Lunes, 03 Febrero 2014 03:15
Los huilenses nos hemos aglutinado a reflexionar profundamente, no sólo en la muerte absurda de Sergio Younes, sino también en sus virtudes y lo que trató de transmitirnos con su slogan: “el Huila somos todos”.
No obstante, el hecho oportunista y coyuntural de los politiqueros en provechar los eventos alrededor del féretro (integrantes de la dirección del Partido de la U y su flamante Senador que pregona el hecho de que pagó el costo de la guerra y que prefiere pagar el precio de la paz) para entregar sus banderas y aspiraciones políticas a otra persona (Ana María Rincón); han indignado o subestimado nuestra inteligencia de quienes admiramos (demostrado con el profundo pesar por su temprana partida) como una semilla de la verdadera renovación del liderazgo político en ésta geografía de la patria.
No hay derecho al terrible oportunismo, como fue titulado en una columna de otro prestigioso diario. Esto me recuerda el hecho patético cuando fue asesinado Galán y su hijo le entregó las banderas a Cesar Gaviria, también cuando Chávez antes de morir pidió casi con auxilio que si algo le pasara, eligieran a Maduro, entre otros burdos ejemplos. No entiendo a su equipo de trabajo cómo permitió esto.
En la memoria de los huilenses, no se borrarán estas imágenes. Por ello, no creo que tome tanta fuerza (como efecto boomerang) una posible elección de estas que tenga como resultado un apoyo masivo de solidaridad y no como ganancia de una causa trabajada y ganada con el tiempo y con virtudes reconocidas producto del espacio obtenido en la arena política con tesón, esfuerzo, crítica, dedicación, carisma y empatía.
Definitivamente, con más de un centenario, continua vigente el pensamiento de Friedrich Nietzsche, en especial, “la genealogía de la moral” cuando aborda los temas de quién es bueno o malvado, bueno o malo, culpa, mala conciencia y similares y los ideales ascéticos, pero sobre todo, cuando nos exhorta a “recorrer con preguntas totalmente nuevas y, por así decirlo, con nuevos ojos, el inmenso, lejano y tan recóndito país de la moral ––de la moral que realmente ha existido, de la moral realmente vivida…”. No a la máxima: Rey muerto, Reina puesta. Indignante e irritante. Este hecho debe servirnos profundamente para recapacitar y actuar (no en lo electoral) en la dimensión: “El Huila somos todos”. Adoptemos este mensaje institucionalmente.
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