Columna publicada el 22/05/2024 en el Diario la Nación
El ataque indiscriminado, desalmado, deshumanizado, devastador, violento y terrorífico del pasado lunes en Morales, Cauca; constituye el verdadero pulso a la política de la paz total promovida por el presidente de la república. Es decir, se le midió el aceite a una institucionalidad que se ve anémica, endeble y con baja capacidad de respuesta a este tipo de hechos, justamente encabezada y liderada por el presidente. No lo pudo expresar mejor e indicar y pronunciarse con vehemencia el defensor del pueblo, Carlos Camargo: “…dejen tanta indiferencia y posición omisiva del ministerio del interior, con el Cauca”. Este hecho, no solo de Morales sino de toda esa zona contigua del país en estos momentos coyunturales de una Colombia potencia de la vida, es como si nos trasladaran la franja de gaza por unos momentos a este lugar de Colombia. Desde hacía 15 años no se veía un ataque, por lo menos, en el Cauca con esta magnitud de hostigamiento e intensidad de combate utilizando tatucos (cilindros explosivos), bombas, camiones con ramplas adecuados para atacar a la población civil, con mecanismos de explosión controlada e involucrando niños reclutados. Generó un sentimiento de desconcierto y abandono por el gobierno nacional. Ver negocios destruidos, personas ultrajadas y despojadas de sus pertenencias, daños materiales, banco agrario destruido, muertos, heridos y desalojados, da grima. Por un momento, la franja de gaza se trasladó por unas cuantas horas o minutos a este sector. ¿Cuál la diferencia? Lo más triste, la solicitud de apoyo de la policía (o policía) que reclamaba o clamaba por ayuda o refuerzos y el cómo relataba el paso a paso del fustiga miento “…no me dejen morir, nos están dando duro, no hemos tenido apoyo de todas las unidades”. No pudo reflejarlo o graficarlo mejor una señora que salió en los medios de comunicación e indicó: “Petro le metió la puñalada al cauca, lo elegimos, por eso lo apoyamos y mire”. Lamentable ver al gobernador del Cauca solicitando ayuda, como si fuera limosnero, del gobierno por acciones reales ante una guerra que no parece tener fin entre estructuras terroristas que están consumiendo su departamento. Ver y escuchar al comandante del ejército con sus expresiones en cuanto que estos angelitos que promovieron este hecho miserable son “unos perros rabiosos” y anuncia una “ofensiva militar”, después de tantas fallas en la inteligencia, no suena esperanzador. Lo mismo, pasa con el ministro de defensa sin energías para responder al anuncio de llegada de más pie de fuerza, recompensas por cabecillas, poco ayudan, no suenan creíbles. Y ni qué decir, de las promesas en inversión social y en tecnologías, es como tardía. Hasta algunos congresistas solicitaron al gobierno tomar medidas en inteligencia y presencia militar en la zona por ser responsable del orden público. Incluso, revaluar negociaciones de paz por la inseguridad y alteración del orden público. Un verdadero pulso a la paz total.
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