Columna publicada el 12/04/2023 en el Diario la Nación
Se está gestando un inconformismo y preocupación, no solo
de los directos implicados sino en las asociaciones que agrupan a personal
retirado de las fuerzas y también a algunos actores políticos, las recientes disposiciones
normativas (Decreto No. 441 del pasado 29 de marzo, Orden Administrativa 1262
del 27 de marzo y la Resolución 1053 del 3 de abril, expedidos por el
Ministerio de Defensa) que en conjunto hacen relación al retiro masivo de las
fuerzas militares y llama a calificar servicios a personal en calidad de
oficiales activos de la misma. Por supuesto, no es usual, observar que de un
plumazo como estos sean retirados o llamados a calificar servicios a un alto
número de miembros activos de las fuerzas (436 suboficiales) por decisiones
administrativas. Es de público conocimiento el retiro de 748 soldados
profesionales en lo que va corrido del 2023. Y en la policía ha ocurrido otro
fenómeno y es que además de los retiros por llamados a calificar servicios,
también se suma en su gran mayoría, de manera voluntaria, el retiro de al menos
160 oficiales más. El cuestionamiento,
preocupación o inconformismo es por la coyuntura en la que se presenta esta
situación. Es decir, en plena ebullición del orden (o desorden) público en
todas las zonas del país por los grupos al margen de la ley. Esto no es un
secreto. La zozobra es reinante. La paz total no parece ser el anhelo de estos
grupos ilegales dados sus intereses acumulados por años. De la noche a la
mañana no se convertirán en angelitos y la población no vivirá como en una
corte celestial. La presencia estatal siempre tendrá que ser la prioridad. Así
se ha evidenciado y confirmado en los países donde se han llevado a cabo
procesos de paz. Por supuesto, con la fuerza pública de la mano y cumpliendo
otras labores. El sólo ejemplo del proceso de paz con las Farc-EP donde se
suavizó el rigor del conflicto, al no haber presencia estatal con sus fuerzas,
otros grupos armados ilegales o con nombre diferente han tomado o retomado esos
territorios. Es en este sentido que el retiro de las fuerzas, en la forma como
lo ha direccionado el gobierno del presidente Petro pareciera no estar calando
muy bien. No es un mensaje positivo. Un sentir, no solo de quienes pasan a uso
del retiro, sino de la población de diferentes partes del país es su
preocupación por que esto afecta sensiblemente no solo la moral e imagen de
nuestras fuerzas, sino la defensa de nuestros territorios con el verdadero amor,
lealtad y gloria hacia la patria. Ya en el plano particular de los retirados,
tiene que ver con los derechos que se les afecta. Si los empleados que han
estado en oficinas tienen programas de transición, retiros voluntarios, límite
de edad para retiro forzoso, ¿cómo será para aquellos héroes que han pasado sus
últimos 20 años en el monte, con las inclemencias de un orden público y que no
tengan ese periodo de adaptación, capacitación, transición o reintegro a la
vida civil con el acompañamiento adecuado?. Es complejo. Las expresiones de
algunos de los retirados son sencillamente de humillación, vulneración de
derechos, desmoralización, abandono, sin panorama claro de acompañamiento
psicológico para la readaptación y para iniciar una vida de productividad. Triste
final. No puede ser.
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