ASESORIA Y CONSULTORIA JURIDICA, EN EDUCACIÓN Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y ENTRENADOR EN LIDERAZGO

Abogado, Especializado en Gestión Pública, estudios de Maestría en Administración Pública -ESAP y Maestro en Administración Pública del Instituto Universitario Veracruzano de México, ex-Conjuez del tribunal administrativo del Huila. Docente Universitario (del magisterio), investigador y capacitador. Columnista y conferencista en liderazgo, emprendimiento e innovación y derechos humanos. Conciliador en Derecho. Amplia experiencia en el sector educativo, Administración Pública y liderazgo. Experto en gestión de fortalezas. Apasionado de la psicología positiva. No dude en contactarme y efectuar su consulta que de inmediato se dará respuesta oportuna a su llamado o consulta.

UN NUEVO MODELO DE LIDERAZGO

Los nuevos líderes y trabajadores del futuro deben tener una habilidad que pueda venderse al rededor del mundo. Con esa habilidad; construir una marca personal, idea o un producto. También, colaborar con otras personas que son diferentes a nosotros, de ciudades distintas, de otras nacionalidades, de especialidades y géneros no iguales. Si no tenemos clara esa habilidad, seremos rápidamente reemplazados.

jueves, 9 de febrero de 2023

¿RECULAMOS A LOS PROTOPARTIDOS?

 Columna publicada en el Diario la Nación el 19/09/22

 El periodo más estudiado en nuestro país, bajo diferentes perspectivas (bien desde la historia narrativa, social, económica y cultural o desde el post- estructuralismo, giro lingüístico, teoría de las relaciones internacionales y económicas, desarrollo económico, paradigma de la acción colectiva y,

heterogeneidad étnica), es el denominado periodo del deseo civilizador entre 1849-1876. Incluso, suele indicarse por parte de los investigadores, que este espacio de tiempo, por la transición de la independencia, constituye la fuente más importante desde el cual deben estudiarse los fenómenos de la violencia hasta nuestros días (Borja, 2015). Como para poner en contexto a los lectores, en el

siglo XIX, se presentaron nueve (9) guerras civiles en lo que hoy es Colombia: 1.-Guerra entre federalistas y centralistas desde 1812-1815, 2.- guerra de los supremos entre 1839-1842 donde se dieron los orígenes del bipartidismo dadas las facciones de protopartidos (facciones o clubes políticos), 3.- guerra civil de 1851, 4.- guerra civil de 1854, 5.- guerra magna de 1860-1862, 6.- guerra de las escuelas 1876-1877, 7.- guerra civil de 1884-1885, 8.- guerra civil de 1895 y 9.- la guerra de los mil días entre 1899-1902. Y, en el solo periodo referenciado, cuatro (4) de ellas. Todas estas confrontaciones tenían unos detonantes (intereses, ideas, aspiraciones) que estaban mediadas en el debate si debíamos contar con un modelo de organización estatal de carácter federal o centralista, tal o cual modelo de desarrollo, tipo de educación, con relaciones o no Estado-Iglesia-Partidos, principalmente. Expresión, malestar, violencia o confrontación que se originaba en la prensa y también en la tribuna, pasaba luego lentamente por los incipientes campos militares y se anidaba, finalmente, en transformaciones o actos constitucionales (Constitución), de acuerdo con los manifiestos de los vencedores en cada una de esas guerras. Cómo no traer a colación el contexto del siglo XIX referente a la formación y consolidación del partido liberal y conservador (1848 y 1849 respectivamente) que fueron los protagonistas de estos hechos, frente a lo que se está viviendo (más bien padeciendo) actualmente en nuestro país, con su vergonzoso rol y papel, desdibujados por completo de sus idearios y transitando con las pocas migajas que tira el César. Sencillamente da estupor. Cuando se estudian las diferentes constituciones impulsadas en el periodo indicado, la calidad y protagonismo de sus dirigentes, las confrontaciones que fueron desarrolladas y el espíritu de sus ideas promovidas en las regiones en su momento; se evidencia que ya no está quedando nada de esos partidos o protopartidos por los que muchos compatriotas perdieron la vida. Por supuesto, no se añora que regresen a impulsar guerras. Ni más faltaba. Pero sí unos idearios acordes. En otras palabras, lo que se pregonaba en antaño como deseo civilizador (con identidad) como principio organizador de la república, no queda nada ni en el viento. En los liberales se advierte que ese anhelo de continuar forjando soberanía del individuo, construir ciudadanía y democracia ilustrada para estos tiempos modernos no está ni en las cenizas. Peor aún, en los conservadores, el ideal del camino hacia la civilización que se encontraba en la moral cristiana, en la ilustración y en el bienestar; se esfumó como en tsunami. Las tensiones de ahora (por su puesto de no violencia y guerra), giran o se aferran es la posibilidad de no perder algunos puestos burocráticos que medio les oxigene. Pareciera que esas luchas por la reafirmación del sujeto político, de nuestro sistema y régimen político, de federalismo o centralismo (hoy descentralización o centralismo), modelo de desarrollo, entre otros, quedaron atrás. Sin embargo, nuestro Estado-Nación aún no tiene mayoría de edad. Sigue en formación. Y es cuando más deberían dar ejemplo y retornar por su senda. Han pasado más de 170 años, y al parecer, lo que se muestra es que retornaron a la condición de protopartidos.


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