Ahora que iniciamos año
laboral, una vez culminadas las vacaciones, los viajes, paseos, integraciones
en familia, fiestas; regresamos a la dura realidad. Quizás, más cansados que
cuando nos disponíamos a la finalización de año viejo. Eso sí, reconociendo que
no todo fue color de rosa. Para un alto porcentaje de la población, las
adversidades continuaron o aparecieron: accidentes, personas fallecidas, enfermedades,
privaciones de la libertad, tragedias, etc. Y la crisis, incluida la económica,
no desapareció. Al contrario, se profundiza. Pero ¿cuantos, aprovecharían esta
época para dar sus primeros pasos por el sendero de un camino de renovación, previo
a haber realizado un proceso de reflexión, oración, sanación interior,
rompimiento de cadenas intergeneracionales y de perdón?. Ese debe ser el
camino. Esas cargas (pecados, dolores, culpas, cadenas) pesadas que llevamos en
nuestra mente, corazón y alma deben ser liberadas. Ello nos consume la mayor
energía y creatividad para seguir luchando hasta nuestro último día. Una
prueba, el estrés, vicios, adicciones, entre otras. Todos llegamos a un punto,
en el que queremos gritar y estallar. Pero en la mayoría de los casos, no
sabemos cómo proceder. Razón por la que se acude a situaciones que nos aíslen
de esa cruda verdad. Una alegría compartirles a mis lectores con toda
sinceridad, que llegué a ese límite. Y venía buscando, desde hacía mucho
tiempo, la salida para estar inmerso en esa conexión interior, sanación,
liberación y perdón. Por mi voluntad, y
mi búsqueda, finalmente encontré la oportunidad. Un retiro espiritual, del
movimiento católico: conquistando naciones para cristo. El mejor regalo durante
tres días. Les manifiesto, qué a mis 47 años, no había tenido una experiencia
más maravillosa que esta. La verdad, me hizo cambiar hasta de metas de aquí en
adelante. Encontrarse uno allí con más de 700 personas (400 nuevos y 300 que
son servidores) me dio el aprendizaje sobre las máscaras que poseemos, y el
servicio solidario que se debe emprender sin arribismos y apariencias de
ninguna naturaleza. Además, de los retos que se emprenden una vez sale de este
evento en su condición de libre, renovado, sanado, rotas las cadenas
intergeneracionales, recibido y aceptado el perdón. Es decir, sale uno como
cuando le hicieran una operación de corazón abierto. Frágil, pero limpio. Hago
una ruptura de mi compromiso en no mencionar sobre lo vivido en este retiro,
pero mi pacto asumido hace muchos años de trabajar con la bendición del todo
poderoso en la transformación de los individuos para que mejoren en su calidad
de vida; me libera de esa regla, con el fin de contemplar la posibilidad que
muchas personas puedan vivir esta experiencia-vivencia que la hacen y la
promueven sacerdotes de reconocida trayectoria en la vida espiritual. Siempre
me he dedicado a la educación, pero con la vocación de servicio para una mejor
sociedad. Gracias al todo poderoso. Dios permita, que muchas personas, también
les cambie la vida, cuando asistan voluntariamente a un retiro donde evidencien
la presencia de Dios. El mejor camino.
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