Columna publicada el 22 de noviembre e 2023 en el Diario la Nación
Para el común de las personas, lo que ha ocurrido por
estos días en las diferentes Secretarías de Educación en Colombia, es una
tragedia personal y familiar, por no decir, una masacre laboral en el sector
público. Para sólo el Departamento del Huila, las cifras superan con creces, no
decenas, sino centenares que habían sido vinculados provisionalmente. Al
cumplirse el concurso adelantado por la Comisión Nacional de Servicio Civil, quienes
por méritos obtuvieron el derecho a acceder al magisterio se están posesionando
y, por lo tanto, automáticamente, quedan desvinculados quienes venían en esos
puestos de trabajo de carácter público. Así se haya expedido una circular por
parte del Ministerio de Educación Nacional con unas particularidades, eso no
impactó mucho en el numero de educadores que perdieron su trabajo, justo en
esta época decembrina. Cuanto hizo falta una medida de choque para paliar el
asunto. Una especie de transición o algunos recursos para permitir que el
docente que saliera desvinculado tuviera la posibilidad de tener unos ingresos
mientras se asumía la realidad negra para el afectado pero invisible para
muchos. No alcanzo a dimensionar cómo será esta navidad para estas familias y
el comienzo de año y sus metas en el inmediato plazo. Las Secretarías de
Educación a través de Talento Humano, ni la misma Asociación de Institutores
Huilenses ADIH, más allá de los discursos de solicitudes y gestiones
administrativas, no impulsó una transición para estos docentes debidamente
identificados. Ni siquiera, generó una adecuada comunicación, para al menos
decirle al profesor saliente: gracias por sus servicios, y con ello, al menos
sentirse con una salida medio digna. El profesor nombrado, cuando acordó es que
llegó a la Institución Educativa, se presentó, y de una vez, quien estaba allí,
saque sus corotos de su escritorio (si es que había) y chao. Ante la mirada,
tal vez, en algunos casos, indiferente de sus ahora ex -compañeros. Por un
momento recreen esa escena. Eso lo debe mejorar el nuevo alcalde. No es posible
que una secretaría de Educación, justo de educación, no tenga un funcionamiento
de una organización pública inteligente en estos tiempos, debidamente conectada
en red y con procesos en línea con instituciones educativas para que estos
aspectos no ocurran o se repitan. Una Secretaría de Educación que se integra
por personas (docentes, estudiantes, administrativos), le corresponde ser un
parámetro referente en desarrollo, cultura y cambio organizacional. A estas
alturas, a manera de ejemplo, hay que pagar en un banco, diligenciar un
formulario y esperar que le generen una certificación laboral. Por Dios. Aquí
también, había docentes o coordinadores que estaban en encargos y que debieron regresar
a sus plazas, sin ton ni son. Con la pregunta: ¿y qué pasó? ¡Plof!. Las
angustias son infinitas. Definitivamente es necesario mayor inversión, hasta en
capital humano, en las secretarías de Educación. Gratitud infinita a estos docentes.
Felicitaciones a quienes llegan. La vida continua.
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