Columna publicada en el Diario la Nación el 03/10/2018
Hace unos días, se llevó a cabo el congreso internacional
sobre innovación en la gestión pública con el concurso de diversas
instituciones estatales y, la reflexión principal, en cada una de las
conferencias, paneles, y socialización de proyectos de investigación estuvo
centrada en lo que significa la democracia, los derechos humanos y el
desarrollo. La percepción de los académicos y comunidad en general, es que la
agenda-nación está subordinada a intereses de las empresas e intereses
extranjeros con relación a la riqueza de Colombia dada una legislación hecha a
la medida que favorece a una gran minoría (ricos). Bajo este criterio, ¿cómo
entender la democracia, los derechos humanos y el desarrollo?. Por tanto, de
ese profundo cuestionamiento, se derivaron otros: ¿existe o no los límites al
poder?, ¿se evidencia la separación de poderes súpedidato a los derechos
fundamentales?, ¿hay límites a la tiranía?, ¿es efectiva la protección a las
minorías?, ¿tenemos la garantía de disenso?, ¿se respeta el derecho a los que
no aspiren a partidos políticos o movimientos sociales o a gobernar?. La
respuesta con cada uno de los trabajos presentados, daba muestras sobre estos
interrogantes. Es decir, todo lo contrario. Estamos y vivimos en un país que
está lejos de establecer los límites al poder, de proteger a las minorías, de
garantizar el disenso, de garantizar y hacer efectivo los derechos humanos, de
entender el desarrollo sólo como crecimiento económico y, peor aún, de no
entender lo que es una verdadera democracia. En esta última, los gobernantes
viven hablando de democracia, pero en el fondo no saben ni qué es, ni les
interesa su esencia. Cualquier sociedad que se dice democrática pone los derechos
fundamentales por encima de todo su ordenamiento jurídico. Dado que una sociedad
que no vele por los derechos humanos, nunca será democrática. Los derechos
humanos, en la visión de los gobernantes, se han convertido en un freno al
desarrollo. Hoy, es más importante el desarrollo que los derechos humanos. En
el mejor de los casos, el Estado se ha dedicado únicamente a la situación
declarativa de los derechos humanos y le ha faltado la garantía y la protección
por encima de cualquier otra cosa, incluso, de la estabilidad de las empresas.
La efectividad no es solo declarándolos y protegiéndolos, sino hacerlos reales con
las políticas públicas. El desarrollo no es solo crecimiento económico. Es más
que eso. Es apropiar el desarrollo humano sostenible, dado que la dignidad del
ser humano, debe estar en el foco del centro de las políticas públicas de un
Estado. Esta es la razón para fortalecer los espacios de participación y
abordar problemas estructurales del país y en una valida democracia, aplicar la
política para tener un marco de convivencia. El futuro no existe, está por
construir. ¿Qué futuro quieres?.
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