Ante
la hipocresía y doble moral de la mayoría de las personas, en particular de
quienes se beneficiaron con su labor y humanidad del ex-concejal Sandoval
(q.e.d.), me permito reproducir este texto de la red social (28/03/18), del
también exconcejal Fulvio Mosquera, que describe perfectamente a este gran
personaje y ejemplo: “conocí a Ivancito
el 02/01/95, cuando tomé posesión como concejal de Neiva. "El concejal
pepita", como lo llamaban cariñosamente, fue un militante activo de su
glorioso Partido conservador, un concejal extremadamente servicial y con gran
calado popular. Tal vez aportaba poco a las discusiones de los proyectos de
gran envergadura o de interés general para la ciudad, pero le colaboraba a la
administración con su voto de aprobación, excepto cuando algún concejal le
infundía temor por una presunta investigación de la Fiscalía. Fue un hombre
honrado y bien intencionado, parecía designado por la Divina Providencia para
servirle a sus seguidores y a las comunidades de los barrios más humildes de la
ciudad.
Era frecuente verlo en las
entidades públicas, sobre todo en las de la Alcaldía, haciendo una y otra
gestión; no escatimaba esfuerzos para madrugar todos los días a la Secretaria
de Obras Públicas o al Imoc, para llevar soluciones a sus comunidades y
demostrarles su diligente y fructífera capacidad de gestión.
Se mostró como tal, humilde, no perdió de vista su sencillez;
vencido por el paso de los años, siguió su trayectoria, capoteando las más
duras adversidades financieras y de salud, porque no acumuló plata para su
vejez, no fue ambicioso, ni de negocios, simplemente dedicó toda su vida a
servir desinteresadamente a su comunidad; no heredó capital alguno, ni tampoco
se le conoció fraguando intrigas para lucrarse de sus decisiones; yo creo que
Ivancito, tampoco pudo escapar a las mordeduras y picaduras de las serpientes
venenosas de sus malquerientes, quienes no ahorraron improperios para no dejarlo
avanzar.
Su permanencia en el Concejo, la consiguió con una cuota de
sacrificio muy alta, despojándose con generosidad de sus exiguos recursos para
atender las calamidades domésticas de sus electores; bondad, que algunos
aprovecharon hábil y abusivamente.
No es un atrevimiento
afirmar que la mayoría de la comunidad tiende a desconocer la utilidad de la
gestión de hombres como Luis Ivan, y el propio mejoramiento de su calidad de
vida, simplemente por la fragilidad de sus valores y principios, además porque
han sido empujados a pensar y actuar para el momento, con egoísmo, envidia y
mezquinos intereses; la comunidad en general y de los sectores populares en
particular vienen perdiendo la memoria, la capacidad de soñar y visualizar un
futuro promisorio; perdiendo un don tan preciado como la gratitud.
Partió sin recibir el
cálido reconocimiento, que hubiera sido el bálsamo para aliviar las dolencias
de su alma”.
Que tristeza. Así no es.
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