Columna publicada el 6/03/2024 en el Diario la Nación
A estas alturas de lo que va
corrido en la gestión del gobierno del presidente Petro, ya se empiezan a
sentir las fisuras en diferentes sectores y actores. El cambio prometido y la
forma como empezó a gobernar bajo un posible discurso enmarcado con un aparente
consenso se ha ido desvaneciendo. Mejor, se ha ido polarizando. Con todo lo que
ha ocurrido en cuanto a la salida de sus funcionarios, reformas que no han
podido generar acuerdos, forma de gobernar con trinos diferente a lo plasmado
en el articulado del plan de desarrollo, salidas de tono de sus comentarios a
nivel interno y con impacto en las relaciones o política exteriores, las
controversias al interior de su propio equipo entre leales a su ideología y ahora
los no leales; además de otros aspectos, ya empiezan a facturar su capital
político. Su propio ex director del departamento de planeación nacional Jorge
Iván González lo acaba de retratar mucho mejor: “se pasó de tener un consejo de
ministros de gobernante a un consejo de ministros de activismo político que
termina desacreditando el cambio propuesto”. Cómo no ver desde las gradas de un
ágora, la película sin fin de Laura Sarabia, Armando Benedetti, Gustavo
Bolívar, Nicolás Petro, Alvaro Leyva, y lo más reciente, relacionado con el
sistema electoral colombiano que está peor al de Venezuela; efectivamente nos
refleja más bien un tema de activismo para desviar y centrar la opinión pública
en otros asuntos, más que los que corresponden a sus verdaderas propuestas de
reformas en marcha o política a implementar. Es evidente la trasformación
surtida en sus inicios de gobierno en cuanto a la posibilidad de contar con
consensos y el punto en que nos encontramos. En otros términos, la luna de miel
esta llegando a su punto de no existir ya. Por ello, el del activismo con los
que le sean leales hasta última instancia. El mensaje con Gustavo Bolívar y Laura
Sarabia es contundente. Quienes nos detenemos a estudiar en la historia lo que
significa el pensamiento de izquierda, derecha o conservadorismo para enmarcar
esta comprensión de la acción del presidente Petro, nos pone en un mar de
incertidumbre, por no observar con claridad su tendencia ideológica
verdaderamente cristalizada en su programa de gobierno. Por ello, el título de
esta columna, en cuanto que más bien estamos fomentando es una polarización
deliberada, pero por parte del mismo presidente de la república. Qué difícil ha
sido para quienes respetamos la institucionalidad, en el sentido que el
presidente simboliza la unidad nacional, nos conduzca a un consenso. Desde que
empezó la era republicana para la mayoría de los países de américa latina, las
etiquetas en las que hemos caído para descalificarnos ha sido la constante:
tanto conservadores como liberales, de derecha o de izquierda mutuamente
oscilan entre ser los buenos los unos y los malos, los otros. Motivo de
violencia eterna. Superémoslo.
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