Columna publicada en el Diario Panorama Araucano, Edición de febrero de 2014
Con la aprobación de “la
política para el desarrollo integral de la Orinoquia: Altillanura- Fase I
(3797/14)” que involucra los departamentos de Arauca, Casanare, Guanía,
Guaviare, Meta y Vichada (que incluye 64 municipios, 380.600 km2, 1,7 millones
de personas) por parte del Consejo Nacional de Política Económica y Social-
Conpes y socializado en Yopal con bombos
y platillos por el Presidente Santos ante líderes, y especialmente, ante los
gobernadores de estos entes territoriales el pasado 12 de enero; surgen
diferentes situaciones que se deben tener en cuenta para hacerla realidad. Lo
primero, es que dicho documento es como un libro en blanco de buenas
intenciones (nada novedosas) que ha socializado el primer mandatario para esta
geografía del país, precisamente en época electoral. De estos documentos incumplidos
estamos llenos a lo largo de estos últimos 20 años. Todos debemos leer su
contenido en 83 páginas de manera cuidadosa, y nos daremos cuenta que lo allí
plasmado ya estaba en otros estudios o documentos como planes de desarrollo,
agendas internas, planes, programas y proyectos de otras entidades. Lo único
positivo, es que nuevamente nos invita a pensar en colectivo y en prospectiva a
25 años, esto es, en región y no con proyecticos por departamentos con el sello
de la genialidad perversa o individualismo egocentrista y partidista. Como
segundo, esta política (claro que falta la expedición de las normas para darle
verdadero impulso) anticipa o exige que todas las instituciones o actores
involucrados en el desarrollo de la región, tomen las acciones para lograr su
cometido. Quiere decir, que si el “propósito
es crear las condiciones sociales y económicas para un desarrollo incluyente y
sostenible de la Altillanura, basado en la construcción de un modelo de región
a partir de: i) Equipar a la región de infraestructura y servicios sociales
para el desarrollo; ii) Ordenar el territorio de una manera armónica y acorde a
la vocación de la región; iii) Generar condiciones que incentiven la inversión
para aprovechar el potencial agropecuario y agroindustrial de la región; iv)
Ampliar las capacidades institucionales para la gestión del desarrollo regional
en el marco de lo dispuesto en el Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014
“Prosperidad para Todos” – PND” y los de los siguientes 6 periodos de
gobierno nacional y territorial; las decisiones
a tomar por todos y cada uno para enrutarnos por este camino, deben ser
igualmente ambiciosas. No es gaseoso expresar que la Orinoquia se proyecta como
una oportunidad de crecimiento para el país y que aprovechar dicha oportunidad requiere
el esfuerzo de todos para que su desarrollo sea incluyente y sostenible. Todos
conocemos las bondades de la región en medio ambiente y su carácter fronterizo
y multiétnico, potencial productivo, características ambientales, su sistema de
ciudades, ordenamiento territorial y de propiedad, infraestructura y
conectividad, desarrollo económico, mercado laboral, desarrollo social,
saneamiento básico y vivienda, defensa y justicia, capacidad institucional; pero lo que no tenemos claro es el rol en un
liderazgo público y privado para gestionar y alcanzar las condiciones sociales
y económicas para un desarrollo incluyente y sostenible bajo un modelo de una
región única en el mundo. Si de lo que se trata es de ordenar el territorio,
consolidar el sistema de ciudades de la altillanura, adecuar la región para
aprovechar el potencial y avanzar en el desarrollo integral , promover la
inversión para un desarrollo económico sostenible y adecuar la
institucionalidad de la región de la Orinoquía para que ésta sea el vehículo
para un desarrollo ordenado, integral y sostenible; entonces, ¿cómo?, ¿con
quién?, ¿en cuánto tiempo hacerlo? y ¿con cuántos recursos contaremos?, no será
tarea fácil.
Este documento me recuerda
que hace unos días recibimos las enseñanzas del Ex primer Ministro de
Inglaterra Tony Blair en cuanto que para consolidar una región (como la Orinoquía)
debemos empezar por una visión (que exprese las aspiraciones de sus líderes y
sus principales grupos de interés, estar basada en un análisis de debilidades,
oportunidades, amenazas y fortalezas, que inspire aspiraciones futuras y que
permita la coordinación entre diferentes actores), objetivos e indicadores
(concretos con números y fechas),
estrategia (basada en un entendimiento de los aspectos técnicos para alcanzar
la visión, concreta y apoyada con metas para analizar su avance e implementada
a través de un plan de largo plazo) y programas y proyectos (gestión por
proyectos) lo cual conducirá a tener una región organizada mediante una
estructura definida, financiación y funciones claras con recursos propios y una
excelente gobernanza. Cómo ejemplo de ello tenemos los casos de Croacia,
Turquía, Canadá, Reino Unido, Francia y Alemania. El tema es saber escoger un
tipo de organización alineada con las capacidades locales de conformidad con
los modelos de gestión público (contrato nación-región, agencias de desarrollo
regional) o privada (Comités de desarrollo regional, Agencias de desarrollo
regional, Agencia regional de desarrollo) y enfocándonos a áreas que más
requieran apoyo para lograrlo. Sin embargo, esto no se ha dado. Apenas
socializaron un Conpes pero no tuvo
participación del pueblo, lo hicieron en Bogotá. Para el Caso de Arauca,
¿qué pasará entonces con el contrato plan?. ¿Lo afectará?. Como Escuela Superior de Administración
Pública-ESAP, estaremos en condiciones de apoyar académicamente el impulso a
largo plazo de este nuevo modelo de región. “Bienvenido el desarrollo” *
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