Columna publicada en el Diario la Nación el 11/11/2020
En la Escuela Superior de Administración Pública ESAP, el director nacional está trabajando con los políticos, en especial, con los congresistas para que haga carrera un nuevo eslogan dentro y fuera de la institución. Cómo es de conocimiento público, cada vez que hay cambio de gobierno, viene la disputa, principalmente entre los padres de la patria para hacerse a los botines, esto es, adueñarse a nivel nacional y en cada uno de los departamentos de las sedes o regionales de las entidades del Estado (establecimientos públicos). La ESAP no es ni ha sido la excepción. Basta con preguntar después de un cambio de gobierno: ¿a quién le correspondió o le repartieron tal entidad?, que la respuesta ya no es sólo olfativa. Se abrogan, incluso el derecho, como si esto fuera un deber del gobierno. Tienen inventariado, hasta el más mínimo detalle: presupuesto de la entidad, número de contratistas, personas de libre nombramiento y remoción, quienes se encuentran en provisionalidad y en general, hasta donde pueden llegar, bajo el entendido que esto es un botín. No cualquiera, eso sí. Para la muestra un botón. Sólo obsérvese alrededor. Esto ya no es visto con extrañeza, sino con cierta normalidad. Por años, ha ocurrido. La meritocracia, no ha podido calar. Sin embargo, también por décadas, en el caso de la ESAP como institución de educación que forma en administración pública a los colombianos, además de requerir que se designara un equipo directivo con suficientes pergaminos académicos y no politiqueros para darle otro norte a esta entidad, no había sido posible. Al contrario, el último patrimonialista que se abrogó el derecho de hacer y deshacer en la ESAP, los resultados fueron desastrosos. Con la llegada de Pedro Medellín Torres, se ha cambiado de estrategia. Por su puesto, sin perder el sentido de lo político. A cada padre de la patria y demás interesados en la ESAP, se le está apropiando sobre la misión de la institución, el número de estudiantes y egresados, las metas en investigación de frontera, las debilidades con las que se llega y está funcionando en las regiones y la ambición de ser la mejor Escuela de Iberoamérica en Administración Pública. Es decir, que hagan la conversión sobre lo que representa exigir unos pocos cargos, contratos o prebendas en sus regiones y, más bien se realice la formación de sus propios equipos de trabajo, a sus seguidores políticos que son los mismos estudiantes, a los servidores públicos en sus municipios y a la comunidad en general para fortalecer la sociedad civil. Que es mejor apoyar la gestión de recursos para operar, instalaciones y la calidad académica e investigativa requerida para hacer la transformación que necesita el país. A manera de ejemplo: ¿Cuánto gana un político con un par de prebendas en una sede, y más bien lo intercambie a conciencia por una mejor formación de seguidores, cuadros directivos de campaña o servidores públicos en la región?. Está funcionando. Lo están entendiendo. Ya no hay dueños de la ESAP. Coinciden en su fortalecimiento y presencia regional. La ESAP, es de todos los colombianos. Excelente mensaje.
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