Esta Columna fue publicada en el Diario la Nación
Hace unos días
Transparencia por Colombia, presentó el informe sobre el “escalafón del riesgo
de corrupción en Colombia” (en gobernaciones, alcaldías y contralorías) en las
que el Departamento del Huila, precisamente no fue de los menos en corrupción.
Aún recuerdo las palabras textuales de la directora de este organismo, que sin
dolor y maquillar palabra alguna nos gritó ante los medios de prensa una verdad
de apuño: “Lo primero que hay que decir
es que los candidatos, en campaña, siguen mintiendo. Cuando llegan a ocupar los
cargos públicos, las promesas de luchar contra la corrupción se van a la caneca”.
Vale esta introducción, para manifestar que estamos haciendo uso de aquel viejo
dicho de que los opitas son conocidos porque son aquellos que “tiran la piedra
y esconden la mano”, cuando de hacer frente a sus acciones se trata. Esto se evidencia, cuando hasta los colegas
columnistas o los reporteros o periodistas (incluido los empíricos) de todos los
medios huilense; han reusado abordar descarnadamente los hechos que han sido
noticia nacional e internacional en nuestro querido departamento con las
capturas masivas orquestado con los show de Fiscalía y en pleno calentamiento
de las fiestas sanpedrinas. A duras
penas en las redes sociales se pronuncian para defender a los implicados o a
celebrar por lo ocurrido. La verdad, en el caso particular, uno no sabe si
llorar por todo lo ocurrido o más bien continuar con nuestro reinado del
bambuco como si nada hubiese ocurrido y en medio nuevamente del lujo de
candidatos que nuevamente están al asecho de víctimas incautas y aún alienadas.
Desde la academia, he tenido la oportunidad de evaluar el liderazgo de los
alcaldes huilenses del periodo anterior y de indagar sobre los delitos
cometidos contra la administración Pública en el Huila, e incluso, de estar al
frente cuando se definía la ejecución de unos convenios interaministrativos
entre la Usco y la Alcaldía de Neiva y en la que he podido evidenciar o percibir
que no estamos bien frente a la transparencia en el manejo de lo público. Se
siente impotencia, que todo está perdido, que la educación no sirve para nada y
que no vale la pena actuar correcta y en forma transparente. Se enfrentan
muchos dilemas con los ejemplos conocidos. No obstante, así siga con pobreza
material, me resistiré a modificar mis principios. Debemos replantear muchos aspectos en nuestro
Huila. Necesitamos muchas voces a gritos para hacer un alto en el camino y hacer las críticas
constructivas frente a lo ocurrido. ¿Qué pasa huilenses?, ¿Dónde están?.
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