Columna publicada en el Diario la Nación el 30/03/2022
Por
varios años, principalmente en la década de los 90s, monseñor Libardo Ramírez Gómez
nos acostumbró con su comentario semanal o reflexiones que realizaba en el
Diario del Huila y que luego hicieron parte de su obra “pensando en voz alta”.
Escritos de inspiraron para cumplir el sueño de opinar en un diario, y frase
utilizada para referir cualquier tema que genera inquietud, participación, o
que implique trascendencia o incidencia. Cómo no pensar en voz alta con todo lo
que está ocurriendo en el mundo: conflictos, pobreza, hambre, desigualdad,
discriminación, desempleo, violación de derechos humanos, carencia de
oportunidades, etc., que está agobiando a la sociedad y que nos tiene ad-
portas de estallidos sociales más duros y sin precedentes. La pandemia nos ha
dejado sensibles. Apenas estamos despertando. Cómo no pensar en voz alta, las
contradicciones entre el deber ser y lo que está ocurriendo. Cómo no pensar en
voz alta, las acciones actuales para lograr una transformación de país, si los
hechos y fenómenos políticos actuales constituyen su posible base o fundamento
para su logro. Cómo no pensar en voz alta todos los aprendizajes en el marco de
estas elecciones surtidas para el congreso y lo corrido de la contienda
electoral para presidente de la república. Se requiere estar sordo, ciego, mudo
y también congelado para no pensar en voz alta. Por no decir, tontos. Pero
situemos la reflexión o el pensamiento en voz alta en este caso en particular,
con la fórmula vicepresidencial que recae en Rodrigo Lara Sánchez en sus
aspiraciones para acompañar un candidato presidencial y llegar a la Casa de
Nariño como mandatario de los colombianos. Lo maravilloso de la política, es
que la misma es dinámica: genera emociones, desencuentros, pasiones, odios, pero
también esperanza en la posibilidad de construir un mejor mañana. Por algo,
según Aristóteles, una vida política activa, en la que los ciudadanos
deliberen, gobiernen y construyan la polis, equivale a una vida buena y feliz.
El punto está en la deliberación. En ciencia política, deliberar es un proceso
previo a la toma o adopción de decisiones en donde los ciudadanos involucren
sus diferentes puntos de vista, así como los hechos o fenómenos relevantes en
un permanente dialogo interpartes o de manera conjunta sobre diferentes
opciones posibles dentro de un pensamiento crítico y, dónde se logre ampliar
todas sus perspectivas, opiniones, entendimientos y diferencias. Dicho esto, se
ha presentado una oportunidad única, por no decir aristotélica, de realizar una
amplia deliberación sobre la oportunidad a la vista con Rodrigo Lara Sánchez.
Triste y lamentable que no se aprenda del fracaso en las elecciones
legislativas. Y también, patear la lonchera en las presidenciales. Desde 1989
observo el panorama político huilense. Y antes que avanzar, reculamos. Más
bien, sea la coyuntura para unirnos y dialogar positivamente en las
aspiraciones de uno de nuestros líderes que podría acercarse al logro que otra
época obtuvieron José María Rojas Garrido y Misael Pastrana Borrero (únicos
huilenses que fueron presidentes). Esa dinámica política que mencioné debe
ponernos con un tapón en la boca, y ser más proactivos con nuestros propios paisanos.
No me resisto, así no sea huilense, a seguir esperando desde el palco, con la
vista gorga o como mero espectador, que sean los de otros lados los
protagonistas de la construcción de nuestro país. Menos mezquindad. ¡Es posible
un vicepresidente huilense!. Si señores.
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