Cuando faltan escasamente 16 meses para la gran celebración de los 400 años de la ciudad de Neiva; confieso que siento una angustia existencial al leer las columnas del doctor Guillermo Plazas cuando nos ilustra sobre las distintas convocatorias efectuadas para que todos nos involucremos en esta efemérides, cuenta lo que se ha hecho y los compromisos adquiridos con diferentes estamentos y sectores y presenta las proyecciones que se tienen. La verdad no me gustaría sentirme durante el 22, 23 y 24 de mayo de 2012 como transcurrió en Garzón en sus 228 años: “con una celebración de sólo protocolo para unos pocos”.
Preocupa que no tengamos a estas alturas ni una página web oficial sobre el evento, no se viabilizaron ni impulsaron las propuestas (casi sesenta) que efectuamos en convocatoria con motivo de este acontecimiento, no se ha generado una directriz a todas las instituciones (especialmente las educativas) para que enfoquen sus actividades y ausculten sobre el pasado, presente y futuro de la ciudad, los que dicen ser líderes comunitarios no han mostrado su interés para hacer de sus barrios, comunas y corregimientos un punto de diálogo sobre la transformación de sus localidades, los que se empeñan en parecerse a políticos destacados no manejan en su escaso vocabulario ideas sobre este acontecimiento; en general, aún los neivanos no estamos contagiados de lo que esta celebración representa para el futuro de nuestra ciudad y menos el resto de huilenses.
La verdad, no gustaría una celebración de sólo protocolo con tarjeta de invitación y entrega de unas pocas obras. Es necesario, una celebración donde todos reflexionemos sobre las bondades que esta ciudad ofrecerá en los años que restan de nuestras vidas y próximas generaciones y, por lo tanto, los aportes que debemos hacer para que ello sea realidad. Sería apropiado, un congreso de tres días que responsa al Slogan: “Neiva 400 años: Región del pasado, ciudad del presente y su futuro en prospectiva” con programación para el 22 de mayo haciendo alusión a toda su historia (no a leer el libro que produzca quién se contrato para ello), el 23 referenciando su presente y el 24 dedicado para proyectar la ciudad con prospectiva a 30, 50 y 100 años y con clausura protocolaria. Vivamos los 400 años, pero sembremos su futuro.
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