Precisamente hoy, no sabemos si celebrar, conmemorar, evocar,
o sencillamente ignorar los hechos ocurridos hace 200 años cuando se culminó
con la victoria de los patriotas sobre los soldados realistas del dominio
colonial de España sobre nuestros pueblos, incluido, lo que es actualmente
Colombia. Sí nos decidimos por lo primero, entonces ¿izamos la bandera, vemos
la recreación de los hechos de la época en un sencillo programa de televisión,
leemos un recorte de la historia, hacemos un balance de esta gesta libertadora,
o proponemos qué hacer en estos próximos 200 años?. Creo que depende del nivel
intelectual de cada uno de nosotros y del compromiso que tengamos por
vislumbrar una mejor patria. Así continuemos enfrascados casi con las mismas
luchas o problemáticas de antes, durante, y después del triunfo del Puente de
Boyacá. No me resigno a que sea un día festivo cualquiera. Mínimamente, tenemos
que ir más allá de la comprensión de las consecuencias de la campaña
libertadora que triunfó y culminó el 7 de agosto donde quedaron libres las
Provincias de la Nueva Granada, Ecuador y Venezuela, que con posterioridad, y
por pocos años, se denominó: la gran Colombia. Tampoco, se trata de identificar
sólo lo negativo que ha ocurrido en estos dos centenarios donde hemos estado
enfrascados permanentemente por la guerra, corrupción, individualismo,
desigualdad y una cultura de lo fácil (mafiosa), entre otros aspectos. Ha primado
la incapacidad de los dirigentes para impulsar un proyecto-nación. Siempre
aguas tibias impulsadas y promovida por unos pocos, mal llamados de la élite.
Es más, ni la celebración, conmemoración o evocación de este hecho histórico,
se pudo cumplir como debería ser, dada la improvisación de siempre y el
argumento de la falta de recursos económicos. Lo que nos corresponde, es
promover las bases de lo que significarán los próximos 200 años. Donde nos
involucremos todos los que somos y que reconstruyamos la patria para que seamos
lo que en mayoría queremos ser. Que cese la violencia, la barbarie en nuestro
territorio, y verdaderamente, hagamos del mismo, una patria civilizada y con
todos los principios de una real democracia. Si bien debemos profesar gratitud
por quienes todo lo entregaron por la causa libertadora, y en señal de ese
agradecimiento eterno, realizar los actos protocolarios correspondientes, lo es
también, que debemos ir más allá de ese horizonte tan corto y, nos repensemos
como sociedad. Esa es la tarea de esta generación y las futuras. Como es
posible, que de esa lucha que dieron nuestros padres de la patria y triunfo
correspondiente en 1819 (por supuesto no me refiere a los congresistas),
lamentablemente no hayamos superados situaciones turbias, luchas fratricidas y,
proyectos fracasados de nación. Aunque para algunos esta sea la democracia más
consolidada de América Latina. Sin embargo, claro que debemos agradecer a
nuestros patriotas que lucharon por dejarnos un mejor terruño. Pero atentos connacionales,
debemos ser más audaces para continuar por una senda que consolide una mejor
nación en estos 200 años que siguen.
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