Jueves, 19 Septiembre 2013 05:25
El informe “nuestra democracia” del PNUD y la OEA, resalta: “La democracia en América Latina ha vivido el periodo más prolongado de regímenes democráticos y designación de autoridades mediante elecciones. Pero, se observa frustración ciudadana ante la desigualdad de riqueza y poder, débil participación popular en los asuntos públicos, corrupción pública y privada, inseguridad ciudadana y debilidad estatal, entre otros. Una sociedad que cree poco en quienes la representan es una sociedad que puede terminar desvinculándose de la democracia”.
Este enunciado, sumado a la diversidad de partidos y movimientos políticos colombianos, me recuerda los contenidos e interrogantes del libro, “los partidos políticos” de Maurice Duverger: ¿sería más satisfactorio con regímenes sin partidos?, ¿estaría mejor representada la opinión si los candidatos se enfrentan individualmente a los electores, sin que estos puedan conocer realmente las tendencias de aquellos?, ¿estaría mejor preservada la libertad, si el gobierno encontrara ante sí más que individuos aislados, no coligados en formación política?.
Esto lo expreso porque, definitivamente necesitamos un resurgir de una nueva educación, formación y pedagogía en torno a los partidos y regímenes políticos a fin de contribuir en la constitución de una nueva clase dirigente salida del pueblo.
Los ciudadanos debemos comprender que cualquier tarea que hagamos incide o afecta ciertas tareas de los partidos y regímenes políticos o estructuras del gobierno.
Es lamentable que las universidades, incluso los mismos partidos no cuenten con programas de formación sobre: origen y evolución, teoría, estructura y armazón, sistemas, clasificación, tipos, categorías, alianzas, dimensiones, miembros y dirección de los partidos políticos; naturaleza y grados de participación; autoridad de dirigentes y parlamentarios; selección de gobernantes; nominación de candidatos; representación y deformación de la opinión; partidos y separación de poderes, autoridad gubernamental y funciones de la oposición.
En mi caso, ni en la Facultad de derecho ni en postgrado adquirí estas nociones, aunque recibí influencias de mi abuelo por su participación (como elector, simpatizante y militante) en el partido liberal dada su admiración a Gaitán, López Michelsen y Galán. Esto me contagió de su fervor político. Inicié con Galán y lo viví plenamente en la era Uribe. Pero me aterra no sólo la apatía de los ciudadanos, sino la inestabilidad y debilidad de los partidos y la inexistente formación de cuadros políticos durante estos últimos 20 años en Colombia. Bienvenido Uribe, su cátedra y Centro Democrático.
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