En estos días de emergencia sanitaria, lo único claro es
que nos invade el miedo, la incertidumbre, el desconocimiento sobre cómo evitar
el contagio de un virus (no cualquier virus) y la fragilidad humana a la que
estamos expuestos a pesar de los avances tecnológicos y de aparente poderío del
ser humano. En este momento de zozobra, pánico colectivo, lo que debemos poner
a prueba son los mecanismos de solidaridad, cumplimiento de directrices de los
organismos de salud, adaptación a nuevas realidades, aislamiento social como
evidencia de nuestra mayor responsabilidad, nuevas formas de hacer nuestro
trabajo (innovación) y la virtualidad como apoyo a nuestras tareas laborales,
académicas, profesionales o personales. Frente a la solidaridad, sino nos
cuidamos los unos a los otros, ninguno de nosotros estaremos seguros. No solo debemos
actuar pensando en nuestro único bienestar y el de la familia. Debemos aprender
a compartir con los vecinos y ayudar a las personas que son más vulnerables,
puesto que el problema apenas está iniciando. No sólo es aislarnos y esperar
como si estuviéramos en un Estado que lo provee todo. Nos toca tomar iniciativa
como ya ha ocurrido en otros países. Por ejemplo, ¿quién está atendiendo a los
equipos médicos encargados de la intervención hospitalaria dedicados a la
emergencia?, ¿están cumpliendo los medios de comunicación en informar lejos de
todo sesgo amarillista o a generar pánico con sus cifras o estadísticas a cada
minuto?, ¿cómo reflexionar o bajo que paradigmas o enfoques, lo que estamos
padeciendo?, ¿son suficientes las medidas que cada nada están anunciando los
organismos de salud y si éstas son oportunas?, ¿estaremos a la vanguardia de
los aprendizajes de las medidas que han tomado otros países donde la pandemia
llegó primero o aún estamos con os calzones abajo?, ¿cómo contribuir en la
prevención, colaboración, aprendizajes y enseñanzas sobre la epidemia
(pedagogía)?, ¿dónde están los líderes o personas activas que dominan la voz de
los ciudadanos para contribuir en la prevención?, ¿cómo hacer uso del poder de
las redes sociales y las tics para generar acciones de prevención de la
epidemia y así mismo dar información y seguridad a los menos favorecidos o
personas pasivas?, ¿habrá un verdadero diálogo y coordinación entre autoridades
nacionales, departamentales o municipales para el manejo de la crisis?, ¿cómo
aprovechar el tiempo de aislamiento social?, ¿se podrá trabajar en red o
juntarnos para actuar como un todo: uno para todos, todos para uno?, ¿tendremos
que enfrentar otros estilos de vida?, ¿seremos capaces de romper el
individualismo y generar acciones de redes entre vecinos, reconstruir lazos
sociales rotos y evitar que la enfermedad o pandemia crezca?, ¿abordaremos con
eficiencia las bondades de las herramientas virtuales, en particular para procesos
de educación con nuestros hijos?, ¿se podrán romper los paradigmas de la gran
mayoría sobre el teletrabajo?. Son innumerables los interrogantes en estos
momentos. Pero lo que sí es un hecho, es que quienes hemos trabajado por años
en procesos educativos con herramientas virtuales, esa será una salida para
continuar la vida normal con nuestros hijos y su interacción con la escuela y
sus docentes.
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