ASESORIA Y CONSULTORIA JURIDICA, EN EDUCACIÓN Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y ENTRENADOR EN LIDERAZGO

Abogado, Especializado en Gestión Pública, estudios de Maestría en Administración Pública -ESAP y Maestro en Administración Pública del Instituto Universitario Veracruzano de México, cursante del Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales en el Colegio de Morelos (México), ex-Conjuez del tribunal administrativo del Huila. Docente Universitario (del magisterio), investigador y capacitador. Columnista y conferencista en liderazgo, emprendimiento e innovación y derechos humanos. Conciliador en Derecho. Amplia experiencia en el sector educativo, Administración Pública y liderazgo. Experto en gestión de fortalezas. Apasionado de la psicología positiva. No dude en contactarme y efectuar su consulta que de inmediato se dará respuesta oportuna a su llamado o consulta.

UN NUEVO MODELO DE LIDERAZGO

Los nuevos líderes y trabajadores del futuro deben tener una habilidad que pueda venderse al rededor del mundo. Con esa habilidad; construir una marca personal, idea o un producto. También, colaborar con otras personas que son diferentes a nosotros, de ciudades distintas, de otras nacionalidades, de especialidades y géneros no iguales. Si no tenemos clara esa habilidad, seremos rápidamente reemplazados.

miércoles, 2 de octubre de 2019

¿SENCILLAMENTE SILENCIARNOS?

Columna publicada en el Diario la Nación el 18/09/2019

Ante el vil asesinato de Karina García, candidata a la Alcaldía del municipio de Suárez (Cauca) – y cinco de sus acompañantes, incluida su señora madre, en un hecho donde desconocidos interceptaron con múltiples disparos el vehículo en el que se desplazaban y, que éste, posteriormente fuera incinerado; no deja de ser un caso cualquiera o común y corriente. La gravedad del mismo, especialmente en esta época de contienda electoral nos pone nuevamente en el retrovisor de los umbrales de lo que significa un conflicto, del que se supone, habíamos superado. Esto no es aislado. Es necesario, que todos los colombianos nos manifestemos para rechazar de manera contundente estas flagrantes violaciones a los derechos humanos, que alteran el orden público, la tranquilidad, y trae a la zozobra, no sólo del municipio donde ocurrieron, sino en todo Colombia. En donde quedan las medidas de seguridad adoptadas por el Estado con los candidatos. Que tan efectivo ha sido el Plan de Atención y Prevención a los líderes sociales, así como las acciones a las alertas tempranas sobre los riesgos que corren los diferentes candidatos, particularmente de las zonas donde el conflicto tradicionalmente se enraizó. A los responsables debe caerles todo el peso de la Ley. Llámense como se llamen, respondan al grupo que respondan. Pero no nos debemos dejar arrebatar la tranquilidad que hemos ganado y nos merecemos. No se puede acallar de ninguna manera los planteamientos de candidato alguno, tampoco las exigencias colectivas que representan líderes y lideresas de organizaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes, así como líderes que apoyaron y siguen creyendo en el Acuerdo de paz, ni de las organizaciones de derechos humanos que hoy exigen conjuntamente la adecuada implementación del mismo. Ese panorama que observamos de la conformación de un nuevo grupo armado ilegal, asociado a otro de las mismas connotaciones para desafiar la instituticionalidad y, que luego siga cometiendo hechos como los de Karina, en pleno auge de la segunda década del siglo XXI, además de otras prácticas nefastas en contra de la población, ya no tiene cabida. Es más, no debe tener ni siquiera respaldo ideológico. Lo que se percibe es un interés conjunto por delinquir a futuro. Ni siquiera se le ve un asombro de cimiento como para ensalzar a una nueva corriente de jóvenes o personas que sueñen con algún ideal, con el que ya no cuentan. Por donde se mire, piense o reflexione, no tiene sentido un nuevo accionar armado. El país, ya no está en los años 70s. Todos estamos metidos es en la sociedad del conocimiento (IV Revolución). Ni siquiera los que dejaron las armas, en su gran mayoría. Algunos de ellos manifiestan: “antes lo pensábamos para ir a la ciudad. Ahora que lo logramos, lo repensaremos para regresar al monte”. Así que mejor apostarle al futuro. La guerra no es el futuro. Los casos como el de Karina, no es el futuro. Es una vergüenza mundial. Merece todo el repudio ciudadano. No debemos callar. Colombia merece seguir por el sendero de la pacificación. Incluso, desde nuestros corazones.

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