para revistas del Jet Set, comida especializada como para astronautas, desfiles en pasarela de los visitantes y acompañantes, escándalos del servicio secreto de EE.UU, los niños de la alfombra roja representando animales para recibir o congraciar a otro ser humano común y corriente, cero contaminación de la ciudad de Cartagena, incluso, de pordioseros o mendigos para no desilusionar a los extranjeros, presentadores de medios de comunicación descrestados por el avión del Presidente Obama, armas y hombres que nunca habían visto para garantizar la seguridad en la ciudad anfitriona, olvido de Santos frente al caso de las Malvinas y el reclamo de la Presidenta de Argentina y, la joya esperada, “la declaración” que finalmente no apareció, etc.
La conclusión de los futuros abogados, aún inexpertos en Derecho internacional, es que jamás volvamos a realizar estos agasajos patrocinados por nuestro país, pues a más de veinte millones de colombianos (pobres) les quedó otro mensaje.
Columna publicada en el Diario la Nación
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