El que lo vive es el que lo padece y a mas nadie le
interesa. Esa parece ser la consigna en la que se encuentran los más de 12.000 habitantes
de Colombia-Huila, quienes después de la tragedia causada por su rio Ambicá y que
los ha dejado incomunicados, no se resignan a vivir con pañitos de agua tibia proporcionados
por la gobernación. Este río, generó una avalancha en el 2014 donde la
estructura del puente que da ingreso a la zona urbana quedó socavada y, no se
tomaron las medidas para mitigar el impacto sufrido, ni obras de prevención
como lo manifiestan algunos de sus líderes. Luego, tuvieron la creciente del
2017 que arrasó con uno de sus puentes, se llevó unas fincas, afectó 7 veredas
y nuevamente impactó su puente principal. En abril de este año se generó otra
creciente que causó nuevos daños en la misma zona. Pero la copa se rebozó,
exactamente el pasado 19 y 20 de junio donde se presentaron dos avalanchas que
los incomunicó totalmente, con un puente anexo destruido, banca del casco
urbano arrasado y el gran susto del siglo que puso en inminente peligro a la
ciudadanía que allí habita. El reclamo general se traduce en que hay 293
damnificados sólo por el rio, a los que no se les ha dado la ayuda y tampoco se
les ha caracterizado para el efecto. Reconocen la elocuencia, el hablado
encantador de un motivador propio de un psicólogo como lo es el gobernador,
pero de sus promesas, nada. Las mejoras o ayudas las prometió para que en 15
días se hicieran efectivas, pero es la fecha y, nada. ¿Dónde está el puente,
donde está el acueducto, banca de carretera arreglada?. No se han visto los
resultados. No se han legalizado las veedurías a la ejecución de los proyectos
prometidos. A los presidentes de juntas los reúnen, les dicen, pero nada aún. Es
más, las propuestas del gobernador, no responden a los proyectos que deben
realizarse, así lo plantean. Lo que sí reconocen, es que una vez el doctor
Guillermo Plazas Alcid, manifestó que era más fácil reubicar el pueblo que seguirle
invirtiendo al rio. Pues una vez hicieron un puente y, no alcanzaron ni a
socializarlo cuando el rio se lo llevó. No obstante, no se pueden quedar
esperando. Hay que hacer algo. En particular, un gran trabajo de prevención con
gaviones como se hacía antes, no con obras donde se roben la plata. Una intensa
reforestación (siembra de árboles), así lo expresan. Deben superar las leyendas
del río: “que lo tienen loco, que es el dueño de las escrituras de Colombia, dice
quién entra, sale y se queda. Incluso, que no se deja canalizar”. Este
problema, y la sumatoria de otros, fueron planteados en el marco de un
seminario de derechos humanos y postconflicto con la ESAP. Sus líderes hacen la
siguiente reflexión: ¿Dónde está la parte humana y los derechos humanos,
cuando ni agua, vías, empleo y oportunidades tenemos?. Este municipio es
maravilloso, único e irrepetible. Colombia Huila, es Colombia.
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