Columna publicada el 27/03/2024 en el Diario la Nación
En esta semana de reflexión espiritual, que lo
aprovechen tanto el presidente de la república como su equipo de asesores, para
revaluar las constantes salidas de tono en todas las esferas, en especial,
sobre los enemigos. Pareciera que permanentemente se estuviera buscando
enemigos o, por lo menos, provocándolos para que aparezcan y le sigan el juego.
El mismo presidente lo había manifestado a escasos tres meses de iniciado su
gobierno, en el entendido que lidiaba con un enemigo interno. Al parecer, se lo
ha tomado en serio y no lo ha superado. Esto no debe ocurrir ni tampoco
continuar. Se evidencia siempre en sus discursos o en cuanta exposición a la
opinión pública su lanza en ristre contra el neoliberalismo, congreso, partidos
políticos, tecnocracia, élite, oligarquía, Federación de Cafeteros, empresarios
y hasta culpa a las reglas presupuestales que impiden la ejecución de sus
programas o, también, a quienes han sido sus colaboradores (exministro
Alejandro Gaviria), etc. Ahora, no le
bastó lo anterior, sino una constituyente. Pero tampoco respetó lo replicado
por Vargas Lleras al dar su opinión sobre la iniciativa. No terminaría de
ilustrar todos los casos de búsqueda permanente de justificaciones lanzadas por
el primer mandatario o, en otras palabras, de enemigos internos. Bueno, creo
que nos debemos acostumbrar, pues forma parte de su propio lenguaje y doctrina
en sus correrías de antaño cuando se impuso desde la otra orilla (institucional)
la doctrina de seguridad nacional por allá a comienzos de los años 60
(especialmente en las fuerzas armadas). Pese a que ya le entregaron un Informe
sobre la necesidad de superar este pasado, con un trino del mismo presidente,
éste se comprometió a sepultarlo, pero se le olvidó rápidamente. Cuanta falta
hace profundizar las tesis recientes sobre la complejidad del gobierno
promovidas por el profesor Luis F. Aguilar Villanueva en la que expresa las
propiedades del gobierno, sus errores, principios, legitimidad y efectividad.
Esta última que es la que quieren y anhelan los ciudadanos. No es necesario traer
de vuelta lo que prescribieron Aristóteles sobre el Estado ideal, ni a Locke
sobre lo que implica el Estado en guerra, tampoco a Rousseau cuando advierte
quien se vuelve enemigo por buscar su propia ambición, ni a Hobbes y Fichte
sobre el momento en que aparece los enemigos, ni Kant cuando advierte como se
debe tratar a un enemigo que represente una amenaza y, de manera contundente, a
Carl Schmitt a quien se le debe la comprensión moderna sobre el concepto de
enemigo en tanto éste es medida central, poder definitorio y esencia de lo político.
Creo que el presidente está involucrando más bien los conceptos que este último
autor aclara con relación a que una cosa es el enemigo público y otra el
privado y que son diferentes los conceptos de amigo, enemigo y lucha. De vuelta
la comprensión de enemigo en la filosofía del derecho, el Estado y praxis
política. Mejor gobernar.
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