Columna publicada el 19 de abril de 2023 en el Diario la Nación
El gran revuelo causado por el encuentro organizado y
realizado el domingo anterior por el autodenominado Estado Mayor Central de las
FARC en Casa Roja (llanos del Yarí) en el Departamento del Caquetá y,
orquestada por Iván Mordisco, constituye la punta visible del iceberg sobre la
preocupación en la alteración del orden público en nuestro país. No son
aislados los casos en ciertas zonas. La zozobra ya no es sólo en lo rural, sino
también en lo urbano. Son diversas las manifestaciones, por no decir, los
reclamos o preocupación de distintos sectores por lo que está ocurriendo. En
los corrillos de pasillo, cafeterías o cuanta reunión, sale a flote el tema. ¿Porqué
no actúa la policía, ejército, armada, fuerza aérea o cuerpos de seguridad?.
¿Estos no tienen lineamientos precisos del presidente y/o ministro de defensa
para actuar a pesar que constitucionalmente les corresponde hacerlo?. En lo
rural, es más complejo. Ejemplifiquemos un poco con solo este aspecto. Tal vez
no es la excepción. Pero en el departamento del Caquetá, se ha dado una especie
de retroceso en la aparente tranquilidad obtenida en los últimos años. Se trata
el nuevo rol asumido por las Juntas de Acción Comunal. No precisamente por
órdenes de sus directivas sino de fuerzas externas. Ahora estas están carnetizando
a los socios (campesinos) que los cobija a precios unitarios que van desde
5.000, 30.000 y hasta 60.000 pesos. Ello con el argumento falaz de hacer o
tener un control de a los mismos. Así
mismo, tienen que asistir a una capacitación en derechos humanos que dura 5
días en
concentración respectiva. La misma, no se desarrolla precisamente en aula de
clase. No importa sin son mujeres, jóvenes o de tercera edad. Cómo si fuera un
premio, debe sortearse a los que les toca el turno para asistir a las sesiones
respectivas, pues dada la resistencia inicial que tuvo la medida, ésta fue la salida.
No hay escapatoria. Una
vez en el magnífico encuentro, el conferencista o conferencistas se presentan
encapuchados y dan las formaciones de respeto a los derechos humanos, como para
que quede claro lo que se persigue. Quienes ya han estado allí, la enseñanza
que queda es que deben portarse bien, que contribuyan en indicarle a los fichados
(aquellos con vicios) a reformarse o no dar papaya, que extiendan el mensaje en
cuanto a los aportes voluntarios que se soliciten, que cuando sean convocados a
reuniones no deben fallar, entre otras cositas, que son de organización y
voluntariado. Que, en todo caso, deben portar el carné, sopena de recibir las
consecuencias, también anunciadas en la formación. Desde luego, el mensaje
contundente es que esto se intensificará. No sólo en el Caquetá, sino en el
país y con mayor eficacia en las ciudades. Que no hagan oídos sordos. Que
regresaron para quedarse y tomar el poder como nunca antes para ver si esto se
organiza de una vez. ¿En presidencia y en el ministerio de defensa tendrán
espejo, teleprompter, fractal o algo similar para que nos expliquen el asunto?.
Inaudito, la Colombia de hoy en clave del Yarí.
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