Columna publicada el 28/10/2020
Cómo es de
conocimiento público, el plan de desarrollo municipal aprobado por el concejo municipal
de Timaná, fue declarado inválido por parte del tribunal administrativo del
Huila, hace unos días. Esto sucedió, por no haberse cumplido el procedimiento
establecido en la ley en su correspondiente trámite dentro del seno de la
corporación. Mejor dicho, por desconocimiento de los concejales y darle más
peso a la tradición o confianza: así lo habían hecho siempre. Esto quiere decir,
que también por parte del gobernador de turno, no se había actuado por no
advertir esta irregularidad, o no había realizado bien su tarea desde la
oficina jurídica en esta inusual observancia. No obstante, eso no es lo insólito.
Lo de no creer, es que el alcalde convocó a sesiones a los concejales para
subsanar lo ocurrido con su principal carta de navegación, precisamente por
causas del mismo concejo, pero ya en su trámite interno, en la comisión
designada, ocurrió lo contrario. Ni siquiera, se aprobó para que entrara a
debate en sesión plenaria. A pesar de haberse surtido la socialización
nuevamente, con participación ciudadana. Y con el claro hecho de haberse
presentado el mismo texto, que fuera aprobado por esta corporación y que se
había convertido en el Plan de Desarrollo: “Pacto por un nuevo Timaná con
equidad para todos 2020-2023”. Aquí vienen los cuestionamientos: ¿si este plan
de desarrollo fue aprobado por el mismo concejo, por qué ahora no se aprobaba
nuevamente a sabiendas que el error fue propio?. ¿Estos concejales se leerían
el fallo del tribunal administrativo del Huila, sobre las razones que
declararon inválido el acuerdo que aprobó el plan de desarrollo y no les causó
el más mínimo asombro ante su comunidad, ni siquiera para asumir la responsabilidad
política de caso?. ¿Por qué unos concejales, ni siquiera dan trámite al único
proyecto donde tenían la segunda oportunidad, más importante del cuatrienio
(aprobar el plan de desarrollo), para no sólo enmendar su error, sino que el
alcalde no se quedara sin su carta de navegación debidamente aprobada como debe
ser por parte del concejo?. ¿fueron suficientes los argumentos esgrimidos por
la comisión del concejo para no aprobar el proyecto en trámite (el cual había sido
aprobado antes) y así, evitar su tránsito a plenaria?. ¿Qué tipo de
protagonismo, desconocimiento o ego primó en los miembros de la comisión que
tenía esta función?, ¿las distintas organizaciones, comunidad en general y el
alcalde no se inmutó sobre este repetido adefesio?. ¿Con qué empatía trabajará
el concejo en los próximos cuatro años, dada esta jugadita?. Creemos que esto
debe desencadenar en una cascada de responsabilidades, al menos políticas.
Personajes de esta naturaleza en una corporación que representa al pueblo no
pueden estar allí. De hecho, es un impedimento moral. Con que argumentos, le
dirá a su comunidad que los sigue representando. Si bien el Alcalde, mediante Decreto
aprobó su propio plan, este no es el actuar dentro de una democracia. Como no
recordar la historia de las actuaciones de hace casi 500 años entre Pedro de
Añazco y la Gaitana. No se ha avanzado. Qué lástima.