ASESORIA Y CONSULTORIA JURIDICA, EN EDUCACIÓN Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y ENTRENADOR EN LIDERAZGO

Abogado, Especializado en Gestión Pública, estudios de Maestría en Administración Pública -ESAP y Maestro en Administración Pública del Instituto Universitario Veracruzano de México, cursante del Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales en el Colegio de Morelos (México), ex-Conjuez del tribunal administrativo del Huila. Docente Universitario (del magisterio), investigador y capacitador. Columnista y conferencista en liderazgo, emprendimiento e innovación y derechos humanos. Conciliador en Derecho. Amplia experiencia en el sector educativo, Administración Pública y liderazgo. Experto en gestión de fortalezas. Apasionado de la psicología positiva. No dude en contactarme y efectuar su consulta que de inmediato se dará respuesta oportuna a su llamado o consulta.

UN NUEVO MODELO DE LIDERAZGO

Los nuevos líderes y trabajadores del futuro deben tener una habilidad que pueda venderse al rededor del mundo. Con esa habilidad; construir una marca personal, idea o un producto. También, colaborar con otras personas que son diferentes a nosotros, de ciudades distintas, de otras nacionalidades, de especialidades y géneros no iguales. Si no tenemos clara esa habilidad, seremos rápidamente reemplazados.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Constituyente, una equivocación

 Columna publicada el 20/03/2024

Definitivamente la consolidación del Estado-Nación en nuestro país, pareciera que no tiene cuando. Pasarán otros 200 años y nada de nada. Desde 1810 estamos batallando para lograrlo. Ni los 13 años de proceso independentista (1810 grito de independencia hasta 1823 última batalla en el lago de Maracaibo), han servido de referencia o de espejo retrovisor. Ni mucho menos los procesos que precedieron las constituciones que hemos tenido y que han estado mediadas por un campo de batalla, bien por ideas centralistas o federalistas y posteriormente por tendencias liberales o conservadoras. La única que se salva de ello y con un proceso único en el mundo, fue la de 1991. Pero con el llamado del presidente Petro, otra vez genera resquebrajo. Otra vez nos expone a lo que ha implicado la formación de cada proceso constituyente mediado por campos de batallas o guerras; impulsados o derivados por la mediación iglesia-Estado, los presidentes de turno, las juntas antes y después, por los partidos y movimientos políticos y el peso del que no hemos podido desligarnos del legado español a la fecha. Si damos una mirada al pasado desde 1810 estamos en este ir y venir desde la pre- Constitución de Timaná en Garzón; 1811 según Acta de la Confederación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, Constitución de la República de Tunja y Constitución monárquica de Cundinamarca; 1812 con la Constitución de Antioquía, Constitución de la República de Cundinamarca y la Constitución política del Estado de Cartagena de Indias; 1813 con la Declaración de independencia de la provincia de Cundinamarca; 1814 con la Reforma del Acta de la Confederación de las Provincias de la Nueva Granada, el Reglamento del Gobierno General de la Nueva Granada y la Constitución de Popayán; 1815 con Constitución provisional de Antioquía, el Reglamento provisorio de la provincia de Pamplona de Indias, el Plan de Reforma de la constitución de la provincia de Cundinamarca, Constitución del Estado de Mariquita y, la Constitución del Estado Libre de Neiva; 1819 el Proyecto de Constitución de Angostura; 1821 con la Ley Fundamental de la Unión de los pueblos de Colombia y la que se considera la primera Constitución de Colombia y, de ahí en adelante, las otras 8 Constituciones (1830,1832,1843,1853,1858,1863,1886 del siglo pasado) y, la Constitución de 1991, que tuvo una génesis diferente. Ni siquiera México se ha atrevido a impulsar otra Constitución desde 1917. Chile lo intentó hace poco, y afortunadamente, el proceso lo conocemos: No se logró. Pretender impulsar una constituyente producto de una pataleta del primer mandatario de los colombianos, es lamentable. Ni sus propios seguidores permitirían cumplir la tercera parte del censo electoral para convocarla. Además, de la polarización que se generaría en la otra parte de la población que no sigue sus ideas. Mejor dicho, en estos momentos es una garrafal equivocación. Se sabe como inicia una constituyente, más no como termina. Ese es el peligro. 

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