Es una lástima y vergonzoso que las instituciones, en
especial, las que promueven el conocimiento (educativas, universidades, centros
de pensamiento, cámaras de comercio, entre otras); no vayan un paso adelante en
temas tan cruciales para el desarrollo del país y de la región, en particular, con
los relacionados frente al posconflicto o post acuerdo gobierno Santos-FARC. No
hay derecho que sigamos esperando o reaccionando a lo que se proponga desde
presidencia de la república o del congreso, sobre el tema. Por esta maldita
parsimonia, no sé si de carácter intelectual, no se logró realizar una
pedagogía popular, para que la ciudadanía entendiera que hay un hilo conductor
de los vínculos entre las condiciones que causan los conflictos armados y las
que suscitan la violencia posconflicto. Hasta el momento, estas no han desaparecido
en Colombia. Es decir, esta ola de inseguridad que se evidencia, lo que refleja
es que estamos ante una democracia insuficiente, débil, sin ideales,
criminalizante y con enormes vacíos y que con la sola firma de los acuerdos no
ha cambiado. Por ello, sentimos que las normas vigentes no son suficientes para
prevenir y atacar estos hechos sociales (fenómenos delincuenciales, criminales,
violentos), lo cual permite una sensación de frustración generalizada en
ciertas masas de la población y que altera la tranquilidad. Si estas
instituciones hubiesen cumplido su rol de manera anticipada, se habría
trabajado con la comunidad, a partir de los ejemplos de Centroamérica
(Guatemala, Salvador, Honduras, Costa Rica y Nicaruagua), que nos enseñaría cómo
a partir del fin de los conflictos armados en estos países, no diluyó los
conflictos sociales, sino que estos encontraron nuevas dinámicas de expresión y
manifestación: delincuencia, criminalidad y, violencia propiamente tal (Gonzalo
Wielandt). Al haberse hecho la tarea, se habría ganado tiempo para comprender, aceptar
y plasmar (en políticas públicas), una verdadera política de seguridad, a
partir de la misma comunidad de base, que debe estar organizada como sujeto de
representación legítima, con la capacidad de cooperar en tareas de absorción de
los problemas y conflictos sociales y encaminarse en una cultura de prevención
estructural de la violencia posconflicto, y por ende, forjar una verdadera
democracia como régimen político. Por este pequeño detalle (de no anticipar ni
actuar), es que estamos esperando las propuestas de los candidatos
presidenciales en materia de seguridad, ya que todos creían que al firmarse la
paz del actual gobierno, todo quedaría en paz. Nada más absurdo. Esta ola de
inseguridad, no es ni el postre de todo lo que se aproxima en los próximos 20
años. Sino no nos unimos y organizamos como sociedad para actuar en red, se
incrementará exponencialmente la violencia social, bandas criminales, crimen
organizado, tráfico de armas, fenómeno de las pandillas juveniles, fenómeno de
las migraciones, homicidios, etc. Aún, sin luz en el túnel. Tenemos tiempo.
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