Cuando ya han transcurrido varios días de cuarentena, confinamiento o
aislamiento social por la pandemia mundial (Covid-19), medida adoptada por el
poder ejecutivo; se ha abierto el espacio (tronera) para erosionar las formas
de Estado(E) federal o unitario,
desligitimar el constitucionalismo(C),
fracturar la democracia(D), limitar
los derechos y libertades fundamentales(D),
así como el rol del Estado de derecho. Ese equilibrio de poderes o tridivisión
del poder (ejecutivo, legislativo y judicial) a partir de un sistema de
distribución jurídica y social de las funciones del Estado, planteado por
Montesquieu hace más de 200 años, que permite que el poder contrarreste el
poder, y adoptado en diversas constituciones modernas; con la
pandemia undial se ha resquebrajado. El
ejecutivo (Presidente), invocando la Constitución (Art. 215 y Ley 137/94) decretó
el estado de emergencia económica, social y ecológica (Decreto 417/20) y con
ello, ha expedido decenas de Decretos-Ley, debilitando el funcionamiento y poder
del Congreso y, la institucionalidad y fuerza de la justicia, con la apariencia
de mantener a flote los fines del Estado. Es decir, un ejecutivo ahora con
mayor concentración de poder. Este es el meollo del asunto para los expertos en
constitucionalismo, teoría del Estado y del poder, defensores de la epistémica
de la democracia, los derechos y libertades fundamentales y del Estado de
derecho. Al romperse este equilibrio, ¿quién vigila a quién?, ¿quién controla a
quién? y ¿quién detiene a quién?. Lo peor aún, es que estos decretos con fuerza
de ley, deben ser perentorios. Pero como van las cosas, ya no importará la
perentoriedad y el ejecutivo continuará como pedro por su casa. Es aquí, donde
todos debemos movilizarnos (así sea virtualmente). En confinamiento, cuarentena
o aislados, debemos evitar la desviación de poder y la violación o limitación
de derechos y también impedir que los otros dos poderes se debiliten o pierdan
su poder. Esta situación y preocupación es a nivel planetario. Aún con
distintos sistemas y regímenes políticos. Ojo. El Estado de derecho no está en
cuarentena y no debe estar sujeto a la letra de la Constitución. Debe estar más
vivo que nunca. Este se funda sobre la separación del poder. Entonces, debemos
mantener la conciencia de la democracia para seguir enfrentando todos los
riesgos. No a la limitación de los derechos fundamentales. No a la
concentración de poder en el ejecutivo sin contar con las facultades. Pues, su
ejercicio debe ser moderado. Sus medidas adoptadas, bajo la capa del interés
general, no puede convertirlas en una situación democrática. Impedir contra
viento y marea la aparición de los populismos. En tiempos de alarma, emergencia,
sitio o de excepción, el poder judicial y legislativo no deben ausentarse. Es
cuando más necesitamos transparencia e intensidad de su accionar y, más
reactivos al Control. Las decisiones de gobierno deben tomarse sin apuros y con
diálogo de la mayoría de los diferentes actores de la democracia en virtud de
sus concepciones en el ejercicio del poder y no de manera unilateral. Los
partidos políticos no deben debilitarse. Hay que seguir actuando en términos de
iguales. No podemos tener sistemas institucionales desbalanceados. Ni tampoco, dar
paso a la lógica de la guerra (amigo o enemigo) que por años nos atrapó.
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