Verificadas las múltiples
definiciones sobre corrupción o corrupto, éstas no permiten la aplicación o
concreción en cuanto a un grupo específico de individuos y, mucho menos,
determinan o establecen categoría alguna sobre el corrupto. Podría parecer un poco polémico,
pero en realidad la corrupción es una enfermedad, un fenómeno que sufrimos
todos los individuos de acuerdo a nuestros propios comportamientos y no
responde simplemente a la categorización de una persona. Hablamos o repetimos (por influencia de
medios de comunicación), que un individuo tiene justamente una serie de
características casi que genealógicas o genéticas que lo identifican frente a
otros por tener la costumbre de robar el erario público. Sin embargo, esto es
falso. Sucede todo lo contrario. Todos los seres humanos, desafortunadamente
tendemos hacia la corrupción. Lo que ocurre es que nos escudamos en
justificaciones absolutamente hipócritas y nos autoengañamos con cualquier tipo
de tonterías y estupideces para escudar
situaciones que nos comprometen.
Pero,
¿porque todos tendemos a la corrupción?. Sencillamente, por los
siguientes elementos: 1.- Un marcado
interés personal. 2.- Obtención de un beneficio extraposicional y, 3.- El abuso
de poder. Estos tres pilares, son desafortunadamente sobre los cuales gira
nuestra sociedad de occidente. En primer
lugar, ¿Qué hace que un ser humano o individuo actué o cuál es su interés para
proceder?. ¿Será única y exclusivamente por un interés altruista, comunitario o
de cualquier otra naturaleza?. Desafortunadamente no. La mayoría de los
individuos en la sociedad actúan por un interés personal. Como segundo, siempre
que se realiza una actividad, por más noble que sea, se quiere obtener un beneficio
adicional, no sólo altruista o filantrópico. Por último, en cuanto al abuso del
poder, siempre se reflexiona en que ésta es la figura más desastrosa que ha
existido en la humanidad. Pero aún, todos, desafortunadamente somos unos
pequeños abusadores del poder desde la infancia y en diferentes contextos, en
la familia, con los amigos, en la organización donde trabajamos o cualquier
otro espacio. No importa si estamos en la posibilidad de ostentar un poder mínimo, pequeño o grande. Estos
argumentos, lo han confirmado diversos
estudios o corrientes psicológicas que van desde el conductismo hasta el
individualismo, desde autores como Albert, Skinner, Young o Freud quienes han
concluido que entre todas las finalidades del individuo, una en particular, es la
obtención del poder. Entonces, debemos entender que el poder no necesariamente
se ejerce bajo el contexto de una normatividad, ni bajo el contexto del
cumplimiento estricto de una teoría. En el caso del ejercicio del poder
absoluto, éste no sigue ni cumple regla alguna. Por lo tanto, corresponde al
patrón propio de quien es corrupto. Esto
implica que, cuando una persona llega a una determinada situación del ejercicio
de poder, por ejemplo a un determinado cargo, ese poder se manifiesta al máximo,
o al menos se visibiliza profundamente
cuando el individuo no tiene ni siquiera un parámetro mínimo de honestidad,
constituyendo su actuación o actos el reflejo del verdadero ejercicio de poder.
Entonces, llegamos a una desafortunada situación o conclusión de que todos los
individuos tenemos, tendemos y queremos
desde nuestro inconsciente o subconsciente, obtener esta manifestación, espacio
o situación de poder.
Es importante recalcar, que frente
a la obtención de beneficios (no porque uno considere o quiera este tipo de
valores) por el hecho de estar en una
sociedad occidental en la que llevamos muchos años diciendo y admitiendo
mentiras, estupideces y tonterías, en cuanto a que, la corrupción simplemente
se puede determinar es a partir de la educación y del modelo social, que
realmente no existen, no corresponde, porque nuestros parámetros de conducta
siempre están enfocados o predeterminados es hacia la obtención de beneficios
de la manera más sencilla posible.
Existen varios ejemplos. Entre ellos, el que
se personifica jocosamente con quién podríamos llamar, en este caso, Jhony.
Jhony, era un niño que creció con el ejemplo que le dio su padre como
cualquiera de nosotros; un padre que por
supuesto, declara renta bajando los ingresos de todos su bienes. Un padre que cuando
el niño le decía: no quiero ir al colegio, inmediatamente, reflexionaba o se
preguntaba: ¿entonces qué hacemos?. Después de haber auscultado resuelve que
mejor a través o con la influencia de su tío que es médico se le consiga un
certificado médico para presentar la excusa perfecta y quedar muy bien en el Colegio.
Por supuesto que Jhony tiene amigos, que le ayudan y le contribuyen a respaldar
su intención o petición. Entonces, si esto es repetitivo en una institución
educativa o universidad, en la que se construye el futuro de los jóvenes ¿cuál sería
el ideal del estudiante?. ¿El ideal de Jhony o el ideal del estudiante honesto?.
¡Por supuesto que no!. El ideal que siempre se construye y se forma es el del
abuso, el del que consigue todo fácil, el estudiante que se gana todo, las
mejores notas sin ni siquiera estudiar. Ese es el ideal, que lamentablemente se
impone.
Si nosotros estuviéramos en
otro contexto, por ejemplo, el del programa famoso de televisión llamado “los
Simpsoms”, la situación sería diferente.
Si los Simsomps estuvieran en Colombia, Bart Simpsoms sería el
presidente de Colombia, más o menos. Sí, porque es el individuo que consigue
todo fácil, es el individuo que engaña a todo el mundo, el individuo que abusa
de todo el mundo. Fíjense incluso como irónicamente, en toda la proyección que
se hace del futuro de los Simsomps, finalmente Bart, termina no tan bien.
Mientras que Lisa, que es la juiciosa, termina con una posición mucho mayor.
Pero estamos en Colombia, desafortunadamente
y, el sistema no funciona así. estamos
en la gran sociedad de la malicia indígena donde al individuo que más admiramos
socialmente, desafortunadamente es el individuo facilista, el individuo que se
gana una beca y no quiere estudiar, el individuo que jamás coge un libro y se
saca cinco, ese es patéticamente el individuo que nosotros endiosamos en
Colombia. Pero esto no para ahí. Jhony sigue creciendo un poco y le toca prestar el servicio militar. Pero ¿qué ocurre?;
que Jhony evade el servicio militar, o lo presta, como el hijo del Presidente
Santos y obtiene medallas de madera cuestionable que son reservadas para los
hombres con mucho más grado o esfuerzo aportado. Luego, más adelante ingresa a
la Universidad. Y, ¿qué intenta hacer ya en su calidad de estudiante
universitario?. Por supuesto, desea
obtener la máxima nota a través, no de estudio, sino simplemente de la copia,
del plagio y otra serie de mecanismos, menos el del esfuerzo concienzudo. Y,
entonces, la mayoría de nosotros pues vamos alimentando esta situación.
Posteriormente, un día, no
por casualidad Jhony presencia que sus padres comenten una infracción de
tránsito, los detiene un Policía y, como todo policía, prácticamente todos,
porque eso en la realidad se ve de
manera cotidiana, éste les dice ante el problema presentado: ¡pues yo quiero
ayudarlo, no quiero perjudicarlo, entonces colaboremos juntos en ese problema!.
¿Y qué es lo que termina sucediendo?: que ambos ceden a la corrupción. Jhony observó
y se le gravó en su mente cómo sus padres hicieron eso y le queda grabado como
parámetro de conducta. Entonces, ¿todas estas conductas se sancionan
socialmente?. No, no se sancionan socialmente. Es más, todo lo contrario, son
unos antivalores que tenemos como los grandes pilares en nuestra sociedad. El
individuo que no estudia y que saca cinco ¿quién es para nosotros?: el más
inteligente, el individuo que no paga el servicio militar, al que se le pueden
perdonar ciertas actitudes, incluso antisociales. Pues resulta que es el admirado
por ser el más vivo, el individuo que no declara renta, el que no se deja robar
del Estado. Entonces, surge el patrón de comportamiento en el entendido que como
todo el mundo roba, entonces yo tampoco pago impuestos o cumplo mis deberes
mínimos y desafortunadamente sobre esos valores se construye nuestro imaginario
colectivo. Sin embargo, hipócritamente nosotros venimos siempre a decir: es que
la corrupción es algo indefinido, allá inconcreto y yo no sé en qué momento se
volvieron extraterrestres (quiénes tienen la responsabilidad de legislar,
administrar justicia o gobernar), y además, porqué se volvieron distintos a
nosotros. Esto lo reflexionamos cuando
pensamos en los individuos que trabajan en una Alcaldía, en el congreso, en una
entidad pública. Pero debemos tener en cuenta que ellos también han sufrido la
corrupción como cualquiera de nosotros y sustancialmente tuvieron esos mínimos baches,
esos mínimos ejemplos de parte de sus padres. No obstante, ante el aparente rechazo, de
alguna manera a ellos los llamamos individuos corruptos, aunque esté de presente que no queremos reconocer que lo que tenemos
realmente es una sociedad corrupta y desde el punto de vista de los
mecanismos de la personalidad lo que queremos es aislar los grandes defectos. Eso es como cuando una persona tiene un
defecto y se intenta aislarlo. Pues así también hacemos con esta serie de
individuos que catalogamos como corruptos que finalmente los involucramos o se
dejaron involucrar en grandes escándalos de corrupción y son los que en estos
momentos están en la cárcel simplemente como mecanismo de defensa del yo, de la
reflexión. Cuando el individuo por ejemplo, que es cojo, homosexual y se habla
mal de éste último, es más bien porque realmente está reprimiendo el hecho de
que también quiere ser homosexual. ¿Pero quién reprime esos deseos?. Entonces, así
muchas veces le pasa a nuestra sociedad con el fenómeno de la corrupción. Decimos
ese individuo es corrupto. Más bien, ¿no será que nosotros queremos entrar desafortunadamente
en ese sistema?, ¿no será que nosotros queremos ser como esos políticos que de
un momento a otro llegaron a ser multimillonarios?. Por supuesto, no estamos haciendo una propagación de los valores de la
corrupción, sino que estamos diciendo cómo realmente es la sociedad colombiana,
y por eso ¿cuáles son los mecanismos que tienen que establecerse y construirse
para la lucha contra la corrupción?.
Por lo tanto, dejémonos de
estupideces, de tonterías, de aceptar que hay corruptos, individuos
completamente distintos a nosotros, y que debemos sancionarlos fuertemente. No.
El corrupto puede ser cualquiera de nosotros como diría una propaganda que se
hizo hace mucho tiempo, Pérez, soy yo, Aurelio, puedo ser yo, el corrupto puedo
ser yo, cualquiera de nosotros puede llegar a un acto de corrupción. Por eso
las medidas que se tomen frente a la corrupción no son medidas que se tomen
frente a extraterrestres, son medidas frente a cualquiera de nosotros para
evitar las tentaciones que tiene la
corrupción.
Estos aspectos pretendieron
abordarse en el nuevo Estatuto Anticorrupción. Más aún, cuando se incluyó un
eje transversal que hace alusión al aumento de las inhabilidades. Pero
recordemos. Todos los individuos tendemos a la corrupción, todos los individuos
podemos tener tentaciones, ¿quién no la ha tenido?. Que sucede si en estos momentos, Usted fuera
un juez de la República y en el ejercicio de sus funciones, le llegara un caso de un primo, amigo, o el de
su papá o de un hijo. ¿Será que uno no tiendo a favorecerlo?. Por supuesto que
tiendo a favorecerlo. Pero, ¿cómo evitamos esas tentaciones?, ¿por qué no
evitamos que me lleguen esos procesos?, ¿por qué no se los damos a otra persona?.
En ese campo del régimen de inhabilidades, llegamos al reconocimiento de que
los individuos podemos llegar a cometer un acto corrupto y de allí que lo que
tengamos es que impedir ese contacto con el conflicto, impedir los conflictos
de interés.
No seamos hipócritas
frente a la corrupción, el corrupto no es un extraterrestre, el corrupto puede
ser cualquiera de nosotros, evitemos caer en estas tentaciones y la mejor forma
de luchar definitivamente contra la corrupción es absteniéndonos de tener que actuar
en determinados casos porque de lo contrario, lo que estamos haciendo es favorecer
la corrupción. La corrupción se da en todos los escenarios, públicos y
privados, en todas las profesiones, en todos los sectores y con cada una de las
personas. También en todos los rangos o cargos que se desempeñan, se da en las
familias y hasta en cualquier tipo de organización. Por lo tanto, el esfuerzo
que debemos tener, es no caer en tentaciones que conduzcan a la corrupción en
cualquier nivel (público o privado).