Hace
unos días el Ex Presidente Andrés Pastrana dio a entender que no descartaría la
posibilidad de aspirar a la presidencia en las próximas elecciones. Esto no
tuvo tanta trascendencia por que rápidamente se aclaró el mal entendido. Pero
el debate alcanzó a tomar fuerza. Sin
embargo, esta noticia, cuando ya nos encontramos a menos de un año del inicio
de campaña para Presidente, no es motivo para que continuemos callados, cautos,
prudentes y diplomáticos sobre quiénes podrían suceder a Santos, incluida una
posible reelección. Ya debe estar en el orden del día. Primero, no vemos claro
en el escenario o panorama político un líder integral que inspire a todos los
sectores sociales. De los perfilados a través de los medios de comunicación,
ninguno de ellos satisface las expectativas en gran parte de la población, ni
siquiera el actual Presidente. En segundo lugar, he reflexionado sobre los
motivos, intereses y razones de mis votos en anteriores elecciones para
Presidente durante los últimos 22 años, y los aspectos que actualmente me
motivarían para participar en las siguientes justas electorales para primer
mandatario de los colombianos. En el ejercicio retrospectivo, voté por Gaviria,
en virtud de las instrucciones del hijo de Galán, lo cual me arrepiento
profundamente. Luego por Samper convencido en los ideales liberales. Pero
también, salí defraudado con lo del proceso 8.000 más no de Horacio Serpa quién
fue quien lo sostuvo. Después, mi voto más desgraciado el efectuado por
Pastrana inducido por aquella foto con Tirofijo al automentirme que éste sí
lograría la paz (que fraude). De ahí en adelante, me gustó mucho el liderazgo
de Uribe y su proceso hasta llegar a la Presidencia, al igual que su primer
mandato y parte del segundo. Aunque lo continué admirando y ha sido un
importante referente, en su reelección, no voté por él sino por Carlos Gaviria
a quien vi como otra alternativa por la coyuntura que vivía el país (por
supuesto entregué este voto sabiendo que Uribe repetiría) porque ya era una
necesidad mayor inversión en lo social y no en lo militar. Y en las pasadas
elecciones, desde luego que voté por Mockus. El problema ahora, es que no
percibo un buen líder, uno que inspire, que mueva masas, que contagie con sus
ideas, que nos haga soñar en un cambio más profundo.
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