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Abogado, Especializado en Gestión Pública, estudios de Maestría en Administración Pública -ESAP y Maestro en Administración Pública del Instituto Universitario Veracruzano de México, ex-Conjuez del tribunal administrativo del Huila. Docente Universitario (del magisterio), investigador y capacitador. Columnista y conferencista en liderazgo, emprendimiento e innovación y derechos humanos. Conciliador en Derecho. Amplia experiencia en el sector educativo, Administración Pública y liderazgo. Experto en gestión de fortalezas. Apasionado de la psicología positiva. No dude en contactarme y efectuar su consulta que de inmediato se dará respuesta oportuna a su llamado o consulta.

UN NUEVO MODELO DE LIDERAZGO

Los nuevos líderes y trabajadores del futuro deben tener una habilidad que pueda venderse al rededor del mundo. Con esa habilidad; construir una marca personal, idea o un producto. También, colaborar con otras personas que son diferentes a nosotros, de ciudades distintas, de otras nacionalidades, de especialidades y géneros no iguales. Si no tenemos clara esa habilidad, seremos rápidamente reemplazados.

martes, 23 de enero de 2024

¿Un acuerdo nacional?

Columna publicada el 9 de agosto de 2023 en el Diario la Nación

 

Escuchar al presidente Petro este 7 de agosto, en la conmemoración de la Batalla de Boyacá (día del ejército nacional) en el llamado a todos los sectores políticos y sociales para un “acuerdo nacional” debió ser el camino inicial de su mandato. Haber aprovechado todo ese potencial que tenía (o posible luna de miel) con su equipo de gobierno, mayorías en el congreso, apoyo popular obtenido en elecciones e iniciativas propuestas para plasmar en el plan nacional de desarrollo y las reformas previstas; hubiese sido oportuno en su primer año de gobierno. Otro hubiese sido el panorama de su discurso justo en esta fecha. Pero ocurrió todo lo contrario. Ni acuerdo nacional, ni diálogo con los sectores políticos y sociales, ni concertaciones generadas por la arrogancia con la que ha gobernado bajo la excusa de un apoyo total del pueblo. No se discute que para elaborar el plan de desarrollo no se hubiese trabajado con las comunidades. Pero eso es otro aspecto que no es contundente para las bases de un acuerdo nacional como lo planteaba y escuchábamos de Álvaro Gómez Hurtado, quién insistía para el país en un acuerdo sobre lo fundamental. A estas alturas, cuando ya comienza su segundo año de mandato y con elecciones regionales para gobernadores y alcaldes y con propuestas de reformas que no han tenido los debates necesarios para posibles concertaciones; el panorama no parece ser el ideal para iniciar por este sendero. Los argumentos esbozados en su discurso como la de dignificar al pueblo y que el pobre no siga arrodillado, encadenado, dejado, maltratado y recibiendo las migajas que caen de la mesa, son propias de un momento de elecciones presidenciales. Pero esta ya terminó hace más de un año. Pretender que los partidos de oposición, empresarios, comunidades, partidos de gobierno, organizaciones sociales, sindicatos, gentes del común y todos los sectores de la sociedad se puedan sentar a dialogar sobre sus problemas concretos o problemas de la sociedad colombiana con un gobierno que no se ganó la confianza con estos en su momento, es supremamente complejo. Ya el gobierno tiene su agenda. Así haya indicado que, en este acuerdo de país, con mi vecino, esposa, hijos, tendero, policía del barrio, transportador, empresario patrón y líder de mi barrio y de la vereda, el gobierno no se impusiera o se saliera con la suya. Ese llamado a caminar juntos para llegar más legos y que Colombia no siga fracturada, en odios y que transite en paz; tomará más tiempo de lo previsto. Pero en estos momentos, su concentración debe centrarse es en gobernar. Nadie discute que la paz surge de una repartición justa de la tierra, del acceso real y universal de la salud, de la posibilidad de trabajar en buenas y dignas condiciones, de llegar a una vejez segura y digna. No obstante, ese clamor para vernos a la cara y hablarnos con franqueza para estar a la altura de lo que nos está exigiendo la historia y encontrar por fin soluciones a dificultades largamente postergadas para materializar la promesa del cambio; suena a un salvavidas en estos momentos. ¿Alcanzarán dos, buenos tres años (último es de elecciones) de su gobierno para concretar este llamado?.

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